La paradoja de Pedro Sánchez: pese a haber perdido con sus tres rivales podría llegar a ser investido presidente si se produce una carambola altamente improbable.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, sale muy tocado de las elecciones del 20 de diciembre. En su contra, haber cosechado el peor resultado del partido en los últimos 40 años. A su favor, que una carambola le puede convertir en presidente, algo improbable pero no imposible.
Las noticias podían haber sido mucho peores para el PSOE: ha ganado en votos y en escaños al que se ha destapado como su gran rival, Podemos, y los socialistas mantienen el primer puesto en Extremadura y Andalucía.
No obstante, los resultados del partido socialista son especialmente malos en Madrid, donde Sánchez ha perdido contra Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera. La sombra de una Susana Díaz que ha cumplido en Andalucía, donde su partido ha recuperado el primer puesto respecto a 2011, se cernirá sobre Sánchez durante la próxima legislatura. Dure ésta lo que dure.
Entre vítores, Sánchez ha destacado en la comparecencia en la sede de Ferraz, una “coalición de intereses que han intentado desaparecer al PSOE y no lo han conseguido”. Sánchez, que ha dicho que el PSOE es "un partido ganador" pero ha felicitado al PP por ser la fuerza más votada. Para el líder del PSOE, su partido “ha hecho historia”. No ha aceptado preguntas en la sede de Ferraz.
Sánchez cree que la fuerza más votada debe ser la que intente formar Gobierno, pero no descarta que sea el encargado de intentarlo en segunda ronda: la negativa de PP le llevaría a intentar un pacto multipartito con las patas cortas, dado el difícil encaje de un Podemos que defiende la plurinacionalidad del país y un Ciudadanos con alma recentralizadora.
Los resultados sitúan al PSOE en una difícil encrucijada, o volver a violentar a su base aceptando ser la muleta de un PP que necesita apoyo para mantener la senda de austeridad impuesta por la Comisión Europea, o aceptar un nuevo marco de relaciones que pasa por el entendimiento con Podemos e incluso con fuerzas independentistas para desenquistar una de las claves sobre las que gravita el debate político: el derecho a decidir de Catalunya.
El papel de los socialistas, por tanto, queda a la espera de un autor que puede no ser Pedro Sánchez, muy debilitado por sus resultados en la Comunidad de Madrid. Las presiones para llevarlo a uno u otro camino, al del continuismo o a la refundación, serán constantes en una legislatura que se antoja corta.
Con 90 diputados, los socialistas ven a mucha distancia a los Ciudadanos de Albert Rivera y pierden menos votos que el PP, tras la gran caída del caballo del PSOE de Rubalcaba en 2011. Perder 20 diputados ha sido un mal menor para los socialistas, pero el resultado de Madrid deja a Sánchez en busca de amigos en un partido en el que, hasta ahora, sólo la victoria valía.
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