El foco real de la epidemia
Ébola: crisis sanitaria y socioeconómica

Aumento exponencial de los casos de ébola en África Occidental.

23/10/14 · 8:00
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“Estamos ante un tsunami que está arrasando estos países, y los recursos deberían estar adaptados a la dimensión de este tsunami, y sin embargo no están llegando”, explica José Naranjo, periodista que ha cubierto sobre el terreno la crisis del ébola. “La sensación en estos países es que salvo por Médicos Sin Fronteras, que ha desplegado todos los recursos a su alcance, o la OMS, se enfrentan sin recursos y solos a la situación. A nivel internacional se habla mucho de planes, donación de fondos, estrategias, pero los recursos siguen sin verse sobre el terreno”, explica Naranjo.

La situación, de hecho, se encuentra fuera de control en la actualidad, y el crecimiento de los casos en los tres Estados más afectados –Sierra Leo­na, Liberia y Guinea Conakry– se está produciendo de forma exponencial. Según la OMS, a fecha de 19 de octubre el número confirmado de muertos por ébola era de 4.500 casos, y más de 9.100 el de infectados, y se estima que en diciembre la cifra podría crecer en 10.000 nuevos casos por semana si no hay un control de la situación. El aumento se debe a que los distintos brotes, que se originaron en el medio rural, llegaron a finales de septiembre a las capitales: Freetown, Monrovia y Conakry.En los tres países más afectados, el PIB ya se ha reducido una media de un 3,3%, y podría caer unos 800 millones de dólares en 2015

Susana Dos Santos, directora de Acción Contra el Hambre en Guinea, explica a Diagonal que “el deterioro de la situación en Sierra Leona y Liberia, cuyos sistemas de salud no dan respuesta, está provocando que la gente intente cruzar la frontera hacia Guinea”. Este tsunami, explica Naranjo, ha colapsado unos sistemas de salud ya de por sí extremadamente débiles, está generando problemas de orden público y está provocando un impacto económico enorme. La imagen de la situación es aterradora. En Liberia, un país en el que sólo hay un médico por cada 100.000 habitantes, los dos principales hospitales han cerrado, y los que quedan no son capaces de hacer frente a la emergencia. En los tres países, más de 420 trabajadores sanitarios se han infectado, 236 de ellos han muerto, y muchos de los supervivientes se han negado a trabajar sin las condiciones de seguridad adecuadas, por lo que muchos centros han tenido que cerrar. “Las estructuras están funcionando con medios muy básicos, el personal tiene poca formación, hay mucha falta de efectivos, no hay guantes, ni termómetros, ni cloro, ni lejía, y en muchos centros no hay agua”, explica Dos Santos. Otro de los gremios más afectados por el brote, según explica una cooperante que trabaja con las poblaciones locales, es el de enterradores, por lo que las labores de información también se están centrando en las medidas a tomar con los cadáveres para evitar el contagio.

Pero la epidemia de ébola tiene consecuencias mucho más allá a nivel sanitario. Con unos sistemas de salud colapsados, Médicos Sin Fronteras ha advertido de un elevado incremento de la mortalidad indirecta, ya que, además de la falta de medios, los pacientes con malaria, diarrea, VIH o fiebres tifoideas no están acudiendo a los hospitales por miedo al contagio, y las mujeres están dando a luz en casa.

El problema es la pobreza. La base está en la búsqueda de alimentos, en la dependencia de ciertos animales y en las condiciones de manipulación de estos animales. El origen de la enfermedad son las condiciones de subdesarrollo, con Estados muy precarios, con Administraciones públicas muy precarias, con escasos recursos, con barriadas de chabolas, malas infraestructuras, hacinamiento, falta de saneamiento y de una vivienda digna”, explica el epidemiólogo Ferrán Martínez, antiguo director del Centro Nacional de Epidemiología y de la Escuela Nacional de Sanidad, quien incide en que “eso es lo que hay que combatir, tomarse en serio políticas de desarrollo de esos paí­ses, y no políticas de explotación”. Martínez añade que “si nos limitamos a las intervenciones sanitarias, estamos dando asistencia, pero no estamos controlando el problema. Las políticas sanitarias tienen que formar parte de políticas de desarrollo económico y social”.

También José Luis de la Flor, investigador del Grupo de Estudios Africanos, considera que los determinantes económicos y sociales son fundamentales para entender el ébo­la. “Hay que destropicalizar el ébola. Es necesario analizar qué políticas se han desplegado en Estados en posconflicto, cómo se ha intervenido en los sistemas sanitarios y qué políticas productivas y extractivas se están desarrollando”. De la Flor añade que los protocolos internacionales para enfermedades infecciosas han estado más destinados al control de la seguridad nacional y global que a un “fortalecimiento de los sistemas sanitarios locales”.

Consecuencias devastadoras

Además del colapso casi total de los sistemas sanitarios, la epidemia está teniendo consecuencias devastadoras para la economía de los países más afectados, y revierte negativamente en toda África Occidental. En los tres países más afectados, el PIB ya se ha reducido una media de un 3,3%, y podría caer unos 800 millones de dólares en 2015, según datos del Banco Mundial. “Ahora todo apunta a que va a haber un retroceso brutal, son países con la actividad económica muy tocada, con inversores que huyen, empresas que cancelan operaciones, aeropuertos que cancelan vuelos, y esto provoca una parálisis tremenda. El turismo también se está viendo afectado en toda África Occidental. Como la epidemia está en plena expansión, la caída económica va a ser estrepitosa”, añade Naranjo.

Los pacientes con malaria, diarrea, VIH o fiebres tifoideas no están acudiendo a los hospitales por miedo al contagio
En este sentido no han ayudado los cierres de fronteras, la puesta en cuarentena de provincias enteras y los toques de queda, como el impuesto durante 72 horas en Sierra Leona, aplicados por varios de los países afectados y sus vecinos en los últimos meses. Éstos no sólo son considerados ineficaces para el control de la epidemia por la OMS, ya que las fronteras son muy porosas y además el periodo de incubación de la enfermedad puede alcanzar los 21 días, sino que, según advierten organizaciones humanitarias sobre el terreno, pueden contribuir a ahondar la crisis humanitaria, al afectar a los medios de vida de las poblaciones locales.

Todo esto, sumado a otros factores, como la muerte de productores, el abandono de tierras de cultivo y granjas o la escalada de los precios, puede derivar en una gravísima crisis alimentaria de la que ya han advertido distintas organizaciones. “Las personas tienen miedo de ir a hacer las cosechas, y esto podría generar inseguridad alimentaria. La zona más afectada en este país es una zona productora de alimentos. Además, empieza a haber problemas con el transporte de ciertos productos, hay zonas donde los movimientos están algo restringidos y las personas y transportistas tienen miedo de pasar por ahí”, afirma Dos Santos.
 

 

En Guinea, por ejemplo, la exportación de frutas a países vecinos se ha reducido un 90%, y en las regiones más afectadas de Sierra Leona se ha abandonado el 40% de las granjas. Ante esta situación, el Programa Mundial de Alimentos ha empezado ya a atender a 530.000 personas afectadas por la crisis del ébola, aunque el número de potenciales receptores es de 1,3 millones de personas.

Ante esta situación, la comunidad internacional no ha reaccionado hasta que la epidemia no ha llegado a los países del norte. De los mil millones de dólares solicitados por la ONU para hacer frente a la epidemia, se han recaudado menos de la mitad. Y aunque muchos países han prometido el envío de material, Médicos Sin Fronteras, que tiene desplegados a 3.000 médicos sobre el terreno, ha alertado de que lo que se necesitan son médicos y personal sanitario, al menos 6.000 más. De momento sólo Cuba y China han enviado 300 médicos, mientras EE UU enviará 3.000 militares. “Lo que hace falta es un ejército de médicos y enfermeros, y construir no dos centros de tratamiento, sino 50”, finaliza Naranjo.

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