Postales partidistas (IV): Ciudadanos, subalternos de Emidio Tucci

Hay una frase de Albert Rivera en el debate a cuatro de Atresmedia que me llamó la atención aunque pasó desapercibida. Nuestro comercial de Tecnocasa favorito (gracias Twitter por estas descripciones) vino a decir que el contrato único era necesario porque permitiría que los jóvenes pudieran permanecer en las empresas “por su esfuerzo” y que no fueran despedidos “porque se les acaba el contrato”.

29/12/15 · 8:00
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Hay una frase de Albert Rivera en el debate a cuatro de Atresmedia que me llamó la atención aunque pasó desapercibida. Nuestro comercial de Tecnocasa favorito (gracias Twitter por estas descripciones) vino a decir que el contrato único era necesario porque permitiría que los jóvenes pudieran permanecer en las empresas “por su esfuerzo” y que no fueran despedidos “porque se les acaba el contrato”.

Es un enunciado estupendo porque describe muy bien el funcionamiento político (en el sentido más literal del término) de Rivera y los suyos. Si usted mira el rosario de programas formativos y becas que de un tiempo a esta parte vienen impulsando distintas entidades privadas de este país en detrimento de la financiación pública --y para comprar a la gente antes de que tenga una opinión--, la terminología viene prestada de la ética protestante del trabajo. Un par de botones de muestra: becas talento de Vodafone y programa Cosentino Impulsa (sí, los de las encimeras) de inserción laboral. Con Ciudadanos y su ristra de consultores y ADE + Derecho, las fuerzas vivas han conseguido el chocolate del loro: hacer que sean ellos los que, si es caso, pongan la cara para gobernar --que no para tener el poder--, y que lo hagan por razones muy distintas de las que creen que lo están haciendo.

Por eso la primera frase es tan significativa, porque hay muchos jóvenes que, de corazón, creen que están en las empresas por su esfuerzo, cuando la tozuda realidad dice que están en ellas porque cuestan cuatro duros (y a esto me refería con hacer una cosa por una razón distinta a la que crees que la estás haciendo). Sin embargo, la segunda premisa no se puede esgrimir porque abriríamos un campo de batalla en un terreno que no interesa. El votante tipo de Ciudadanos aprendió pronto que no se trataba de elegir las fichas negras o blancas en la partida de ajedrez, sino de que la partida de ajedrez ni se dispute.

Son subalternos de Emidio Tucci, que ya no es que quieran minimizar la relación antagónica con el gerente de su empresa, sino que quieren ser como él. Son del Superdépor del 93 y del Valencia del doblete una década más tarde. De lo que toque. No estamos ante nada distinto de la cristalización de lo político como gestión antes que como conflicto. Por eso también patina en asuntos como la violencia de género: porque no es un tema de gestión --donde ellos se sienten muy cómodos, quito una partida de aquí para ponerla en esto otro--, por mucho que se empeñe Rivera en que no se están utilizando todas las pulseras para controlar el alejamiento de los maltratadores. Es un tema político, sí, también, en el sentido más literal del término y por tanto más incómodo.

No creo que sean el partido del Ibex. No les da. Hablamos de gente a la que desde pequeña le han hecho creer que es muy válida --pero no les han aclarado para qué--, premios extraordinarios de fin de carrera y victorias en liga de debate universitario mediante; pero que no es inteligente, sino absolutamente adaptativa y funcional. Echa las horas que hagan falta sin cuestionarse por qué las echa y así se convierte en el empleado del mes y el mejor parlamentario posible. Deja hacer y hace que no ve a cambio de la creencia de que tiene parcelas de poder, minúsculas, pero suyas al fin y al cabo, y con ese huesito ya le vale.

Todos hemos tenido un compañero de trabajo o de pupitre así: sabemos de lo que estamos hablando. Por eso el gurú económico Garicano sólo puede ser descrito como se hacía en el pasado número de Diagonal: “ministrable de lo que sea y con quien sea”. Y precisamente porque se trata, políticamente hablando, de que la partida de ajedrez ni se dispute, Begoña Villacís puede tuitear al hilo de los atascos en Madrid reivindicando para los madrileños el “derecho a llegar puntual al trabajo”, algo así como pedir que tu secuestrador te dé agua cada par de horas. Cipayos con el C1 de inglés. Sonrientes con sus 40 diputados porque se lo ha dicho un coach, a pesar de lo decepcionante del resultado. No son malos, son patológicamente pragmáticos, que es peor.

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