El estrés, la presión y el cansancio acompañan a los candidatos durante las dos semanas de campaña. ¿Cómo se preparan?, ¿qué hacen para que sus cuerpos aguanten ese ritmo?, ¿superarían un control antidopaje al final de la campaña?

Los memes circularon con profusión por las redes sociales durante la noche electoral catalana del 27 de septiembre. La intervención de Albert Rivera en el programa especial de La Sexta, eufórico por el histórico resultado de Ciutadans en las urnas, generó imágenes por las que muchas opiniones interpretaron que el político hablaba bajo los efectos de alguna sustancia estimulante. La cuestión no pasaría de ser una más de las numerosas anécdotas exageradas por la viralidad de internet si no fuera porque ha tenido cierto recorrido.
El fundador de Podemos Juan Carlos Monedero afirmó en un acto el 24 de noviembre que ve "sobreexcitado" al candidato del partido naranja e hizo con la mano el gesto de esnifar. Dos días después, Rivera anunció que se querellaría contra él -lo hizo finalmente el 2 de diciembre-, le acusó de tratar de descalificarle con mentiras y atribuyó esas declaraciones al nerviosismo por el resultado que pronostican las encuestas para Podemos.
Esta discusión vuelve a traer al primer plano un asunto escabroso, trufado del doble discurso y las posturas hipócritas con las que siempre se aborda, por ejemplo, el eternamente postergado debate sobre la legalización del consumo de estupefacientes, ya sea con fines recreativos o terapéuticos.
Si las drogas están al alcance de cualquiera, y su uso muy naturalizado en amplios sectores, ¿por qué presuponer la ejemplaridad que exige el cargo público en quienes mantienen conductas muy distantes de serlo en otros aspectos del ejercicio de su función?, ¿toman drogas los políticos o sólo fumaron un porro una vez, sin tragar el humo?
El diputado del Partido Nacionalista Vasco Emilio Olabarria realizó una sorprendente declaración en la comisión de Interior del Congreso el 18 de abril de 2013. "Yo le podría dar incluso, y no lo voy a hacer, nombres de ministros que han consumido sustancias de esta naturaleza, nombres de jueces, y de altos funcionarios policiales. Estamos ante una patología muy seria", aseguró Olabarria ante el responsable de la cartera de Interior, Jorge Fernández Díaz, quien no contestó al diputado vasco ni a su propuesta de elaborar un plan de lucha "verdaderamente real" contra el narcotráfico.
Tampoco dio nombres ni fue más allá del titular el psiquiatra forense José Cabrera, cuando en septiembre de este año afirmó en una entrevista en El Mundo que "en los baños del Congreso se daba positivo en cocaína".
Precisamente en los baños de una sede parlamentaria, en este caso la del Parlamento Europeo en Bruselas, se encontraron en 2005 trazas de cocaína en 41 lavabos, según un reportaje elaborado entonces por la cadena de televisión alemana Sat-1.
El rifirrafe entre Monedero y Rivera se produjo, además, en un momento, la precampaña electoral de las generales, en el que los partidos engrasan su maquinaria de cara a la inminente pugna en mítines, debates televisados y actos para convencer al electorado.
Por delante, dos frenéticas semanas de viajes y muy pocas horas de sueño cada noche que pueden acabar con la resistencia física y mental de cualquier candidato. ¿Cómo se preparan?, ¿qué hacen para que sus cuerpos aguanten ese ritmo?, ¿cómo maquillan el desgaste que supone?, ¿superarían al finalizar la campaña un control antidopaje o se verían en dificultades?
Canalizar el estrés
En la campaña de las pasadas elecciones municipales del 24 de mayo hubo días en los que el hoy candidato a la presidencia del Gobierno por IU–Unidad Popular, Alberto Garzón, voló de Jérez a Barcelona a primera hora de la mañana. De allí a un acto en Gijón a media tarde para terminar cenando en Pontevedra.
"Nos preocupa más el cansancio mental que el físico –reconocen en IU-Unidad Popular– porque te puede hacer caer en errores"
Para la inminente campaña, desde la candidatura consideran que su edad y su salud le favorecen en esta batalla frente a otros candidatos, y aseguran a Diagonal que Garzón no recurre a complejos vitamínicos, ni tan siquiera altera su dieta durante estas semanas. "Nos preocupa más el cansancio mental que el físico –reconocen– porque te puede hacer caer en errores".
Ese cansancio mental obedece, según Domingo Delgado, experto en coaching de imagen, al alto grado de exposición pública al que se someten los candidatos: "Si la persona no está preparada en habilidades de comunicación o no está convencida de su mensaje, va a estar más pendiente de buscar un resultado y puede vivir un estrés negativo; si el reto supera sus habilidades, va a sentir un estrés mucho más tóxico que afectará a su cuerpo y tendrá una serie de consecuencias".
Laura Chica, psicóloga y autora del libro Pon un coach en tu vida, considera que el ritmo de la campaña electoral afecta a los candidatos de la misma manera que a cualquier profesional en un momento de exceso de trabajo: "Siempre dependerá de cómo lo viva esa persona: se perciba competente o se sienta desbordada. La percepción determina las emociones que va a sentir, y con ello cómo responderá su cuerpo".
En su opinión, ese estrés provocado por la campaña es un elemento que afecta a la salud si se mantiene en el tiempo. "Puede producir agotamiento, desgaste emocional, cansancio, ansiedad y mayor vulnerabilidad a enfermedades. La percepción de estrés, si no se cuida, puede afectar al sistema inmunológico", explica.
"Los políticos son personas que, especialmente en campaña, viven de su imagen. Por ello tienen que cuidarla. Más que disimular, desde la psicología se recomienda 'gestionar' ese cansancio"
Delgado opina que el estrés no se puede disimular y que lo mejor en estas situaciones es canalizarlo para que desaparezca. Chica coincide en esa recomendación: "Los políticos son personas que, especialmente en campaña, viven de su imagen. Por ello tienen que cuidarla. Más que disimular, desde la psicología se recomienda 'gestionar' ese cansancio, buscando descansos, momentos para uno mismo y haciendo cosas que le sienten bien. Disimular es un engaño, y el cuerpo no entiende de engaños, quiere coherencia".
¿Ser o parecerlo?
Una de las confesiones políticas más insólitas de los últimos tiempos la realizó Pablo Iglesias al revelar que el trabajo como parlamentario europeo le estaba pasando factura y se notaba cansado, con menos frescura. "Yo pensaba mejor cuando no tenía que trabajar tantas horas en Podemos", reconoció en la entrevista que hizo a Santiago Alba Rico en el programa La Tuerka. Posteriormente, incidió en esa idea en el debate con Albert Rivera en el programa Salvados de La Sexta.
Las palabras de Iglesias venían a confirmar la impresión que ya reflejaba su rostro en los últimos meses, en una estrategia de sinceridad, o quizá un arrebato del candidato de Podemos, que supone un ejercicio novedoso en la comunicación política, tradicionalmente orientada a proyectar una imagen más ideal o ficticia que pegada a la realidad.
Delgado valora positivamente esta falta de maquillaje, pero también advierte de que en el contexto de una campaña electoral puede resultar contraproducente: "Las tendencias en comunicación están orientadas ahora a la autenticidad, es lo que podemos ver en los nuevos políticos emergentes. La autenticidad es influyente, tiene gran capacidad de conectar porque llegamos a las personas a través de sus emociones, no de un discurso creado. Lo que pasa es que esto es poco eficaz y no se prepara en dos semanas. Admitir y reconocer errores, o que estás cansado por la campaña, es auténtico, pero el objetivo de la campaña es el que es".
"Una campaña es publicidad y la imagen de un candidato cansado no es la de una persona que te va a ayudar, en quien confiar"
Cipriano Toledo, experto en comunicación no verbal, apunta a la consideración de "cliente" que merece el posible votante para el diseño de la campaña y cómo este enfoque marca hasta el propio cuerpo de la persona candidata.
"Una campaña es publicidad y la imagen de un candidato cansado no es la de una persona que te va a ayudar, en quien confiar. Se debería proyectar la imagen que quieren ver sus votantes. Hace muchos años, por ejemplo, en una campaña le pusieron canas a Felipe González para dar una imagen de mayor madurez y ampliar el abanico de posibles votantes, que pudiera atraer a otros clientes, ya que parecía muy joven", recuerda Toledo, quien añade que "el entrenamiento que reciben es para ocultar su verdadera personalidad, pero a medida que transcurre la campaña se producen muchos lapsus donde a la persona se le escapa quien es realmente. El cansancio contribuye a que baje la guardia".
Candidatos: actores que se interpretan
La estrategia de los partidos en las campañas electorales con respecto a la imagen que proyectan sus candidatos navega entre dos orillas: mostrar un retrato fiel de la persona y, al tiempo, presentar a un representante ideal.
"Se trata de un trabajo actoral, con expertos indicando los gestos que han de hacer. Pero si los candidatos se fijan en controlar cómo mueven las manos, el discurso se resentirá y se les irá de la cabeza. Y si se fijan en el discurso, no harán caso a las manos", indica Cipriano Toledo.
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