Dudas en torno al tratado EE UU-UE
El TTIP peligra: la Comisión Europea duda de la voluntad de los socios de aprobar el acuerdo

El presidente de la Comisión Europea pedirá a los presidentes europeos que confirmen su apoyo al TTIP en junio durante la reunión del Consejo Europeo.

, Vídeo de Vicente Sanpakú
31/05/16 · 13:29

¿Estáis seguros de que queréis el TTIP? Quizá no sean las palabras exactas que pronuncie Jean Claude Juncker, pero ése es el fondo de la ronda de consultas a la jefes de estado y de Gobierno de la UE que el presidente de la Comisión Europa realizará durante las reuniones del Consejo de Europa que tendrá lugar en junio. Los últimos acontecimientos han hecho dudar a los líderes de las instituciones europeas de que tengan sentido las arduas negociaciones con EE UU para cerrar un acuerdo.

La filtración de los documentos que se discutieron en la 12ª ronda de negociaciones del acuerdo entre las delegaciones de la UE y EE UU por parte de Greenpeace preocupó a la Comisión Europea, que hizo todo lo posible por minimizar su efecto. La secretaria de Comercio, Cecilia Malmström, calificó como de “tormenta en un vaso de agua” las revelaciones y explicó su convencimiento de que es “normal que cada parte quiera sacar el máximo provecho en las negociaciones” para después negar que las filtraciones hayan mostrado que el tratado ha entrado en vía muerta.

Pero el empeño de Malmström choca con el escepticismo que ha llevado a Juncker a plantearse si los Gobiernos europeos realmente están dispuestos a presentar el TTIP a sus poblaciones. Las últimas y más sorprendentes dudas han sido el de Sigmar Gabriel, ministro alemán de comercio, que aseguró el domingo que Alemania "no quiere ser parte de un mal tratado". Gabriel incluso se ha llegado a cuestionar si Angela Merkel, junto con Obama la principal valedora (electa) del acuerdo, tiene razón en intentar acelerar las negociaciones.

Gabriel seguía a François Hollande, que a principios de mayo declaró que en el estado de las negociaciones actual, Francia dirá que no al tratado. Las principales razones de esta negativa por parte de Francia son las transformaciones que tendría en materia de normas sanitarias, alimentarias, sociales, culturales y medioambientales.

Los tratados de Obama

El tiempo de Obama en la Casa Blanca termina y su Administración se afana en avanzar en los acuerdos comerciales abiertos con Europa y para el área Asia-Pacífico. Pero el empeño de Obama por culminar su mandato con un acuerdo de las dimensiones del TTIP choca con la tozuda realidad.

El lunes 30 de mayo, la web Politico publicaba un email enviado por la Comisión Europea a los embajadores europeos en Bruselas. Las polémicas declaraciones del embajador estadounidense Anthony Gardner criticando al comisario de Agricultura de la UE muestra las profundas desavenencias en las negociaciones.

Tras el cruce de declaraciones están temas como la modificación de las denominaciones de origen –la posibilidad, por ejemplo de que se produzca "vino de Jerez" en un viñedo de California– o el fin de las barreras arancelarias.

Las desavenencias en áreas como Agricultura muestran las dificultades de sacar adelante tres tratados como el TTIP, el acuerdo de servicios TiSA, y el CETA, con Canadá. Combinados, estos acuerdos buscan crear un área común que integraría el 60% de la economía mundial y a un 22% de la población de la tierra.

China, Rusia e India serían los grandes perjudicados por la ofensiva del presidente hawaiano a favor de TTIP, el acuerdo con TPP que involucra a, al menos 12 países, y el acuerdo de servicios TiSA, que integra a una veintena de países además de la UE y Estados Unidos.

Obama ha jugado con viejos fantasmas para intentar acelerar el proceso de aprobación del TPP en el Congreso. El tratado busca, en palabras del presidente, situar a Estados Unidos por encima de China de cara al futuro de la economía global: “En estos momentos, mientras estamos hablando, China está negociando un tratado con varios países que se repartirán los mercados más pujantes a nuestra costa”, declaró el presidente de Estados Unidos en una conferencia de prensa. En ese mismo contexto, Obama tuvo que defender que el tratado no supondrá un menoscabo de las condiciones de los trabajadores estadounidenses, el principal argumento en contra del tratado que ha encontrado la sensación política del momento, el republicano Donald Trump.

Tanto Trump como Hillary Clinton, virtuales candidatos a las elecciones de noviembre en Estados Unidos, han focalizado sus críticas a los tratados de nueva generación en el que se ha diseñado con los países asiáticos, por la eliminación de barreras arancelarias, que preocupa al elector medio más que otros aspectos como el ISDS o los relativos a propiedad intelectual. Es muy poco probable que la Administración que salga de las elecciones presidenciales impulse el tratado con la UE si crece la oposición ciudadana. Una encuesta de publicada el 21 de abril por el imperio editorial Bertelsmann ha mostrado que sólo un 15% de la población está favor del TTIP; por el contrario un 18% se opone claramente al tratado.

Como espectadores inquietos de los procesos de negociación están los diplomáticos rusos, cuyo proyecto de crear una zona económica “de Lisboa a Valdivostok” se vio frustrado con el comienzo del conflicto de Ucrania. Un país que ha firmado un tratado comercial con la UE y no con Rusia.

La negativa de Hollande al proyecto “tal y como está ahora” o el reconocimiento por parte de Bernd Lange, presidente de la Comisión de Comercio del Parlamento Europeo, de que las negociaciones están congeladas evidencian la precaución de los líderes europeos ante la certeza de que el impulso que ha dado Obama al TTIP se terminará con su salida de la Casa Blanca. El próximo Consejo Europeo de junio puede ser el siguiente episodio de lo que hoy ya parece la muerte anunciada del acuerdo.

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