27-S, un plebiscito sobre un nuevo régimen para Catalunya (y sobre quién lo lidera).

La convocatoria de elecciones en Catalunya como última parada del proceso soberanista ha abierto el debate: el 27-S será un plebiscito, pero, ¿sobre qué? Durante los últimos tres años ha quedado demostrada la existencia de una importante capa social cuya prioridad es el modelo nacional, como fin o como herramienta. Para otros, y de forma no excluyente con lo anterior, es la hora de decidir sobre el futuro socioeconómico del país. El hecho es que todos decidirán con su voto ambas cosas. Eso convierte al 27-S en unas elecciones y, a la vez, en un plebiscito sobre un nuevo régimen político para Catalunya.
Siete opciones concurrirán a las elecciones con posibilidades de entrar al Parlament. Divididos en el eje nacional, Junts Pel Sí y la CUP están en el bloque de los independentistas, CAT Sí que es Pot (CSP), PSC y Unió apuestan por diferentes opciones federalistas pactadas, mientras que PP y Ciutadans son partidarios de una mayor centralización.
Divididos en el eje socioeconómico, por la derecha está Unió y el PP, en el centro socialdemócrata PSC y, con algunas dudas, Ciutadans, y en el la izquierda transformadora Catalunya Sí Que Es Pot y la CUP. Ocupando posiciones desde la socialdemocracia hasta el neoliberalismo, la coalición de Junts Pel Sí. Nueve espacios políticos, 3x3, en un escenario, el catalán, que de forma clásica se había dividido en 4+1. En Catalunya hay ruido constituyente.
Junts Pel Sí parte como favorita, pero la mayoría de sondeos la sitúan por detrás de los 68 diputados
Tanto si ganan las opciones independentistas como si lo hacen las partidarias de la unidad de España, el 27-S dará como resultado una mayoría partidaria de avanzar en el autogobierno catalán, hecho que tendrá una importancia capital en la próxima legislatura española. Quien llegue a la Moncloa tendrá que lidiar con una herida territorial abierta que pondrá en jaque la concepción nacional de España. Pero además, la configuración del nuevo Parlament podría tener una mayoría de izquierdas si sumamos los escaños de CSP, la CUP, PSC y los de ERC, una situación excepcional que, precisamente, Junts pel Sí ha conseguido romper al incluir a los socialdemócratas en su grupo.
El 27-S no es sólo un plebiscito sobre un nuevo régimen para Catalunya, sino también sobre el equilibrio de poderes en él. La candidatura de Junts Pel Sí, una coalición formada por Convergència, ERC, las entidades soberanistas y escisiones del PSC y de Unió, es sobre todo el intento de verticalización de un proceso soberanista de raigambre transversal en lo social. Los factotums de Convergència, el propio Artur Mas o el hombre que mueve los hilos, David Madí, han entendido que la única posibilidad de supervivencia del espacio político creado por Pujol en un momento de descomposición del catalanismo político es subirse al carro del independentismo, y hacerse con su control. Y en eso llevan enfrascados más de dos años, con réditos hoy evidentes.
¿En qué anda la izquierda?
Junts Pel Sí parte como favorita pero la mayoría de sondeos publicados hasta ahora la sitúan por detrás de los 68 diputados que otorgan mayorías absolutas en Catalunya. El independentismo espera alcanzar esa barrera con la suma de los diputados de la CUP, que podrían alcanzar la decena. La esquerra independentista ha dejado claro que, lejos de rechazar este papel de llave, se encontrarían cómodos en una mesa para constituir el primer gobierno netamente independentista de Catalunya.
Durante las últimas semanas se ha especulado con la posibilidad de que en una situación así la CUP exija que Mas no sea el president. Su candidato, Antonio Baños, se ha limitado a asegurar que “no se ve” invistiendo a Mas, aunque sí aceptaría apoyar a un gobierno de Junts Pel Sí “si es para la ruptura”. Pese a la voluntad de la candidatura anticapitalista, lo cierto es que el potencial rupturista del proceso catalán, al menos en imagen, se ha visto mermado de forma drástica con la fórmula electoral aceptada por las entidades soberanistas y ERC, a la que Convergència forzó con la amenaza de no convocar elecciones. Tras meses de negativas, los de Junqueras han aceptado integrarse en una lista que colocaría a Mas como president en caso de ganar.
Catalunya Sí Que Es Pot, la apuesta de Podemos e ICV-EUiA, ha dejado atrás semanas de tribulaciones por no dar con una fórmula óptima. La lista eligió como candidato finalmente a Lluís Rabell, un activista vecinal que hizo una entrada discreta en la primera línea política pero que ha ido tomando vuelo lentamente. Catalunya Sí Que Es Pot compite contra Ciutadans por el segundo puesto y propone un programa social de ruptura con la austeridad. Sobre el modelo nacional, apuestan por un proceso constituyente catalán, confiando en que las mayorías estatales cambiarán pronto y les permitirán llevar a cabo su propuesta.
El mayor problema de CSP es acabar teniendo razón en algo que han dicho reiteradamente: en Catalunya había un consenso de cerca del 70% sobre el derecho a decidir, es decir, hacer un referéndum, que tras el 9N de 2014 se ha roto. El independentismo ha pasado de pantalla y ya no busca un referéndum legal, sólo formas que lo legitimen internacionalmente para declarar la independencia. Pero la propuesta de Sí Que Es Pot también ha renunciado a un referéndum si no es vía reforma constitucional española, algo para lo que se necesitan 2/3 en ambas cámaras españolas y que no parece factible tras las próximas generales.
Recomposición, de qué régimen
En un momento de cambio de ciclo multieje como el que vive Catalunya es tan seguro que hay opciones de recomposición de régimen como difícil distinguir cuales son. Junts Pel Sí sirve, entre otras cosas, para camuflar la refundación de Convergència, por lo que conjuga una apuesta rupturista en lo nacional con una económica y social que continúa la estela de lo que han sido los gobiernos de CiU desde 2010. De los pactos que deban suscribir para obtener una mayoría independentista dependerá también un giro en sus políticas sociales.
Más claro es el papel de Ciutadans, que, según los sondeos, podría alcanzar el preciado puesto de principal partido de la oposición.
Durante los últimos nueve años de trayectoria en Catalunya, la formación naranja se ha instalado entre el nacionalismo español y las posiciones antisistema, con ciertos coqueteos con la extrema derecha europea. En plena expansión española y con posibilidades de morder un porcentaje importante del electorado conservador del PP, la nueva etapa del partido en Catalunya podría dar un importante giro, apelando a la responsabilidad y emergiendo como garante de la recomposición del régimen en terreno tanto nacional como social.
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