Catalunya, cinco meses después de la investidura de Puigdemont
"Se vende el debate entre la CUP mala contra la CUP buena. Nunca se ha planteado así"

La CUP se considera "fortalecida" tras el proceso que llevó a la investidura de Carles Puigdemont y critica la actitud de Catalunya Si que es Pot desde la conformación del Parlament. En esta entrevista, la diputada Mireia Vehí analiza el estado del Procés y los avances que se han conseguido en estos meses.

, Barcelona
05/05/16 · 13:53
Mireia Vehí en la sede nacional de las CUP.

Mireia Vehí (Girona, 1985) entró en el Parlament de Catalunya en enero de 2016, después de la dimisión de cuatro diputados electos de la Candidatura d'Unitat Popular (CUP) en los primeros días de enero de 2016. En esta entrevista, en la que nos acompañó Jordi Salvia, militante de las CUP y responsable de prensa de la CUP en el Parlament, Vehí analiza el tiempo pasado desde diciembre, cuando la organización se situó en el centro de la política catalana y estatal durante las negociaciones para formar el Govern encargado de llevar a cabo el Procés hacia la independencia.

Para hablar de estos seis meses, Vehí prefiere remontarse a las movilizaciones de los tres últimos años en Catalunya. Con la vista puesta en las Diadas, especialmente las de 2012, la diputada de las CUP se refiere a estas manifestaciones como "las más grandes en mucho tiempo" y una prueba de que "el sentir generalizado de que el modelo político, económico y de decisiones de la ciudadanía está agotado, y que además, en una situación de crisis económica y social gravísima, los moldes ya no aguantan".

¿Cómo ha cambiado la vida de la organización después de diciembre?

Hay un vector de crisis de régimen política, económica y social que de alguna manera es el germen de todo esto. Luego hay una razón evidente que es el reclamo de independencia, muy vinculada a la soberanía, a la capacidad de decidir territorialmente, nacionalmente pero también políticamente, muchos de los aspectos de nuestra vida. Cuando aquí la gente sale a la calle no se sale solo en clave nacional, sino que se sale en términos totales. Basta ya de las cosas como están, basta ya de un Estado español demofóbico. Basta ya de que decidan por nosotros y nosotras en qué país vivimos, cómo vivimos y en qué lengua hablamos. Basta ya de tener unas instituciones que no responden a los intereses de las clases populares y todo estalla.

Esto es importante para entender qué pasa luego en las elecciones, qué pasa en las negociaciones y que está pasando ahora. La CUP va a las elecciones del 27S en esta clave. Aquí están pasando cosas, aquí se está derrumbando lo que había y estas elecciones no son unas elecciones normales, como las que estábamos acostumbradas, en clave autonómica, en clave de gestión cotidiana sino que son unas elecciones extraordinarias que responden a unas movilizaciones históricas y multitudinarias y, por tanto, vamos en elecciones en esta clave y el programa así lo muestra.

Hacemos un programa nítidamente anticapitalista, nítidamente independentista y totalmente abocado a generar el cambio que las calles piden. A partir de aquí, los resultados son los que son, es decir, no hay una mayoría absoluta que apoye a los partidos soberanistas. Tampoco hay una mayoría absoluta de los que no los apoyan. Por tanto, a partir de aquí, entendemos que no se puede plantear una declaración unilateral de independencia, pero que sí hay un mandato democrático claro que exige cambio y que exige cambio en clave nacional, entendiendo esa clave como una de las herramientas para poder recuperar la soberanía en muchos de los otros aspectos.

Ahí empiezan las negociaciones y empieza una presión de los medios de comunicación hacia la CUP y de la derecha de forma desenfrenada. Creemos que en esa presión han gastado todas las cartas que tenían, es decir, que el país no va a creer otra vez, o aguantar, toda la metralla mediática que hubo en ese momento.

¿Cómo resiste la CUP esa presión?

Creo que hay que decir también que la CUP, más allá de los conflictos, de las desavenencias, etc. da una lección de política asamblearia al país. Mientras los medios intentan ridiculizarlo, hay otra lectura que es que la CUP no es un partido al uso ni lo quiere ser, la CUP no tiene una ejecutiva que decide, no es cuestión de tres o cuatro que deciden por las bases. La CUP tiene una base municipalista muy sólida, es la herramienta institucional de la izquierda independentista, hay muchas otras y todas están al servicio de la transformación social, y por lo tanto, las cosas se deciden asambleariamente y en base a análisis estratégicos que se asumen colectivamente. Por tanto, esto no cabe en las lógicas institucionales y menos en las lógicas de la presión mediática.

A partir de aquí el presidente Mas da un paso al lado y Junts Pel Si plantea a Puigdemont como presidente. Llegamos a un acuerdo, que también se nos ha criticado muchísimo porque una de las lecturas ha sido que hemos renunciado a nuestra esencia, que nos hemos vendido y demás. Pero hay otras lecturas posibles. La primera es que no solo Mas ha desaparecido de la política institucional, si no también Felip Puig, Boi Ruiz... tres de los estandartes de los recortes más fratricidas de este país. Por tanto, hacemos otra lectura, que es: no solo hemos sacado a uno, sino hemos sacado a tres. Otra lectura es, los dos diputados que, se dijo, iban a ir a Junts Pel Sí (JxS), esto no es cierto, sino que tenemos espacios de coordinación semanales con JxS. Y esto es imprescindible si realmente queremos ir hacia la República catalana. Es imprescindible tener espacios de decisión del ala independentista del Parlament. Además, de alguna manera esto nos permite fiscalizar todo lo que se hace.

Llevamos tres o cuatro meses y sí parece una legislatura normal. Marcada además por el tímido acercamiento que se ha producido entre las élites de los partidos independentistas y nacionales españoles a raíz de las negociaciones en Madrid. ¿Ha habido pasos atrás respecto al plan inicial?

He empezado hablando de las movilizaciones que hubo porque no hay que confundir el Procés, la dinámica popular y de calle, de demanda de cambio, con lo que está pasando en el Parlament.

Pero también hay una pausa o una parada en las protestas en la calle.

Lo que hay es un mandato democrático que es la herencia de esas protestas en la calle. Se conforma el Parlamento, desde hace tres meses, y previamente a la investidura, lo que se hace es la declaración del 9 de noviembre. Declaración que el Tribunal Constitucional (TC) impugna y que volvemos a ratificar poniéndole calendario y articulación concreta hace menos de un mes. Aquí sí que hay una determinación clara, a pesar de las dificultades que hay en un espacio con las dinámicas políticas que tiene el Parlament, y con la heterogeneidad de los partidos independentistas. Todo esto está, pero lo que también está es, de momento, un compromiso claro de tirar esto para adelante.

En medio de esto, el TC va impugnando, ha impugnado la ley de Igualdad, el decreto de Pobreza Energética, la capacidad de multar pisos vacíos, etc. Por tanto sí que hay una dinámica, por parte del Estado español, de confrontación, de conflicto con el Parlament Catalán, y de momento éste se mantiene firme en los pasos hacia la República catalana. También están las tres ponencias de ley, digamos las leyes troncales de las estructuras de Estado, que empiezan a andar. Tres meses son pocos, aunque 18 también, pero se están dando los pasos hacia la ruptura, no a la velocidad que la CUP querría, no a la velocidad que la calle espera, esto es cierto, pero también entendemos que la heterogeneidad de formaciones políticas que conforman el Parlamento también requieren una joyería fina.

El otro día, Montoro habó del déficit, amenazó con los hombre de negro, y de momento la respuesta del vicepresidente, conseller de economia (Oriol Junqueras) fue clara: "si usted quiere cerrar hospitales venga a cerrarlos usted". El otro día Puigdemont se reunió con Rajoy y las declaraciones fueron claras. No hay debate posible, por tanto, nosotros continuamos.

Pero el juego no solo incluye a Rajoy. Hay una posible Gran Coalición, hay una reunión de Junqueras con Sánchez, se ha coqueteado con que Democràcia i Llibertat (DiL) pueda apoyar un Gobierno del PSOE en Madrid. Es difícil de pensar en una ruptura si Convèrgencia (CDC) empieza a obtener "dividendos" de su relación con el Gobierno central, como se decía durante el Pujolismo ¿Eso a vosotros cómo os influye? ¿Hay un escenario previsto si CDC se inclina por un retorno a sus viejas posiciones?

Hay dos cosas. La primera es que JxS no es DiL. Hay que diferenciar. Además, de momento, los pasos prácticos que se están dando en el Parlament, aunque lentos, van en la dirección de ruptura. Además, el TC y el Gobierno en funciones y todas las instituciones del Estado español confirman la tesis de que es imposible pactar un referéndum, que es imposible ir por la vía democrática y que la dinámica represiva y demofóbica del Estado español refuerza a pasos forzados las tesis de que en Catalunya vamos tirando y vamos haciendo.

Las declaraciones del president Puigdemont cuando explicó el plan de Gobierno, también son en clave independentista.

Hay otra cosa que hay que plantear. Nos parece igual de importante estar al acecho de lo que hace el Govern y hace JxS porque nosotros nunca hemos dado un cheque en blanco y nunca vamos a dejar de fiscalizar al Gobierno. Hay otro tema que es que formaciones políticas como Catalunya Si que es Pot (CSQP), de izquierdas, que tienen la tesis de que el modelo social está agotado, de que el modelo político está agotado y demás, se ubican en el bloque unionista. Esto es un tema grave.

¿Crees que se autoubican en ese bloque?

Se autoubican porque no dan apoyo por ejemplo a ciertas propuestas de desobediencia como es a las leyes que reiteradamente impugna el Tribunal Constitucional. Es un tema importante porque estamos hablando de una crisis de régimen, y estamos hablando de dar a la ciudadanía la capacidad de recuperar la soberanía sobre todos los aspectos. Esta brecha es muy importante, porque, sí se está librando la batalla en clave de recuperar soberanía y la izquierda tradicional se ubica al lado de la demofobia, de la represión y del inmovilismo del Estado español y del Tribunal Constitucional. Igual hay que reflexionar si esta ruptura es de verdad o no es de verdad.

¿Esto quiere decir que ahora hay más distancia entre vosotros y los "comunes", que es como se engloban las distintas fórmulas de pasadas elecciones? Al margen de la relación con CSQP ha habido polémica por el no apoyo de la CUP de Barcelona a los presupuestos de Barcelona En Comú [N. del Ed. el 3 de mayo se alcanzó una propuesta de acuerdo por el que finalmente la CUP aceptará los presupuestos formalizando la eliminación de los antidisturbios municipales. Esta entrevista se realizó una semana antes]

Estamos mezclando cosas porque Barcelona En Comú es un mundo y CSQP es otro mundo y Podemos es otro mundo. Tendríamos que preguntar cuáles son las relaciones entre CSQP y BEC. En cuanto al Ayuntamiento de Barcelona, la CUP de Barcelona con la autonomía que tienen, ha valorado que la prórroga no responde a unos presupuestos transformadores, a unos presupuestos que van encarados a satisfacer las necesidades de las clases populares y por lo tanto ha decidido no votarlos.

"Se plantea la oportunidad de romper con el régimen del 78 y de plantear un proceso constituyente. Y la izquierda tradicional decide quese pone al lado del Tribunal Constitucional"

No veis relación entre estas propuestas aunque se llamen "del cambio".

No, no voy por aquí. Lo que está pasando en el Ayuntamiento de Barcelona es que la CUP ha valorado eso respecto a los presupuestos. Otro tema es, en el marco de esta ruptura y de esta lucha por la soberanía –no solo nacional– qué fuerzas y qué movimientos se suman a esta ruptura y a este proyecto. Desde el día cero hemos dicho que creíamos que aumentar la base del Procés, que se tenía que sumar muchísima más gente al proyecto de ruptura y que para nosotros la ruptura era múltiple. No es el cambio de una bandera, es la oportunidad política para romper por primera vez en muchísimos años con el régimen del 78, con el postfranquismo y entendemos que es un proyecto colectivo. Que todas las izquierdas deberían tener la capacidad de trabajar para tirar el muro que se construyó en el 78 bajo el pretexto de una Transición tranquila.

Interviene Jordi Salvia: La pregunta es con quién ha pactado Barcelona en Comú esos presupuestos.

Con el PSC y con ERC.

J.S.: 30 años de Gobierno. No es tanto si nos hemos alejado de BEC sino si ellos se están acercando a lo que ha gobernado 30 años esta ciudad.

También CDC ha gobernado durante décadas la Generalitat.

J.S.: ¿Y eso que tiene que ver? Estamos hablando de Barcelona.

Una vez entras en la dinámica institucional, los aliados son los que son.

J.S.: Es el cambio pactando con lo que ha gobernado la ciudad durante 30 años.

Y en vuestro caso es un Gobierno del cambio con quien lleva en la Generalitat también muchos años.

Mireia Vehí: No, no. Es una apuesta por una ruptura nacional. No tiene nada que ver.

Los socios son los socios. Y el que el PSC sea sospechoso para vosotros no quita que pase lo mismo con Convèrgencia.

J.S.: Es un planteamiento: plantar cara a una estructura de ciudad para transformarla y hacer cambios reales o gestionar lo que han construido durante 30 años, que es lo que se está haciendo ahora.

[A partir de este momento todas las respuestas son de Mireia Vehí] La diferencia con la Generalitat es que nosotros venimos con unas movilizaciones extraordinarias, de calle, de mandato democrático. Hay unas elecciones, se dan unos resultados que no dan, políticamente, en términos democráticos para hacer una DUI. Se entra en un Gobierno y la CUP facilita ese Gobierno de una coalición independentista y además hay un compromiso de estabilidad en términos independentistas. Y se plantea un proceso constituyente en el que el Gobierno se compromete a poner las bases materiales para que se pueda dar, donde la ciudadanía tenga la capacidad, la posibilidad y la oportunidad de decidir y generar un marco constitucional nuevo para un país nuevo. Y se plantean luego unas elecciones.

El tema es muy distinto. Es impensable que por primera vez en nuestras generaciones, los 70, los 80, etc. se plantea la oportunidad de romper con el régimen del 78 y de plantear un proceso constituyente. Esto pasa cada 50 años. Y la izquierda tradicional decide que no quiere hacer demagogia nacional y que se pone al lado del Tribunal Constitucional, de la Audiencia Nacional y de un Gobierno en funciones que está dinamitando la posibilidad de que un pueblo decida democráticamente cómo quiere vivir, qué constitución quiere y qué país quiere... Esta es la diferencia.

Pero este proyecto de la troika es extensible a una hipotética república independiente en el marco de la UE. Es compatible la independencia con un proyecto austericida, como bien sabe parte del empresariado que apoya el Procés.

Por eso planteamos un proceso Constituyente. Entendemos que para que haya una ruptura con el Estado español se necesita una mayoría popular, de la población, que esté convencida, que esto en el Parlamento se traduce en unas determinadas fuerzas políticas y que, por tanto, vamos a generar la ruptura y vamos a facilitar un proceso constituyente. Y ahí ya veremos. Nosotros, además, en el proceso constituyente planteamos multireferéndum, para que se pueda decidir todo, para que se pueda decidir si se quiere ejército o no, si se quiere una banca nacional, si se nacionaliza la industria, etc. Por eso planteamos el proceso así, con multireferéndum, con un foro constituyente y vamos a brindar el derecho de la gente a conseguirlo todo.

¿Se replantean los principios de la CUP cuando se pasa del trabajo en clave municipalista a esta fase republicana?

La lógica del Proceso Constituyente y del mutlireferéndum es una lógica de descentralización del poder, de recuperación de soberanías y de decisión colectiva de las cosas. Cuando hablamos de decisión colectiva no hablamos de la organización CUP-Crida Constituent, hablamos de todas las organizaciones y personas que quieran participar. Por tanto, en esta lógica, y centrándonos solo en la CUP, los municipios, los cargos electos, las organizaciones de la izquierda independentista, de los municipios, barrios y pueblos de los países catalanes son imprescindibles en este proceso. Hablamos de descentralizar, de distribuir el poder entendido como capacidad de decidir.

Entonces, ¿estamos en una fase de proceso constituyente o en una fase previa?

Ahora estamos a punto de entrar en el previo. A punto de generar los mecanismos para acabar de consensuar el marco en el que se dará este proceso constituyente y en el de poner los mecanismos –y aquí el Gobierno es clave–. Nosotros pusimos realidad a la declaración del 9N y uno de los puntos era éste: que el Gobierno facilite la fase preconstituyente y que articule los canales que posibiliten la participación en esta primera fase. Por eso planteábamos que el foro social constituyente comenzara a trabajar en clave de constitución. Por eso hablamos de multireferéndum y que a partir de aquí, cuando haya acuerdo de país, que se pueda plantear las elecciones constituyentes.

Dices que el ritmo no es el que querríais ¿Teméis que no se cumplan los plazos?

Nuestro papel como CUP-Crida Constiuent es acelerar es tensar, es hacer ir hacia la izquierda todo esto. Entendemos que va a un ritmo lento porque estamos convencidas de que estamos en clave excepcional. Es decir, que esto no es una legislatura al uso y que por lo tanto, es una legislatura para preparar toda esta fase preconstituyente, todas estas estructuras de Estado que van a tener que sostener. Nos gustaría que todo fuera más rápido, pero también entendemos que hacer política pasa por abordar diferentes formas de entender, por ir encontrando consensos, por hacer para que todo el mundo esté de acuerdo. A pesar de que nos gustaría más rápido, las circunstancias nos dan la razón a las tesis que teníamos. Una de las tesis es que las microrupturas eran imprescindibles para caminar hacia aquí y JxS tenía otra tesis: preparar las estructuras de Estado y, en un momento dado, desconectar. El hecho de que el TC dedique toda su energía a impugnar constantemente legislación catalana, nos da la razón porque obliga al Gobierno y al Parlamento a ir desobedeciendo impugnación por impugnación. De alguna manera eso está acelerando ese proceso.

Entonces, la diferencia es que JxS pretende ir "de la ley a la ley a través de la ley" y vosotros planteáis ya una ruptura.

No, lo que plantea JxS es: vamos a preparar las estructuras de Estado y todo lo que necesita el Estado para funcionar, vamos a preparar las estructuras necesarias para un Estado que ahora están en manos del Estado español que son competencias que Catalunya como autonomía no tiene y de aquí a 18 meses desconectamos, pero no caemos al vacío sino que hay una legalidad que es la que hemos estado trabajando. Nosotros no es que no creamos en esta tesis. Entendemos que se necesita construir este proyecto de república. En este camino hacia la república catalana, entendemos que aparte de ir preparando las estructuras, vamos a tener que ir rompiendo puentes. Desobedeciendo. Recuperando soberanía del Estado español, lo que va a tener que hacerse a partir de la desobediencia porque la respuesta de Madrid es siempre negativa. Por eso digo que las circunstancias nos dan la razón. Porque cada vez que el TC impugna una ley o un decreto como el de pobreza energética, la Generalitat lo que hace es decir 'ninguna familia se va a quedar sin suministro'.

Desde dónde se plantea una ruptura con el Estado en relación con lo que es hoy la Unión Europea, si se tiene en cuenta que no existe una ventanilla para la creación de nuevos Estados. ¿Desde las elecciones os habéis replanteado este tema?

Creo que la cuestión de la UE va mucho más allá del reconocimiento de Catalunya como Estado. La historia de la UE explica que cuando ha habido algún proceso de independencia se le ha reconocido...

Bueno, está el caso de Kosovo, pero ha sido inducido por Estados Unidos y se produjo en un contexto muy diferente.

Lo que quiero decir es, el problema de Europa no es si cuando haya república catalana la va a reconocer o no. Haremos para que se reconozca. El problema de Europa ahora es qué hacemos con este monstruo demofóbico que asesina gente en las fronteras, que empobrece a los pueblos del sur y a las poblaciones de los pueblos del norte. Es evidente que el proyecto europeo no funciona, y es evidente en Catalunya, en Madrid, en Polonia y en el Tirol. Es evidente que genera conflicto, que genera extrema derecha, fascismo, odio, racismo. No nos va a costar mucho explicar que el proyecto europeo no nos convence.

"No ha terminado el argumento de los medios de que la CUP se rompe... Ahora vienen los presupuestos y va a volver a empezar"

El reto va mucho más allá de lo que hará la República Catalana cuando quiera que se le reconozca y es cómo construimos una Europa de los pueblos, en cómo generamos un marco de valores políticos, económicos y democráticos de la nueva Europa. Esto es responsabilidad de toda la izquierda anticapitalista y alternativa europea. Si no lo hacemos ya, se va a hacer en contra nuestra. No hay otro proyecto europeo alternativo. No hay un relato sólido de la Europa que queremos. Ese es el reto. No qué va a pasar con la República catalana. Ya nos espabilaremos. Primero vamos a romper con el Estado español y luego ya veremos de qué manera se nos reconoce como Estado. Desde la CUP sí estamos haciendo relaciones internacionales. Y desde el Gobierno también, aunque el Constitucional haya impugnado la consejería de Exteriores. El debate central es cómo generamos una nueva Europa.

Tras el diciembre de "pressing CUP" cómo ha quedado las CUP a nivel interno. ¿Han cicatrizado las heridas?

Creo que se ha entendido muy poco lo que ha pasado dentro de las CUP y de la izquierda independentista. Se vende el debate entre la CUP mala contra la CUP buena, los que querían investir, los que no querían. En ningún momento en la CUP se ha planteado el debate así. Es evidente que a ninguna persona de la izquierda independentista le parece adecuado cualquier representante electo de la derecha catalana. Es de cajón.

Lo que se debatía era la estrategia que se tomaba, si se cogía un camino u otro. Si se pactaba en unas condiciones o en otras. La "pressing CUP" fomentó o contribuyó a explicar una batalla interna, "fratricida"... la CUP se ha estado a punto de romper 50.000 veces desde su historia y ya antes, cuando tenía otro nombre. La CUP tiene una forma asamblearia de decidir las cosas, no se entiende sin el proyecto municipalista, sin el proyecto anticapitalista y como tal tiene unos procesos de decisión asamblearios, lentos y a veces costosos. Como todas las izquierdas anticapitalistas del mundo. Esto nos lo enseñaron los zapatistas, que aunque el caracol tenga que subir y bajar 45 veces las decisiones, lo va a hacer. Hubo momentos complicados, claro. Teníamos encima a todos los medios de comunicación, a las izquierdas anticapitalistas de fuera de Catalunya juzgándonos como los medios de comunicación y nosotros intentábamos tomar decisiones y tener debates políticos y estratégicos, lo que no es fácil. No fue fácil y no lo va a ser.

¿Dirías que la organización salió reforzada?

Creo que sí. Hemos dado una lección de política asamblearia a los partidos tradicionales. Hemos tomado una decisión que puede ser más o menos acertada, pero la hemos mantenido como se hace con las decisiones tomadas colectivamente. Estamos asumiendo estas decisiones, estamos intentando tirar para adelante el proyecto de ruptura que hemos venido a hacer. No ha terminado el argumento de los medios de que la CUP se rompe... Ahora vienen los presupuestos y va a volver a empezar.

Las cosas son más complejas de lo que a la derecha y a muchos medios de comunicación le gustaría y el proyecto de la CUP es tan sólido, en los Ayuntamientos están pasando tantas cosas y tan potentes –la municipalización de los servicios públicos, el pulso a la banca sobre los pisos vacíos, la capacidad de sacar mierda de corrupción a flote, etc– esto está pasando cotidianamente en todos los Ayuntamientos, y esto no sale en los medios. Creo que hemos salido reforzadas, no solo no nos hemos roto sino que hemos crecido, hemos sido capaces de asumir el conflicto y por tanto aquí estamos, aquí estaremos... y lo que nos queda.

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