Hay dos cosas que ponen de acuerdo a Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno en Madrid, y a muchos de los que protestan contra la austeridad y la corrupción.
Hay dos cosas que ponen de acuerdo a Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno en Madrid, y a muchos de los que protestan contra la austeridad y la corrupción: en 2014 han bajado las manifestaciones y el culpable es un político con coleta. Los datos de sobra conocidos de Delegación señalan que en los diez primeros meses del año hubo un 33% menos de protestas callejeras con respecto a 2013. Según la web 15Mpedia, mucho menos sistemática que el recuento de Cifuentes –que al fin al cabo incluye protestas como la marcha antielección del 22 de noviembre–, en Madrid hubo 16 convocatorias en octubre de 2013. Un año después, sumaban 4.
La comparación deja fuera todos los demás territorios, como Catalunya, que no ha pasado por un año precisamente tranquilo en las calles. No obstante, la idea de que el ciclo de movilizaciones antiausteridad abierto en 2011 ha perdido fuerza frente a la propuesta electoral ha prendido. La pregunta es si procesos como el abierto por Podemos y las candidaturas municipalistas como Guanyem Barcelona quitan fuelle de alguna manera a la movilización social y su expresión organizada: viejos y nuevos movimientos sociales como el vecinal, el sindical, las mareas o los grupos por el derecho a la vivienda. Y más allá de eso, si las expectativas de cambio generadas se cumplirán una vez que estas formaciones tengan responsabilidad de Gobierno –o de oposición–.
Fuera del primer plano
Algo de eso hay, como reconocía en noviembre un editor de informativos de La Sexta a un miembro de comunicación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), organización que, en cuanto a visibilidad mediática, en 2013 protagonizó algunos ciclos de noticias con su campaña de señalamiento –escraches– a cargos del PP y su denuncia de los suicidios asociados a procesos de desahucio. El editor reconocía que, frente a la protesta social de 2011-2012, la prioridad informativa había pasado a ser la corrupción y su contra imagen, la honradez de Podemos y su denuncia de la casta retransmitida en directo a través de tertulias e informativos.
“Parece que está todo el mundo en su casa parado, con el voto entre los dientes, como si fuera el cuchillo, esperando a que den el toque de salida para votar y zumbarse al conjunto del sistema”, admite entre risas Pablo Carmona, del Observatorio Metropolitano y Ganemos Madrid. Según el periodista de eldiario.es Juan Luis Sánchez, este fenómeno contradice –al menos en apariencia– el significado literal del “no nos representan” cantado en el No a la Guerra y en el 15M. “Quizá aquel ‘que no nos representan’ que se gritaba en las plazas no significaba lo mismo para todos los que lo gritaban”, escribía en su propio diagnóstico de la explosión política ocurrida en 2014, el artículo Historia de un volcán. “Otros –concluía– lo que estaban queriendo decir es algo más sencillo: ‘Busco desesperadamente a alguien que me represente, porque éstos ya no’”.
Otro temor reside en la simplificación o rebaja de las demandas expresadas de forma más o menos masiva en las calles. Tras la presentación del documento económico elaborado por la dupla que Pablo Iglesias designó directamente –al margen de su círculo de Economía–, se supo que el boceto no tendría en cuenta la demanda de un ingreso básico sin condiciones –como desempeñar trabajos en beneficio de la comunidad, hacer cursos o estar en búsqueda activa de empleo–, algo que sí estaba en el programa de Podemos que les aupó al Parlamento Europeo y a la primera división de la política estatal. Una traición con minúsculas –poca gente votó a Podemos el 25 de mayo por su programa– que también puede tener su reverso: la sola mención de las palabras Podemos + Renta Básica hizo que la propuesta llegara a las tertulias televisivas y a través de ellas a millones de personas que posiblemente jamás habían llegado a prestarle atención.
La sola mención de las palabras Podemos junto a Renta Básica hizo que el concepto llegara a las tertulias televisivas
¿Significante qué?
El efecto de suplantación puede ser más grave allí donde las demandas de los movimientos sí habían conquistado un consenso social A.D.P. (Antes De Pablo). El ejemplo de libro serían las demandas de la PAH. En otras palabras: el significante “parar los desahucios” puede resultar demasiado flotante si un futuro Gobierno rupturista cambia la ley para detener los desalojos de personas que han dejado de pagar la hipoteca, pero no para detener los desahucios que afectan a los inquilinos, que son mayoritarios: un 51,3% frente al 43,4% de desahucios hipotecarios, según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial.
En otras cuestiones, como la inmigración, donde Podemos guarda un estruendoso silencio, es justo reconocer que tampoco ha sido un tema central desde que la sociedad española comenzara a repolitizarse en 2011. [Nota del redactor: lo de significante flotante es un concepto académico muy citado por los dirigentes y algunos miembros de Podemos cuando no están en las tertulias].
Un compromiso para atarlos a todos
Sea cual sea la opinión que se tenga sobre la importancia que han cobrado los partidos y las elecciones, apenas se habla de otra cosa. En el último encuentro estatal de la PAH se debatió y aprobó poner en marcha una campaña, llamada Compromiso con la PAH, para delimitar de cara a la ciudadanía una serie de medidas básicas en materia de vivienda y desahucios. En la misma línea, el movimiento definió unas líneas rojas sobre comunicación que excluyen de las portavocías a miembros de partidos políticos para asergurar la independencia del movimiento.
Regalar Diagonal encaja...
comentarios
1