Los autores analizan la oportunidad abierta para Podemos en una Catalunya en stand by desde la consulta celebrada el 9 de noviembre.
inforelacionada
Algo ha mutado en Catalunya del 13 octubre al 24 de noviembre. A lo mejor no ha pasado entre esas fechas, pero sí se ha visualizado. Artur Mas ha desequilibrado el proceso soberanista a su favor. Partía arrastrado por una gran movilización ciudadana, pero ha sabido acabar apoyándose en el único movimiento social de masas progubernamental de la Europa de la austeridad y los recortes. En medio perdía 12 diputados y la referencia atatürkiana de partido y país, Jordi Pujol, que acaba como un vulgar defraudador confeso. Al final, una refundación de CDC en un tiempo récord, anunciada en su conferencia del 24 de noviembre. Un anuncio no explicado pero sí ímplicito de ruptura con la CDC de Pujol. La partida para convertir el proceso soberanista catalán en una palanca de ruptura democrática o un mecanismo regeneracionista para la derecha parece desequilibrarse claramente hacia este último lado.
La irrupción de Podemos parece alejar aún más la posibilidad de que Artur Mas adelante las elecciones
Durante un tiempo el proceso soberanista de Catalunya se asomaba, por un lado, como la posibilidad de abrir el melón constitucional del 78, pero también al mismo tiempo, como un proyecto de resituación de las elites catalanas. Sin duda, ambos proyectos pugnaban tácticamente.
Un 85% de catalanes a favor del 'derecho a decidir' era una impugnación a uno de los pilares fundamentales de un régimen constitucional, siendo el territorial de nuevo el eslabón histórico más débil del estado español. Además, el escoramiento sociológico hacia la izquierda de Catalunya permitía ver el procés como una oportunidad de ruptura democrática en Catalunya. La previsible --mal supuesta, mejor dicho-- dificultad para CiU de salirse del carro sin que ello le supusiera una contestación desde el frente nacional, además del social por los recortes, hacía intuir una ventaja táctica. Además, el que los grandes empresarios catalanes hicieran piña con el gobierno de Madrid desde la unanimidad del IBEX-35 le daba una coartada popular --al menos de amplias clases medias-- a un proceso marcado por grandes movilizaciones de masas. No era de extrañar que muchos catalanes apostaran por el proceso soberanista como una oportunidad para la ruptura democrática.
Sin embargo, las élites también apostaban por él como un mecanismo de resituación y para ganar fuerza negociadora en una coyuntura regeneracionista de menor o mayor alcance. No hay que dejar de tener presente que la reestructuración del sistema financiero español después del estallido de la burbuja inmobiliaria ha tenido un efecto recentralizador y que cuenta con facciones perdedoras también entre la casta. Las cajas de ahorro han desaparecido y con ellas sus consejos de administración, espacios donde la casta de cada territorio dirigía la inversión del excedente hacia la especulación inmobiliaria. Al mismo tiempo, Catalunya no ha sido ajena a la sustitución de un tejido empresarial de propiedad familiar relacionada con el territorio e inclinada a la negociación colectiva por fondos de capital de riesgo en búsqueda de grandes rentabilidades que dejan abocadas a las empresas a despidos y reestructuraciones. En esta situación la apuesta económica de la casta catalana no es muy diferente a la del resto de España, una pugna por la atracción de capitales especulativos de escaso valor social para las mayorías: Eurovegas en el Baix Llobregat, BCN World en el Tarragonès o la ampliación de la capacidad para el business de la ciudad de Barcelona, convertida en parque temático de turismo y negocios.
Tampoco hay que olvidar que CiU en ningún momento ha dejado de aplicar su programa de acumulación por desposesión y que mientras el lema del independentismo de derechas es “primer la independència i després ja veurem” la sanidad catalana está sufriendo un intenso programa de privatización y negocio. A los imputados por corrupción de la cúpula sanitaria catalana se añade la gestión del conseller Boi Ruiz descaradamente favorecedora de mutuas y holdings privados: cierres de plantas en los hospitales públicos insignias, derivaciones al hospital privado Sagrat Cor y una reforma del sistema sanitario en Lleida para introducir holdings de capital privado extranjero son los últimos ejemplos de esta política. Este modelo es mucho más caro para los ciudadanos y al mismo tiempo ofrece un peor servicio. Es un modelo privatizador que ha logrado ir mucho más allá que aquel de Madrid que los trabajadores sanitarios y los usuarios lograron parar.
El proceso soberanista en Catalunya no ha ofrecido un proyecto a favor de las mayorías que defienda los derechos democráticos de manera integral: desde el derecho de decidir al derecho a la sanidad o a la vivienda: a la dignidad. La ausencia de este proyecto ha mantenido a importantes capas de la población en un margen de desinterés hacia el eje exclusivo de debate político en los medios y la política catalana. Una parte muy significativa del 85% que las encuestas dibujan como bloque a favor del derecho de autodeterminación se siente incómoda con un régimen político incapaz de reconocer Catalunya como un sujeto político propio, pero al mismo tiempo no se integran en un proceso soberanista que no solo pasa de largo de cuestionar las políticas de austeridad y recortes, sino que incluso sirve para legitimar a los que las realizan.
Dice el cronista político de La Vanguardia Enric Juliana, que en estos momentos hay un mercado único de la indignación en España y el nuevo operador político en ese mercado se llama Podemos. Cómo puede actuar este nuevo agente político en Catalunya en el mercado único de la indignación, pero atravesado por un sistema de partidos y un cierre del ciclo de movilizaciones del 2011 diferentes, puede ser una incógnita. Vamos a intentar despejar alguna, establecer alguna hipótesis y, sin duda, también dejar algún interrogante sin responder.
Si Podemos quiere tomar el poder no se puede limitar a ganar unas elecciones
En primer lugar, la irrupción de Podemos parece alejar aún más la posibilidad de que Artur Mas adelante las elecciones. Sin llegar a decir que sea Podemos el único motivo, ni siquiera el más decisivo y sin cerrar la posibilidad de que otros factores sí pudieran hacer decidir a Mas por adelantar las elecciones, sí que parece que nada se va a hacer que ponga en riesgo el proyecto compartido de la casta catalana y española de regeneración y reforma política. Detrás de una representación en versión hardcore de la Puta y la Ramoneta [expresión que se usa en Cataluña para describir una postura ambivalente con el fin de obtener beneficios, n del Ed], la acumulación por desposesión ha puesto los ojos en los 16.000 millones de déficit fiscal. El plan de Mas es ganar fuerza negociadora para la reforma constitucional, pero no porque un estado independiente no les fuera beneficioso. Las ventajas competitivas para captar capitales en un estado propio aumentarían. Sin embargo, conseguir ese Estado independiente con la oposición de Madrid y Bruselas requiere una apuesta rupturista y un grado de violencia muy alejado de los intereses de las clases sociales que respaldan a Artur Mas. Otro escenario muy diferente al actual, que es necesario trazar, sería el de una ruptura democrática en España en un marco europeo con diferentes expresiones de un proyecto democrático en otros países como Grecia. En ese escenario sería posible que las potencias internacionales y la UE actuaran más favorablemente al independentismo, utilizando el nacionalismo como ariete desestabilizador de un gobierno resultado de una expresión del proyecto democrático europeo. Sin embargo, no es hoy el momento de pararnos mucho en esta especulación.
En segundo lugar, Podemos en Catalunya puede llegar a un espacio transversal muy amplio. la ruptura del mencionado 85% a favor de la consulta en unas elecciones de corte plebiscitario entre una mitad a favor de la independencia y otra que apueste por participar en un proceso constituyente con marco español. Podemos puede entrar en Catalunya como un proyecto propio de Catalunya, y no mera sucursal, ocupando un espacio político vacío con un amplísimo número de catalanes que rechazan el statu quo, que no aceptan los límites de la Constitución del 78 para Catalunya de Ciutadans ni se reconocen en la degradación conceptual que el PSC ha hecho del federalismo y que además responda a las críticas a la excesiva profesionalización y alejamiento de los partidos de izquierda.
La oferta de un proceso constituyente que hace Podemos podría ser atractiva incluso para algunos independentistas para desbloquear un marco que imposibilita el ejercicio del derecho de autodeterminación. Pero es en el acento de la participación singular de Catalunya en un proceso constituyente español con inclusión integral de los derechos democráticos donde Podem puede encontrar el proyecto político de enganche con las clases populares de Catalunya. Un proceso constituyente que además incluya los derechos nacionales que fueron consenso entre las fuerzas democráticas del antifranquismo y quedaron fuera del marco de la reforma política que condujo la Constitución del 78: derecho de autodeterminación, posibilidad de federaciones internas, eliminar la preeminencia del castellano sobre las otras lenguas, etc.
Una reelaboración de un espacio político con mucha historia en Catalunya que convierta lo que fue el cinturón rojo de Barcelona en el cinturón morado, por decirlo gráficamente. Teniendo en cuenta que ni las comisiones obreras de los 60 (ni el PSUC de los 70 ni el PSC de los 80) se limitaban al área metropolitana de Barcelona, sino que también tenían una fuerte presencia también en Tarragona, Vallès Occidental, Vallès Oriental, Manresa, Sallent, Salt, etc. articulando un proyecto popular de país, pero que tenía su músculo en los barrios populares del cinturón de Barcelona. Un proyecto político que conecte con las clases populares en el que no se limiten a poner el voto, sino que puedan ser protagonistas. Si Podemos quiere tomar el poder no se puede limitar a ganar unas elecciones. En Catalunya tenemos la lección del tripartito. Escribir el DOGC [Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya] no transforma las relaciones sociales, tampoco lo hará escribir el BOE. El gobierno de la mayoría se debe acompañar de instrumentos organizativos con capacidad tentacular de aprehender la realidad social a la vez que son capaces de intervenir en ella. Organizar los barrios es una tarea tan importante como ganar las elecciones. Hay que tener un instrumento con capacidad movilizadora con capacidad de construir y explicar un relato alternativo al de la previsible reacción de la casta.
comentarios
9