Fiscalidad electoral
El 20D y la reforma impostergable del modelo tributario

Propuestas para el 20D de cara a acabar con las deficiencias estructurales del modelo tributario.

, economista
20/11/15 · 17:28
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El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

La crisis ha puesto de manifiesto las deficiencias estructurales del modelo tributario en vigor, surgido de los Pactos de la Moncloa en 1977. Podría decirse, de hecho, que la elevada deuda pública, pese a que el nivel de gasto público español es sensiblemente inferior al europeo, o la creciente desigualdad derivada del subdesarrollo social, son la expresión fiscal de la crisis del régimen político surgido en la Transición. Por tanto, tras las elecciones habrá seguramente una reforma tributaria. La cuestión es quiénes la harán y cómo.

Una evidencia ilustrativa de las deficiencias que presenta el actual modelo fiscal lo muestra la paradoja de que éste combina unos tipos impositivos sobre la renta entre los más elevados de la eurozona, junto con una de las recaudaciones fiscales más bajas, sólo por encima de Irlanda y las repúblicas bálticas. De hecho, el fuerte incremento de deuda pública durante la crisis es más resultado de un desplome en los ingresos que de un gasto desenfrenado.
 

No es cierta la fantasía fiscal, defendida por PP y Ciudadanos, de rebajar los impuestos para activar la economía

Cualquier propuesta electoral con aspiraciones de sensatez habría por tanto de plantear medidas para incrementar la recaudación. Pero hacerlo en un contexto recesivo como el actual presenta también sus complicaciones, ya que ha de lograrse sin ahogar una frágil demanda interna.

Recortes suicidas

Las alzas de ingresos tributarios han de permitir financiar un mayor volumen de gasto. Seguir con las políticas de ajuste resulta suicida. El gasto público no sólo permite reanimar la economía, sino que tiene un efecto redistributivo mayor que el de la recaudación. Ahora bien, ello tiene también sus límites. Éstos no son sólo la elevada deuda pública acumulada o las exigencias de Bruselas con respecto al déficit público, el cual habría que negociar. También está la restricción que impone depender del exterior para financiarse. Pensemos que hoy más de la mitad de la deuda pública que emite el Estado español es comprada por inversores foráneos. Un fuerte incremento del déficit aumentaría las dudas sobre la capacidad de pago de esos títulos y podría complicar mucho la financiación posterior.

Las diferentes propuestas electorales parecen sensibles a este hecho y suelen explicar las partidas de ingreso que permitirían sus programas de gasto. Obviamente, tales estimaciones de ingresos son hipotéticas.

El problema está en que no siempre se estima bien al dar por hecho que todos los ingresos, de realizarse, serían inmediatos. No resultaría, pues, muy adecuado decir, por poner un caso, que tal o cual gasto se financiará con lo recaudado en la lucha contra el fraude fiscal porque, a parte de ser incierto el resultado, en el mejor de los casos, obtenerlo llevará años. Obviamente tampoco es cierta la fantasía fiscal, defendida por PP y Ciudadanos, de rebajar los impuestos para activar la economía y con ello recaudar más. Según datos de la Agencia Tributaria, la caída en la recaudación debida a cambios normativos por la reciente rebaja impositiva de Rajoy se calcula en 3.820 millones de euros. Mientras, el crecimiento sigue frágil y con visos de desaceleración.

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