Íñigo Errejón
Integrante de la promotora de Podemos
“Estamos orgullosos de que la oligarquía española tenga miedo”

Íñigo Errejón, una de las caras más visibles de Podemos, analiza la relación de éste con los movimientos sociales y su posible ascenso al poder.

, Redacción
07/11/14 · 7:17
Edición impresa
Íñigo Errejón durante la asamblea ciudadana Sí se Puede. / Álvaro Minguito

Íñigo Errejón (Madrid, 1983) forma parte del núcleo inicial de Pode­mos, la fuerza política que, según la última encuesta de Metroscopia, desbancaría al PP como la más votada en el Estado español. Inte­grante del círculo del líder del partido, Pablo Iglesias, Errejón fue el responsable de campaña de la agrupación en las últimas eleccio­nes europeas, en las que Podemos obtuvo 1,2 millones de votos y cinco diputados. También fue el ponente de la propuesta organizativa ‘Claro que Podemos’ en la Asamblea Ciudadana Sí Se Puede. Una propuesta que fue aprobada por el 80% de las 112.000 personas que votaron tras el congreso.

Al dirigirse Podemos a una lógica más mayoritaria, que implica ir a por todas y a ganar el gobierno, ¿es previsible que se rebajen ciertas demandas de cara a hacer la propuesta atractiva para una mayoría de electores?

Creo que hoy en España nos enfrentamos a una situación en la que, frente al colapso del edificio institucional y cultural del 78, tenemos dos alternativas: que la transformación la conduzcan como restauración oligárquica por arriba, o que la conduzcamos en un sentido de apertura democrático-popular o plebeya. Hay cuestiones claramente aceptadas por una amplia mayoría de nuestra sociedad que se sitúan ya en una frontera inasumible para la oligarquía. Eso significa que ésa es la frontera en la que hay que disputar, porque es una que permite la construcción de sentido común de nuestro lado y que permite aislar a las élites. Sobre esos temas hay ya claramente una mayoría popular que es de ruptura. Aunque es verdad que no se expresa ni en los términos ni con una buena parte de los leitmotiv de los activistas. Yo creo que siempre lo sospechamos, que la construcción de un bloque popular iba a ser, como hemos visto en muchos países, pillando a una buena parte del activismo con el pie cambiado.

"Prefieren hablar de España versus Catalunya en lugar de hablar en relación a la cesión de soberanía a la troika"

Hay aspectos y demandas de los movimientos sociales que podrían dificultar conseguir un voto mayoritario. ¿Va a prevalecer el llegar a una mayoría o el ser fieles a colectivos que llevan luchando años?

Hay temas en los que los ritmos son diferentes. Hay algunos en los que queda un trabajo cultural y pedagógico mucho más profundo por hacer, que es un trabajo más lento, y hay otros que son claramente de ofensiva. Un ejemplo muy claro al hilo del debate estos días: nuestra posición sobre el derecho a decidir. Somos conscientes de que no es una posición en la que juguemos a la ofensiva. Es verdad que la movilización nacional en Catalunya evidencia una fractura del Régimen. Pero también que juega un papel ambivalente, porque en torno a ella pueden recuperar posibilidades de mayoría unas élites que en el resto de los temas están a la defensiva y que, sin embargo, están cómodas hablando de eso. Prefieren hablar de España versus Catalunya en lugar de hablar de España en relación a la cesión de soberanía a la troika.

¿Cómo tendrán cabida los diferentes movimientos sociales en el programa y la política de Podemos?

Creo que movimientos sociales son unas palabras que nos embrujan, porque es un nombre muy grande para hablar a veces de colectivos o iniciativas concretas. En Podemos hemos dicho que hace falta construir una herramienta política que permita devolver las instituciones a la mayoría social golpeada, y eso es una batalla político-electoral que creo que va a ser el centro de la disputa política en estos días. Hay que conquistar las instituciones pero hay que construir también una voluntad popular. Es una labor que no puede hacer Podemos solo. Estamos contribuyendo a desbloquear una situación que parecía bloqueada, pero esa pelea a Podemos le queda muy grande.

Hay quien plantea que toda la voluntad transformadora se ha volcado en lo electoral y que ahora la calle y los movimientos sociales tienen menos fuerza.

Bueno, es una concepción que es heredera de la vieja idea de unir a los movimientos sociales. Podemos no ha hecho eso, no preguntó entre los colectivos si había que lanzar una candidatura, fundamentalmente porque expresó lo más importante del descontento popular. Le hablaba a una parte importante de nuestro pueblo que tenía un descontento inorgánico, no organizado, sin etiquetas. Es verdad que una parte fundamental del primer impulso organizativo viene de gente que había tenido experiencias políticas al hilo del 15M y otras experiencias de movilización. Podemos echó a andar y eso permitió atraer a sectores que hasta ahora no contaban en el haber de los movimientos, sino que estaban más bien del lado de la resignación o del apoyo del orden, del Régimen del 78.

"Hay temas en los que queda un trabajo cultural y pedagógico mucho más profundo por hacer, un trabajo más lento"

¿Cómo creéis que podrían ayudar a gobernar estos movimientos?

Si te soy sincero creo que poco, porque están instalados en una cultura de la resistencia que no les obliga a mancharse con la discusión concreta de cómo se harían las cosas. Eso significa que para que las organizaciones políticas y sociales puedan ser útiles para gobiernos populares de transformación tienen que convertirse en semilleros de ideas y de formación técnico-práctica concreta, es decir, tienen que formar a gente que sea capaz de gestionar en sentido contrario del enemigo y mejor que el enemigo. Está esto de “para cuando se alcance un gobierno vamos a necesitar movimiento sociales que lo apoyen en la calle”. Es complicado, porque muchos de los problemas a los que se va a enfrentar ese gobierno no se dirimen luego con movilizaciones en la calle. Los problemas de tener cuadros para una Administración pública que funcione para los de abajo, de tener expertos que no te digan “esto no se puede hacer”. En las experiencias de los gobiernos populares latinoamericanos hemos visto que en algunas de las problemáticas claro que ayuda tener sociedad civil organizada, pero hay otras en las que no mucho. Si resulta que hay un fondo buitre que quiere poner a tu gobierno de rodillas, una dinámica más alta de movilización social es verdad que te puede sostener, pero no te solventa la guerra de posiciones que tiene que librar el Estado. La ocupación de terreno para ir haciendo poder popular y deshaciendo poder oligárquico requiere dar la pelea en el Estado, en la gestión y en la administración. A menudo le hemos prestado menos atención a ese tipo de formación, y el enemigo no. Necesi­tamos cuadros político-técnicos que aseguren que las posiciones conquistadas no sólo se conquistan, sino que construyen irreversibilidad.

¿Qué techos tiene la propuesta política de Podemos? ¿Hasta dónde puede llegar?

Ninguno, la correlación de fuerzas. Nosotros intentamos contenernos y no hacer una carta a los Reyes Magos. La relación es la correlación de fuerzas, qué correlación se puede construir para los de abajo para avanzar en un sentido democrático, entendiendo por democrático una construcción de poder, bienestar y de derechos para la mayoría. En ese sentido, no hay ningún límite prefijado, sólo el que seamos capaces de expandir.

¿Qué obstáculos esperáis encontrar en la carrera por el gobierno?

Creo que una buena parte se va a dirimir en torno a dos cuestiones. La primera, la cuestión del miedo. Las élites viejas han perdido aceleradamente su prestigio y su capacidad de seducir, así que les queda la última trinchera, que es la capacidad de asustar. Estamos orgullosos de que la oligarquía española tenga miedo, pero es peligroso que tenga la capacidad de contagiarlo a sectores que han sufrido las políticas de ajuste. Junto con eso hay que ver qué capacidad tienen los sectores tradicionales del Régimen para recomponerlo.

Supongamos que Podemos llega al poder. Está la banca, las corporaciones internacionales, las instituciones supranacionales, los medios de comunicación. ¿Qué resistencias esperáis?

Tenemos una crisis de régimen pero no una crisis de Estado. Nos vamos a encontrar un Estado que, en lo fundamental, sigue funcionando. No así una buena parte de sus aparatos políticos y de sus consensos. Eso significa que puede ser un poco más difícil llegar, pero si llegas no te encuentras un conjunto de cosas descompuestas, también encuentras algunas instituciones que funcionan en las cuales hay un componente importante de trabajadores y de técnicos con capacidad de girar de rumbo y de acompañar a un gobierno popular. Pero también una buena parte librarán la segunda parte del partido. Y el segundo tiempo es la guerra de posiciones en el Estado, una cuña de signo progresista, popular y democrática en el Estado rodeada de poderes de los que, en su mayor parte, podemos esperar que jueguen al veto o al colapso. No digamos ya los poderes europeos o los poderes financieros internacionales que jueguen a hacer inviable que suceda. ¿Y frente a eso qué respuesta hay? Hay quien podría decir que las transformaciones tienen que ser europeas. Pero mientras son europeas hay que ir librando las batallas. Y, de momento, lo más arriba que se puede conquistar democráticamente es el Estado nación. Vamos a necesitar todas las herramientas de solidaridad internacional, es decir, con gobiernos de signo diferentes que se puedan trazar. Miramos con mucha esperanza la posibilidad de un cambio de gobierno en Grecia, que sería una fuerza inmediata con la que entenderse. Pero es verdad que con lo que nos encontremos tiene un punto de incógnita importante. Sobre todo porque si se produce en el plazo corto –que creo que no se va a producir, no estamos pensando en la hipótesis de un acceso inmediato– es algo muy difícil en un Estado consolidado del norte. El problema de un acceso tan rápido es que te ha permitido armarte menos.

"Sobre la deuda claramente hay que abrir un proceso por el que seamos capaces de reordenar una parte de ella"

Ya sea en un año o en cinco, ¿creéis que los estamentos del Régimen del 78 os dejarán gobernar?

Es complicado, pero hay que pensar que la crisis del Régimen no es sólo una consigna, es también la desagregación de sectores que ayer gobernaban juntos y que hoy tienen una dinámica de división de lo que ayer era una lógica orgánica. En cierto sentido, los sectores dirigentes han perdido la capacidad de formar un bloque sólido con una buena parte de los estamentos que conducen los aparatos estatales, y también en algunos puntos de la sociedad civil. Eso abre posibilidades a que algunos de ellos estén disponibles para una política transformadora. Pero no nos hacemos ilusiones. Si eso se produjera, lo cual es muy difícil, se produce un escenario claramente complicado. Hay siempre una sensación de vértigo por la cual si alguien ve que tiene capacidad para llegar al poder, siempre dice “demasiado pronto, no estoy preparado, llego en condiciones muy malas...”. Uno no hereda Suecia.

La resolución sobre deuda pública aprobada en vuestra Asamblea Ciudadana ha sido criticada por la Plataforma por la Auditoría Ciu­dadana de la Deuda (PACD) como “descafeinada”. ¿Eso podría pasar en otras áreas de cara a llegar a una amplia mayoría del electorado?

No de cara a llegar a una amplia mayoría del electorado, sin la cual las medidas más ambiciosas no sirven para nada. No es por la capacidad de convencer, es por la capacidad de realizarlas de facto. Si tú quieres de verdad hacer una quita de la deuda, como lo digas y lo anuncies antes, lo que tienes es un movimiento de capitales que te lo hace imposible. Sobre la deuda claramente hay que abrir un proceso por el que seamos capaces de reordenar una parte de ella, de auditar, de impagar la ilegítima y de organizar un plan de pagos que permita hacerle frente. Ahora bien, que permita hacerle frente depende de un tú a tú con poderes que son capaces de tumbar un gobierno, como los fondos buitres o el capital financiero.

Catalunya: “Lo que sea, lo deciden ellos”

¿Cuál es la postura de Podemos, ya no frente al derecho a decidir, sino frente a una posible independencia?

Si uno se posiciona a favor del derecho a decidir implica el reconocimiento de lo que salga. Nosotros hemos dicho que queremos construir un país con todos, que es inequívocamente plurinacional y cuyo pegamento sea el libre consentimiento. ¿Eso qué significa? Decidir donde haya voluntades nacionales mayoritarias construidas. Si sale que sí, tienen derecho a iniciar un proceso de secesión o construcción de instituciones estatales propias. Ésa no es nuestra hoja de ruta, pero, en todo caso, no puede haber más pegamento que el consentimiento de los catalanes. Lo que sea lo deciden ellos. También hay que decir que un referéndum mayoritario en Catalunya no construye la independencia. A nosotros nos parece que sólo es posible el ejercicio efectivo del derecho a decidir si podemos cambiar la correlación de fuerzas que hoy defiende la Constitución. Sólo si abrimos eso en el marco de un proceso constituyente es posible que el derecho a decidir no sea sólo una consigna.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

2

  • | |
    Sáb, 11/15/2014 - 00:00
    Si por algo me gusta Errejón es por su claridad. Aunque en este caso más que convencerme lo que hace es aclararme las diferencias entre lo que plantean y lo que me parece clave para de verdad poder cambiar las cosas. Basicamente lo que viene a explicar no es muy nuevo: un estado fuerte, con expertos y cuadros técnicos bien preparados para aguantar las arremetidas del capital... Y el resto podemos hacer lo que queramos, que tampoco es demasiado importante. Mal apaño este me parece a mí...
  • |
    Fer11
    |
    Sáb, 11/08/2014 - 09:41
    <span style="color: rgb(20, 24, 35); font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 8.777142524719238px; background-color: rgb(246, 247, 248);">Qué manía tienen con el miedo el grupo de los 5. El miedo es muy mal consejero para todo el mundo. Produce dinámicas no lineales, desproporcionadas, caóticas. En el límite, basta recordar los años de plomo en Italia, la Operación Gladio, etc. Efectivamente, la oligarquía tiene muchos medios, principalmente financieros, para infundir miedo en lxs de abajo. La confianza-esperanza que adquieran los de abajo no puede basarse simplmente en que los de arriba tienen miedo. Como miembro de a pie de Podemos, no me gusta esta estrategia tan visceral de apelar casi exclusivamente a las emociones, de &quot;seducir&quot;, en lugar de convencer. En fin, con el miedo ocurre como en el juego de las siete y media no te puedes quedar corto, pero pasarte es todavía peor.</span>
  • Tienda El Salto