Alberto Garzón
CANDIDATO A LAS PRÓXIMAS GENERALES
“Como izquierda hemos caído en el ilusionismo electoral”

El líder de IU encabezará el proyecto Unidad Popular el 20 de diciembre.

05/11/15 · 7:42
Edición impresa

Alberto Garzón (Logroño, 1985) lleva con paciencia la rueda de entrevistas, diez en un día, que ha concertado para promocionar su libro A pie de escaño. Es el último día de la legislatura de Mariano Rajoy, también del primer ciclo de Garzón en el Congreso de los Diputados, al que confía en volver después de las elecciones generales del 20D. Las encuestas dicen que sí, pese a que IU perdería casi la mitad de sus escaños. Pero, como recuerda en un momento del diálogo, se ha conseguido espantar el fantasma de que la coalición pase a ser fuerza extraparlamentaria: “Ahora creo que todo el mundo piensa que vamos a sobrevivir, con más o menos votos, pero que vamos a estar”. Quizá porque es su principal rival, Garzón carga las tintas contra Podemos e insiste en que IU ha superado el bache en el que cayó por errores propios y aciertos ajenos a partir de 2014.

En Catalunya habrá confluencia entre Sí que es Pot y Barcelona en Comú. ¿Ya se ha descartado la posibilidad de una confluencia en otros territorios?

Desde un principio, Podemos explicó que era posible hacer un acuerdo en Galicia y en Catalunya, pero que no era posible hacerlo en el resto del Estado. Después hubo un referéndum en el que parecía que se abrían las posibilidades de hacer lo mismo en el resto del Estado, pero, finalmente, Podemos desistió de esa oportunidad. Por tanto, entendemos que la contradicción reside dentro del campo de Podemos dado que, efectivamente, la confluencia avanza en Galicia y en Catalunya con un formato muy respetable para las fuerzas participantes, mientras que ellos son los que han renunciado a la posibilidad de que sea en todo el Estado. Siendo esto así, el tablero está marcado igual que hace dos semanas.

Sobre Ahora en Común: “Sólo puedes negociar de verdad cuando amenazas con llegar al final”
En la legislatura que viene, ¿qué trabajo se puede hacer desde IU? ¿Pasa por un pacto con PSOE y Podemos?

Creo que una cosa es la lucha institucional, en la que habrá que ver la correlación de fuerzas y cómo se configura el Gobierno. Creo que ahí sólo se puede hablar de pacto en términos de programa concreto, es decir, si hay derogación de la reforma laboral, plan de trabajo garantizado y una serie de cuestiones, se puede hablar; si no, no se habla. Y luego hay una segunda cuestión que es repensar la izquierda. Es necesario ir hacia ese escenario, ver qué izquierda va a ser capaz de constituirse en este nuevo ciclo electoral. Habrá que pensar cómo el feminismo, el ecologismo, cómo la ruptura democrática se sitúan en un nuevo escenario después de que el bipartidismo haya aguantado el primer golpe. Evidentemente, hace falta readaptarse. Pero son dos elementos distintos: una cosa es lo institucional y otra es la reflexión general sin el foco de lo electoral por delante.

Ese repensar la izquierda, ¿por dónde pasa? ¿Hay que romper los moldes ideológicos en los que ha estado situada hasta ahora?

Creo que pasa por tener presente que una izquierda que quiera transformar la sociedad necesita saber cuál es el sujeto histórico que transforma la sociedad. No es un mero debate académico entre si es la multitud o el precariado el sujeto, sino saber cuál es la base social, cuál es el pueblo que va a transformar la sociedad en virtud de esos principios y valores de izquierda. Y eso se configura en función de cómo estén las clases sociales establecidas. No son lo mismo las clases sociales de los años 70, con grandes industrias con un nivel de afiliación sindical muy alto, que las de la actualidad con la precariedad laboral que existe, la falta de afiliación sindical, etc. El 15M sí que obedece a esa transformación. La estructura productiva es muy diferente y el 15M se nutre de la frustración en parte de la gente frente a unas condiciones estructurales que lo superan: precariedad, inseguridad, falta de certezas, sensación de saqueo. Es más parecido a la de 2001 en Argentina que a cualquier otra crisis. Creo que lo primero que hay que hacer es analizar la estructura económica de nuestro país y en eso hemos avanzado muy poco. Fundamental­mente porque como izquierda hemos caído en el ilusionismo electoral, por eso no se entendió el 15M por parte de la izquierda en general. El 15M no era interpretable en votos, pero era el síntoma de que algo estaba pasando en la sociedad. Y eso fue lo que no se vio, porque el ilusionismo electoral nos llama a pensar sólo en términos de ciclo electoral. Eso explica mucho Podemos, que se define como una máquina electoral, sólo piensa en las elecciones. Creo que una izquierda que plantee un proyecto de verdad tiene que pensar más allá.

Sin embargo, tres promotores de Ahora en Común se fueron de este proyecto denunciando la falta de mecanismos para poner en marcha un cambio real en el modelo de participación. De hecho, en todo el proceso de confluencia ha habido una tensión entre quienes se colocaban en los puestos de salida para el ciclo y quienes quieren trabajar por el bien común. Sabemos que eso no se resolvió perfectamente en las candidaturas municipalistas, pero por lo menos sí ha parecido que se intentó.

Creo que hay varios elementos que influyen en el resultado final. Uno es el tiempo. La candidatura de Ahora Madrid, con todo el proceso de Ganemos, tuvo un año y medio para formarse. Ahora en Común, como proyecto, va a tener cinco meses. Lógicamente eso condiciona todo, porque los ritmos son distintos y la capacidad de ajustar es más compleja, más hostil. Pero no creo que ése sea el problema real. El problema es que, cuando se constituye Ahora en Común, lo hace como un objeto de superación tanto de Podemos e Izquierda Unida como de todas las formaciones; en el sentido, no de superar como un nuevo sujeto político, sino de establecer un espacio que sea común para poder encontrarnos todos cómodamente. Si todo el mundo hubiera aceptado eso, el menor de los problemas hubiera sido el tiempo. Hubiera sido adaptarse y punto. Pero en la medida en que Podemos no quería participar en eso, esas tensiones estallan. Estallan porque Ahora en Común se convierte en un espacio que atrae a mucha gente pero no a todos, y si no atrae a todo el mundo, al final se convierte en competidora electoral. Eso hace que los promotores se salgan. Promotores que sólo creían en Ahora en Común como un sujeto en el que confluyeran todos los partidos. Si no, se iban.

A mí me parecía una opción de inicio bastante ingenua. Primero, porque no es la forma de negociar; es decir, solo puedes negociar de verdad cuando amenazas con llegar al final. Y, segundo, porque Podemos había dejado claro que no iba a renunciar a sus siglas. Hemos aprendido a lo largo de la historia que el partido que tiene un 15% o un 20% de expectativas de voto no renuncia por mucho que se lo diga gente con muy buena intención. Es la posición de los promotores y de gente que me parece que hace análisis adecuados, aunque discrepe incluso en las formas –porque Emmanuel [Rodríguez, uno de los promotores que han salido de AeC] ha hecho algunas menciones a mi persona bastante desafortunadas–. Pero esa buena intención era muy ingenua porque Podemos no iba a hacer nunca eso. Evidentemente, cuando eso hace estallar las tensiones, al final lo que queda es un espacio cómodo que podría haber sido un Ahora Madrid, pero que se queda como un espacio con muchos mecanismos democráticos y con la gente que sí ha querido entrar, que no es sólo Izquierda Unida, sino también la CHA [Chunta Aragonesista] en el caso de Aragón, partidos como Decide en Común y otros que se marcharon en el último momento, como Equo, porque tenían una oferta mejor. No es una cuestión de método lo que fallaba. No fallan los mecanismos técnicos, sino la voluntad política. Si no había voluntad en Podemos, que quería un pacto por arriba, evidentemente no tenía sentido. Ahora, ha habido mucho juego sucio para intentar hacer creer que algunos habíamos pactado determinadas cosas. Creo que es evidente que no había nada pactado, pero estos procesos tan rápidos incluyen este tipo de tensiones.

El 96% de los votos en las primarias plantea la pregunta de si Unidad Popular es algo más que el partido de Alberto Garzón. ¿Por qué no acudir a las elecciones como IU?

Hay que pensar en los resultados con los que se ha elegido a la número 2, Sol Sánchez, que ni siquiera es de Izquierda Unida. El hecho de que haya sacado un 96% en las primarias resulta de un escenario en el que había trece candidatos. Es verdad que lo entendemos como un escenario de confianza que se ha depositado en mi persona y que agradezco, pero en el resto de las provincias han sido unos resultados muy competitivos que expresan que Unidad Popular-Ahora en Común es algo mucho más amplio que IU. No es tan amplio como nos hubiera gustado, como todo el mundo sabe, pero es el resultado que hay, e implica a fuerzas organizadas pero también, y algo muy importante, a fuerzas de gente que trabaja en movimientos sociales.

"Una cuestión es ser un ladrón como era Moral Santín y toda  la ‘troupe’ que tenía alrededor y otra cosa es ser conservador"
Madrid, Andalucía, Asturias, ¿dónde veis que podéis sumar votos?

Soy bastante optimista. Creo que hay que aceptar, como decía Gramsci, el pesimismo de la razón, que dice que la ley electoral es profundamente injusta y que lógicamente hay muchos lugares donde es muy difícil tener representación, aunque todos los votos cuentan para el grupo parlamentario. Ahora bien, en todas las circunscripciones que son proporcionales nosotros tenemos capacidad de sumar votos. Estamos hablando de Asturias, de Sevilla, Málaga, Madrid, Valencia, aparte de Barcelona, que es un ecosistema particular. En lugares como Cádiz, Córdoba, si obtenemos un buen resultado, debido a que hay una mayor fragmentación, puede que entremos. Vamos a estar en una situación en la que puede pasar prácticamente cualquier cosa, sobre todo porque no está claro qué va a pasar en Madrid. Creo que hay margen, y sobre todo noto que la gente va a los actos de IU y de Ahora en Común de una forma que no iba desde la época de Julio Anguita.

Tras el caso de las ‘tarjetas black’ se decidió refundar la organización en la Comunidad de Madrid. ¿El sector de la organización que ha formado parte del régimen del 78 sólo ha existido en esa comunidad?

Creo que una cuestión es ser un ladrón, como era Moral Santín y toda la troupe que tenía alrededor, y otra cosa es ser una persona conservadora. En IU, como en todos los partidos, siempre hay un ala más conservadora que otra. Y cuando se inicia un proceso de renovación siempre hay resistencias, esas resistencias se vencen. Hay gente que opinaba que IU tiene que ser más conservadora, que tenía que defender al régimen del 78. Son posiciones que existen en todas partes. De hecho, gran parte de la derecha de nuestra organización ha acabado o en el PSOE o en Podemos. Creo que todas las resistencias las hemos ido superando de acuerdo a las circunstancias. No quiere decir que no siga habiendo resistencias. La unidad popular fue aprobada por un 90%, hay un 10% que no quería. Pensar que vamos a avanzar con el 100% es una ingenuidad en cualquier proceso.

En el Estado, ¿proceso constituyente? ¿Reforma constitucional?

Primero, cortocircuitar la operación del régimen. La operación es una ley electoral profundamente regresiva, como la de las municipales; y después una reforma constitucional con esa ley electoral que prácticamente intenta liquidar a la izquierda, para apuntalar el régimen, la monarquía y un proceso constituyente en sí mismo; es decir, la punta que le ponen al proceso constituyente que ya están haciendo, dirigido por la oligarquía, basado en la pérdida de derechos laborales, sociales, económicos. Esa es una operación en marcha que tenemos que cortocircuitar con el mejor de los resultados posibles, porque si no, si ellos tienen mayoría parlamentaria para acabar con el estatuto de los trabajadores, evidentemente ya no sólo será un problema de reformas laborales. Es un proceso de resistencia en términos de país.

Impás en el ciclo económico y precariedad

Garzón cree que el ciclo económico está contenido en este momento, pero tarde o temprano “va a estallar”. Para Garzón, “la realidad es que objetivamente hoy estamos peor que hace cuatro años. La mayoría social está peor. En términos de desahucios, de desempleo, de precariedad, de miseria, de expectativas, etc”.

Tags relacionados: número 257
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

Tienda El Salto