Hablamos con la número dos de la candidatura Podemos al Parlamento Europeo.
Teresa Rodríguez, profesora de enseñanza secundaria de 32 años nacida en Cádiz, es la número dos de la candidatura Podemos al Parlamento Europeo. Una iniciativa que, encabezada por el profesor de Ciencias Políticas, director del programa La Tuerka y asiduo de varias tertulias de televisión Pablo Iglesias, aparece en diversas encuestas como posible sorpresa electoral en las elecciones del próximo 25 de mayo. Teresa Rodríguez se siente “entusiasmada” con el proceso que están viviendo al hilo de las elecciones y tiene esperanzas de que su posible presencia sea el primer síntoma del derrumbe de “la casta política”.
¿Qué tiene de novedoso Podemos y de dónde surge?
Lo más novedoso de la iniciativa es el contexto. La crisis abrió un nuevo panorama, hay una mayoría social que se identifica con los males del sistema, a la vez hay una crisis de legitimidad de los partidos políticos tradicionales de mucha gente que no se ve satisfecha. Podemos nace con voluntad de romper ese bloqueo político, porque la situación es dramática y se busca algún tipo de alternativa global. Ese clima es el que facilita que estemos recogiendo muchas afinidades y mucha gente se anime a participar de éste proyecto nuevo. También hay una voluntad por traducir los discursos de la izquierda social para que los entiendan los que están sufriendo la crisis y que se produzca un vuelco electoral que realmente cambie las cosas. Lo ideal es que hubieran sido los movimientos sociales, tras el 15M, los que de alguna forma se presentaran, pero no hay ese paso, nosotros sin querer patrimonializar esa fuerza, tratamos de darle cuerpo de alguna forma, porque venimos de ahí.
Precisamente en los movimientos sociales siempre hubo cierto rechazo a ser etiquetados en una opción electoral u otra. ¿Cuál es la conexión entre los movimientos sociales y Podemos?
En los Círculos (los grupos territoriales de la iniciativa) te encuentras básicamente dos perfiles: uno es gente que lleva mucho tiempo participando en los movimientos sociales y que entiende la necesidad de darle una traducción política desde estructuras nuevas que no estén bloqueadas por la burocracia, y otra de gente que se incorpora a un proceso político por primera vez. Pero también mucha gente ha visto en televisión a Pablo Iglesias en algún debate y se identifica con él. Y todo eso confluye, somos un grupo muy heterogéneo y a la vez muy ilusionante, porque hablamos de política con gente que no ha militado antes en ninguna organización o con gente que lleva mucho tiempo trabajando en luchas locales, ambos con la idea de construir algo diferente. El reto es unir esos lenguajes y darle una dinámica constructiva al conjunto, en la que se pueda ver reflejada la mayoría de la población.
El 15M en un primer momento hablaba de la disolución de las identidades, se rechazaba la presencia de banderas y siglas para ser “más inclusivos”. Con una fuerte desafección hacia la política institucional, que se demuestra de alguna forma con una previsible alta tasa de abstención en las próximas elecciones, ¿crees que una iniciativa como Podemos termina con esa desconfianza?
La iniciativa tiene cuatro meses de antigüedad, así que es pronto para valorar su impacto. Si hay algo interesante del 15M, y su critica a la falta de legitimidad de los proyectos colectivos, no solo de los partidos, es que decía que las identidades nos separaban, “estamos unidos cuando no hay banderas” se decía. Creo que ahí Podemos se ha adaptado bien, también en no poner el énfasis en la diferencia izquierda-derecha, porque en realidad lo que hay es una urgencia que reclama una mayoría que se pueda identificar con un proyecto de cambio que ponga en valor a los ciudadanos. Lo que nos mueve es el sentido común, que es lo que se está moviendo en la calle, como el pasado 22M y los lemas de las Marchas por la Dignidad: techo, trabajo y pan. Tres demandas muy básicas, pero en éste momento pone en cuestión lo que son los privilegios de la clase dominante, el sistema financiero, las reformas laborales, la ley hipotecaria... Podemos surge de esa necesidad de urgencia, por construir algo diferente, somos muy flexibles en lo organizativo y en lo identitario.
Hasta qué punto la iniciativa depende de su cara más visible y mediática construida alrededor de Pablo Iglesias.
Estamos experimentando. Lo que sí es verdad es que hemos llegado a un público al que era imposible llegar, gracias a la proyección mediática de Pablo Iglesias. Las circunstancias han dado eso y además el ámbito electoral funciona así, con cierta dinámica del espectáculo. Hacer buen uso de esa coyuntura nos hace tener más proyección. El problema es hacer de la necesidad virtud, la dinámica por abajo es la gente, pero por arriba, una representación pública, atractiva y con un lenguaje que la gente pueda entender. Pablo consigue traducir el lenguaje de indignación cotidiano frente a quienes defienden el lenguaje del enemigo. Muchos ciudadanos ven a Pablo Iglesias por la televisión y se sienten identificados, si eso sirve para que se creen más grupos de personas en los Círculos bienvenido sea.
Sorprende el tirón de Podemos en ciudades donde la política hacia tiempo que no se expresaba con mucha fuerza...
Hay un entusiasmo colectivo porque es una proceso muy descentralizado. Hay muchos Círculos en ciudades donde no había casi presencia política fuera de los grandes partidos, y en ese sentido hemos recogido cierta ilusión en muchos lugares que no tenían mucho eco, como ocurre en Avilés, Cartagena, Cazorla, Cudillero...
Parece que Podemos está en un espacio político que de alguna forma comparte con Izquierda Unida, Partido X, EQUO... ¿No resta fuerza electoral esta dispersión de opciones?
Izquierda Unida tiene una historia muy importante, también sus bases, pero la organización ha tenido poca permeabilidad a lo que ha surgido en los últimos años y no ha sabido abrirse a dinámicas participativas más allá de su propia estructura, cuando muchos ciudadanos precisamente quieren algo nuevo. Las listas abiertas en ese sentido es algo diferente, aunque no perfecto, y nosotros hemos realizado un ejercicio de trasparencia muy participado para elegir a nuestros candidatos al Parlamento Europeo. Respecto al Partido X o EQUO hay similitudes, pero digamos que la única diferencia es el nivel de participación que hemos logrado en las primarias de Podemos, con 33.000 ciudadanos votando por las diferentes candidaturas. Después de las elecciones veremos en qué clave es posible hablar de reagrupar la indignación para construir una alternativa política.
El discurso que se transmite desde Podemos es de cierta euforia, ¿no hay un exceso de soberbia?
Es un riesgo, sin duda. Los resultados electorales no pueden condicionar la iniciativa. Lo institucional y lo electoral no es el único espacio desde el que cambiar las cosas, pero las elecciones se ven como una gran batalla y el entusiasmo es el que hay, tampoco es bueno limitarlo porque surge de la ilusión. Después de las elecciones habrá que trabajar mucho, realizar cierta pedagogía sobre el resultado de las votaciones y lo que significa para una fuerza como Podemos, porque la batalla es más a largo plazo de lo que pueda ocurrir el 25M.
¿Qué quiere decir Podemos en el parlamento europeo?
Lo primero que queremos es desbloquear la actual situación, aparecer en el mapa político e institucional. Dar miedo a la Troika y generar ilusión en los ciudadanos. Lo segundo, con nuestra presencia en el Parlamento Europeo es denunciar lo que allí se decide, denunciar lo que está pasando, por ejemplo, con el Acuerdo Trasatlántico, acercar los centros de poder a los ciudadanos que están sufriendo las políticas de ajuste. Además queremos tejer alianzas con fuerzas políticas de los países sur de Europa que están denunciando la actual situación, plantear alternativas comunes a la Troika , porque hay una necesidad urgente de replantearse la deuda y eso también lo piden fuerzas políticas de Grecia, Portugal o Italia.
¿Si Podemos no consigue al menos un escaño será un fracaso?
Si Podemos fracasa en términos electorales habrá que replantearse todo, porque esta iniciativa surge con esa voluntad, pero es verdad que está campaña ha logrado que mucha gente se organice por primera vez y eso es muy importante. Mi esperanza está ahí, estamos aprendiendo a poner en marcha un método participativo, no exento de dificultades. Hay materia prima para continuar después de las elecciones, reflexionar juntos, ver hacia dónde queremos ir, analizar cuáles han sido los errores, y por dónde queremos seguir construyendo. Cuando la gente se pone en movimiento, en términos políticos, esa gente no es tan fácil que se vaya a casa, la gente va querer seguir construyendo alternativas políticas y protagonizándolas.
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