Tras la victoria del no en el referéndum sobre las medidas de austeridad, ya nadie cuestiona el problea de la deuda y el impago de una parte de la misma.
El domingo 5 de julio, la democracia venció al miedo por un gran margen. Grecia, sólo cinco meses después de las elecciones generales que dieron el triunfo a Syriza, ha vuelto a votar en contra de la austeridad. En enero, la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) se quedó muy cerca de la mayoría absoluta. El cinco de julio, la victoria fue mucho más rotunda.
El 61,31% de las papeletas respaldó la negativa del gobierno de Alexis Tsipras a aceptar un ultimátum que seguía reproduciendo el círculo vicioso de la austeridad. Es decir, nuevos créditos concedidos para pagar los intereses de deudas anteriores, para cuyos pagos serán necesarios más créditos, sin que éstos reviertan en el bienestar de la población de Grecia.
La total ausencia de partidarios del ‘no’ en las cadena privadas ha contrastado con la exquisita neutralidad que ha mantenido la recientemente
reabierta ERT
El referéndum se ha desarrollado en medio de una fuerte campaña del miedo. Las televisiones privadas griegas han apostado claramente por el 'sí' y han agitado toda clase de terrores si vencía el 'no'. "Los bancos no van a volver a abrir nunca", bramaba uno de los tertulianos estrella de Megatv, principal cadena griega. "Si sale el 'no', Grecia saldrá del euro, de Europa y se quedará aislada. Entonces, seremos presa fácil para Turquía", decía otro obviando que tanto Grecia como Turquía forman parte de la OTAN. "Miren ustedes a los países de nuestro alrededor, ¿quieren ser como ellos? Yo no quiero ser como Albania o Bulgaria", zanjaba una tercera.
La total ausencia de partidarios del 'no' en las cadenas privadas ha contrastado con la exquisita neutralidad que ha mantenido la recientemente reabierta ERT. En la televisión pública se ha dedicado el mismo tiempo a exponer las razones del 'no' y del 'sí'. De hecho, esto ha sido motivo de debates internos en Syriza. Mientras a la corriente mayoritaria le parecía bien cumplir la palabra de hacer una televisión pública plural, algunas voces se han quejado de que, en un contexto mediático tan desfavorable, apostar por la pluralidad debería haber consistido en compensar al resto de medios, haciendo campaña por el 'no'.
Las colas en los cajeros se han convertido en una molestia que las griegas han aceptado con resignación. No ha habido ningún incidente reseñable en ellas. De hecho, la mayoría de las discusiones se han producido como consecuencia de la presencia de cámaras. "Que te limiten el dinero que puedes sacar es una mierda. Pero que, encima, tengas que aguantar a periodistas extranjeros grabándote cada vez que lo haces te cabrea", decía Vasilis en una cola cercana a la plaza Syntagma la noche del lunes 29 de junio.
La mayoría de los griegos expresó mucha preocupación durante la semana pasada. Pero la incertidumbre y las amenazas de salir de la Eurozona no han sido suficientes para decantar el voto. "Claro que da miedo que gane el 'no' porque no sabemos qué consecuencias puede tener", explicaba Soula horas antes de saber los resultados. "Pero lo que nos aterra verdaderamente es seguir como hasta ahora. Cinco años de 'sí' a la austeridad son más que suficientes para saber que si seguimos así las cosas no van a mejorar".
En el pequeño país del Egeo, todo el mundo sabía que el referéndum tendría consecuencias para toda Europa. La campaña por el 'sí' tuvo como lema Sí a Grecia en Europa". Sus concentraciones, plagadas. Los partidarios del 'no', con Tsipras a la cabeza, se han esforzado en explicar que lo que querían no era salir de Europa sino cambiar Europa.
Hay una alternativa
Syriza entendió en 2012 que el Estado nacional es "una barrera a la articulación de la lucha de clases a la misma escala en la que actúa el capital financiero". Según esta tesis, no basta con ganar las elecciones de un Estado; para producir cambios reales la batalla se libra en Europa. La importancia de Grecia, en este sentido, no es económica sino política. Su economía sólo supone el 2% del PIB europeo, pero es el lugar en el que, gracias a una movilización popular multitudinaria y sostenida, se está demostrando que el neoliberalismo no es invencible, ni inevitable: "There is an alternative".
Nunca hasta ahora se había dado el caso de que un socio comunitario discrepara abiertamente con los demás gobiernos
Como señala el economista Isidro López, "Grecia está protagonizando el primer conflicto político contra la Europa neoliberal". Nunca hasta ahora se había dado el caso de que un socio comunitario discrepara abiertamente con los demás gobiernos.
Liberales, conservadores y socialdemócratas llevan años presentado como técnicas decisiones que son políticas. Manos Manousakis, secretario de Estado de Economía, tiene claro que Grecia necesita romper su aislamiento. "Nuestra estrategia pasa porque, tras las elecciones de noviembre en España y en febrero en Irlanda se pueda conformar en Europa un campo que se opone a la austeridad. Las victorias de Podemos y el Sinn Fein, posibles según las encuestas, son imprescindibles para nosotros. Especialmente las de España, porque es la cuarta economía europea. Podemos tendrá la posibilidad de tener una estrategia más radical que la de Syriza".
La cuestión clave para que pueda nacer esta nueva Europa es la deuda, según Manousakis. "Nuestro gobierno está en contra de las condiciones que nos imponen a través de la deuda".
Según él, no están en contra de reducir el déficit, sino de decidir de dónde recortar para lograrlo. "Estamos contra la austeridad, contra los recortes sociales, los recortes de salarios. El centro del debate no es la cantidad que se adeuda; todos los países del mundo están endeudados. La deuda es la cuestión central del capitalismo financiero, en la época histórica en la que vivimos actualmente. Por eso, debemos luchar contra las medidas que nos imponen con la excusa de la deuda y, también, para que se cancelen las deudas de todos los países".
La propuesta que Tsipras envió aquel ya lejano 29 de junio al Eurogrupo iba en esa línea. Por un lado, exigía reestructurar la deuda, que a estas alturas ya todo el mundo considera insostenible. Por otro, proponía sustituir los recortes sociales y las privatizaciones por una reforma fiscal que, al tiempo que luchaba contra la evasión, cargaba a las rentas más altas el peso del sacrificio. Impuestos para los ricos en vez de recortes para los pobres.
La primera victoria del desafío de Grecia es que ya hoy nadie discute la pertinencia de la reestructuración.
El FMI se encargó de filtrar un documento que admitía una quita del 30% de la deuda griega tres días antes del referéndum. La canciller alemana, Angela Merkel, ha admitido tal posibilidad pero dice que "sólo si Grecia presenta una propuesta creíble". Ya nadie cuestiona que Grecia tiene derecho a impagar una parte, sólo se debate sobre la cantidad, el momento y la manera de hacerlo.
El enanito que freía souvlakis
Aunque la semana se cerraba con un rotundo jaque de Tsipras, el lunes tuvo que sacrificar a la reina. A las ocho de la mañana, el ministro de finanzas Yanis Varoufakis anunciaba su dimisión. Fuentes de Syriza han confirmado a Diagonal que el motivo de la renuncia es una cesión a los socios comunitarios. Los acreedores, enrocados tras la convocatoria del referéndum, pusieron como condición para alcanzar un nuevo acuerdo que la firma del greco-australiano no constara en él.
Su sustituto es Euklides Tsakalotos, que, al igual que Varoufakis, es profesor de economía. Las similitudes acaban ahí. A diferencia del ministro saliente, Tsakalotos sí es miembro del partido. "Es un hombre del aparato", señalan las fuentes consultadas. "Varoufakis tenía una buena relación previa con la parte americana de los acreedores, con varios economistas asesores del FMI. Tsakalotos, en cambio, se lleva muy bien con los europeos, lo que durante estos meses ha servido para compensar el odio que éstos tenían por Varoufakis".
Amalia Vasilakaki, profesora de adultos y veterana activista, conoce a Tsakalotos por haber coincidido con él en la organización del Festival Antirracista que organizan anualmente en Atenas varios colectivos de apoyo a migrantes y refugiados. "Es todo lo contrario a Varoufakis", dice Vasilakaki, “es feo, bajito y tiene un hilillo de voz que parece un pajarito. Pero curra como una bestia. Me acuerdo de verle cada año haciendo turnos en el puesto de souvlakis y, después, en la caja del festival. Tengo mucho respeto por él por eso, porque le he visto trabajar como un burro para los colectivos. Además, es más de izquierdas que Varoufakis".
El ejecutivo de Tsipras ha demostrado una capacidad estratégica por la que nadie habría apostado en enero, cuando fue elegido. Un equipo de gente joven y valiente que ha sabido plantar cara a Merkel, Draghi y Lagarde. Tal vez éstos crean que sin Varoufakis las cosas van a ser más fáciles para ellos. Tal vez, porque siguen apostando por una política en la que unos pocos, reunidos en Bruselas, pueden decidir a su antojo el futuro de millones de europeos.
El referéndum es un claro síntoma de que las cosas ya no pueden funcionar así. No se dan cuenta de que los protagonistas de la nueva Europa no son Varoufakis, ni Tsipras, sino todo un pueblo que ya no acepta las políticas de austeridad.
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