Una buena sacudida (feminista)

El PP ha atacado a las mujeres con una batería de reformas regresivas • Los feminismos han mantenido en 2013 un alto nivel de organización.

31/12/13 · 8:00
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En el año VI de la crisis, el expolio continúa extrayendo riqueza hacia arriba, en todos los órdenes. Nos seguimos “apretando el cinturón”, un día tras otro, tanto que ya no nos percatamos de las marcas que deja cuando nos ponemos el pijama. ¿Es cinturón económico o de castidad?

Susana (29 años) queda embarazada y con su pareja decide tenerlo. El niño llega, ¿por dónde se corta la cuerda? Por su parte más delgada, el trabajo a media jornada. Cuando necesita volver a trabajar, la guardería pública no le reserva plaza, porque no tiene empleo. Pero no puede encontrar trabajo, porque tiene una criatura a la que atender. Albertina tiene 56 y unos  padres que se hacen mayores. Ya casi no puede dejarlos solos, se pueden caer o se olvidan de comer. Deja su trabajo y vuelve a cuidar, como hacía 20 años. Andrea tiene 18 y quiere mucho a su novio, así que de momento no se ha atrevido a contar que algunos días le arrea una hostia. También sabe, por cosas que escucha, que si protestas o denuncias te puede caer peor. Que los polis no son muy empáticos y las órdenes de alejamiento no sirven de mucho.

Es de manual. En los contextos de “crisis”, nos toca pagar. Pero a los recortes “económicos” hay que sumar las reformas auspiciadas por el sector más reaccionario en torno al PP. La Conferencia Episcopal manda tanto como la Troika. La crisis, ese gran shock y coartada para desposeernos.

La Ley de Dependencia es papel mojado: mil millones menos para 2014 (-46,7%). Más de 200.000 sin cobrar la ayuda y 70 personas al día (según informe del Observatorio de la Dependencia) pierden la consideración de “dependiente”. No están, son invisibles. Las cuidadoras familiares también lo son.

“Ese asunto”

Las que estamos viviendo son reformas antimujer –contra el derecho a ayuda económica para el cuidado, contra la calificación de delito de ciertas formas de violencia machista y, además y sobre todo, contra el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos– y el presidente de este Gobierno se refiere a ellas como “ese asunto”.

El Anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer Embarazada, en revisión por parte del Consejo General del Poder Judicial, puede ser realidad en febrero. Nos llevará tres décadas atrás en la consecución de derechos para las mujeres. Las 118.000 mujeres que abortaron en 2011 podrían estar en 2014 fuera de la ley, aunque se dice que no irían a la cárcel. ¿Puede haber un montaje más ideológico para este flagrante robo? De nacer esos niños, de dar curso a todos los embarazos que se producen, debidos a todas las causas posibles, ¿qué responsabilidad tiene la sociedad para con ellos, quién se encargará de su crianza, qué red de servicios sociales desmantelados a cachitos en cada municipio los apoyarán?

Somos sujetos de pleno derecho las mujeres, ¿sí o no? En la guerra económica e ideológica, no sólo absorbemos casi todo el descalabro de la crisis de cuidados, devuelta a lo privado “a la chita callando”, sino que se nos trata como sujetos de segunda. Estamos a la intemperie y no estamos solas. Algunas somos hijas de una generación que ha crecido creyendo que todo estaba ganado. Por fortuna, no ha dado tiempo a que se desmantelaran todos los lazos y la solidaridad. La “cuarta ola” del feminismo que anunciaba The Guardian está también aquí.

Estamos en pie, con muchos más. Mujeres organizadas toman la voz, están visibles en las luchas de todos y en las propias. Mujeres en la paralización de desahucios y la pelea por la vivienda digna, que tejen redes para apoyar la crianza compartida, que escriben sobre el cuidado como un derecho y un deber de la sociedad al margen de las responsabilidades parentales. Mujeres víctimas del maltrato en huelga de hambre por el maltrato institucional al que son sometidas. Mujeres generando discurso y haciendo humor del machismo que nunca hemos echado. En el pasado, en la formación de la modernidad, se quemaron cientos de miles de nosotras que compartían lazos y conocimientos para gestionarse a sí mismas, por brujas. “Somos las nietas de las brujas que no conseguísteis quemar”, reza una camiseta reivindicativa. Somos nietas de aquellas que ganaron los derechos que ahora pretenden arrebatarnos. El emperador del patriarcado está desnudo y nosotras llevamos pinturas de guerra. Contra sus recortes, ya se viene una buena sacudida feminista

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