Hijo de un expresidente de Alianza Popular, yerno de un exministro franquista presunto torturador, padre de hijos ebrios que huyen con scooters, expresidente de la Comunidad de Madrid, exalcalde de ídem, donde hizo su gran papel para que los progres dijeran en sus cenas “pues a mí Gallardón me gusta” (Goooool), que tuneló la ciudad regalándosela a sus amigos banqueros e inmobiliarios mientras apuntalaba la pátina cultureta que le protegía, ministro de Justicia responsable de las tasas judiciales y de varios indultos infames... Ofú. No contento con este currículum, y como ya predijo su padre –“Si creen que soy de derechas, es que no conocen a mi hijo”–, su obra más aberrante estaba por llegar, ¡tacháaan!: la Ley de Protección de la Vida del Concebido, culminación de toda una carrera. Chicas, dejad paso a los fetos, que sus derechos están por delante de los vuestros. Era para partirse la caja si no hubiera sido espeluznante en su mera posibilidad. Pero la lucha feminista vino a detener la aberrante ascensión política de este sujeto y de los dos gatos acostados que tiene por cejas. ¡Un subidón, al fin! Somos la hostia. Para megalómanas, nosotras: “Ante alcaldes faraónicos y legisladores delirantes, coños grandes, grandes, grandes”. Este año, muchos chupitos de lo que queráis para celebrar esto. Eso sí, hasta que no le echemos del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, no pararemos. ¿Sueldos vitalicio encima? ¡Nuestros ovarios!