El desborde del PP por su derecha
El bombardeo de Verdún sobre nuestras cabezas

La derecha abandona la estética Bárcenas y se descompone

, periodista
19/02/14 · 8:00
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Partidos como Vox o Ciutadans quizá no se hayan creado para huir de la mancha de Bárcenas, pero cumplen esa función. Ortega Lara (Vox) en un acto de Hazte Oir en Burgos.
La actualidad se llena de noticias que, si no estuviéramos en guerra, supondrían el fin del Régimen. Lite­ral­mente. Los casos Bárcenas y Nóos, y sus correlativos casos ERE, ITV, Palau y Ferrovial, como más de provincias –son casos provincianos en tanto ilustran lo mismo, la venta de políticas y de instituciones, pero por mucho menos–, supondrían una crisis institucional incluso en Nigeria, esa adelantada a su tiempo. El hecho de que no la haya/no tenga escenografía wagneriana ilustra lo dicho, que estamos en guerra, que en Verdún están bombardeando, y que lo que está pasando –la guerra esa, una violenta contrarreforma democrática en el Sur de Europa sin precedentes– es más importante de lo que pasa en las instituciones. En las instituciones, en fin, sólo pasan ellas, y lo que cae, como en Verdún, cae en otro sitio. Posiblemente sobre nosotros. Posiblemente en nuestra frente. Es tan violento y cotidiano que sobrepasa las violencias cotidianas del Régimen, que está abandonado a su tiempo y lógica. Es una lógica cerrada, autosuficiente, incomunicable, con la que sólo puede hablar consigo mismo. Es una lógica, por tanto, muy parecida a la del colapso. El hecho de que el poder no pueda emitir versiones –propaganda, vamos– sobre sí mismo es, tal vez, el mayor indicativo de ese colapso. Un colapso estable y que, para mayor desasosiego, se produce en el Estado europeo que más familiaridad tiene, históricamente, con el colapso. Lo que indica que el Régimen puede durar aún años antes de su fin, si entendemos que su fin es su ya inevitable desaparición, un proceso constituyente que, por otra parte, aún no ha empezado. 
 
Porque no ha empezado apenas. Los procesos constituyentes/los cambios, son como la llegada del Mesías, esa otra superproducción, según la describía el rabino del Vilnius: basta asomarse a una ventana para saber si el Mesías ha llegado. Y te asomas y parece como que no. Sólo ves Ver­dún. Rayos, me he pasado con esta entradilla. Tenía pensado aludir al presente como Verdún y plantear que, entre los muertos y bombas de hoy, por la ventana también ha sido perceptible que Cascos ha intentado un escaqueo del asunto Bárcenas inculpando a Acebes y a Arenas, para luego plantear si eso es el fin del PP o no. Será mejor que me aplique. Salten al siguiente párrafo, rápido. 
 
La policía apunta a Cascos como receptor de varios millones en comisiones, sobrepagos o como sea que se llame al expolio cuando hablas con tu cuñado. Y Cascos dice que no, que fueron Acebes y Arenas. Se podría pensar que eso es el principio del fin del PP. Pero el principio del fin, como quedó visto en el anterior párrafo, fue el propio caso Bárcenas. Posiblemen­te, lo de Cascos acusando a compañeros, rompiendo la unidad de partido y, lo que es peor, la unidad estilística, no es para tanto. De hecho, no rompe ninguna unidad. Cascos ya hace tiempo que está en otro partido. Uno de esos partidos de derechas que quizás no se fundaron para huir de la cosa Bárcenas, pero que han venido de perlas para realizar esa función. Ya hay, en todo caso, varios realizando esa función. UPyD, Ciutadans, Vox. Son partidos poco diferenciados. Anécdota. En el momento fundacional de Vox, cuando Vox se autoverbalizó como un partido con dos directrices, la unidad nacional y las víctimas, un ideólogo del PP dijo que eso no podía ser porque ésas eran las directrices del PP. Vamos, que a los partidos en los que se está fraccionando la derecha española no los diferencia ni su madre/las directrices. Quizá la única diferencia solvente es que uno queda salpicado por el caso Bárcenas y los demás aplazan esa mancha hacia su propio futuro y dinámica. 
 
La derecha española es un lujo. Es lo que aporta ideología a la política local, modulada en todo lo demás desde la RFA. La izquierda local, snif y por lo contrario, renunció a la ideología cinco minutos antes de lo decoroso. Esa derecha, tradicionalmente, se ha dividido en tres sectores: el falangista/patriota, el estraperlis­ta/ne­go­cios y el de misa/proderechos del no nacido con madre ya nacida y, por lo tanto, sin derechos. No consta que haya nacido ningún partido que aporte un cuarto sector derechista. Y no consta que ninguno haya intelectualizado Verdún. En los 90, la derecha española completó su unificación. En el siglo XXI la ha perdido huyendo de Bárcenas. Es decir, de las stock options de Telefó­nica, de la privatización del suelo, del rescate bancario... Huyen de una estética. Arrastrando con ellas todas las estéticas que pueden salvar. No, no es importante lo de Cas­cos/Ace­bes/Arenas. No es importante la relativa desmembración del PP.  Es importante Verdún. Y cómo en breve las nuevas derechas con loas a una Constitución que ya no existe y a políticas penitenciarias ilegales verán que su recorrido es muy poco.
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