RELATOS DE PRÁCTICAS INFORMATIVAS EN PAKISTÁN
Las ‘novatadas’ de la prensa para informar de la guerra de Afganistán

Desde la invasión de Afganistán, Peshawar ha recibido
periodistas de todo el mundo para cubrir la guerra.
Conocer el trabajo de estos periodistas es una forma de
entender la información que de esta guerra se ofrece.

22/12/10 · 8:00
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Foto: Isafmedia

Capital de la provincia fronteriza pakistaní,
Peshawar es la puerta de
entrada a Afganistán. Cientos de camiones,
entre ellos los vehículos que
transportan suministros de la
OTAN, hacen fila a ambos lados de
esta tierra de nadie, esperando durante
horas los permisos de aduanas.
A los allí presentes, sin embargo,
no les preocupan demasiado los
controles aduaneros.
De hecho, casi
nadie lleva pasaporte, ni mucho menos
un visado, ya sea para entrar en
Pakistán o para cruzar a Afganistán.
Ambos lados de la frontera están poblados
por las tribus pashtún.

Una frontera artificial como ésta,
trazada cuando la India era gobernada
desde Londres, facilita bastante el
trabajo de los periodistas occidentales
y permite a los periodistas locales
ganarse algún dinero extra. Cuando
visité desde Suecia Peshawar, por
primera vez en 2002, algunos de mis
antiguos colegas pakistaníes estaban
en Peshawar en busca de trabajo.
Un par de ellos se dedicaban a
facilitar la tarea a los periodistas internacionales.

Shahid me contó que
dos periodistas suecos de un gran
diario alquilaron literalmente sus
servicios para que les buscaran las
noticias. Estaban demasiado asustados
como para aventurarse, “pero
encantados de recibir artículos en
exclusiva”, me dijo Shahid.

Un trabajo ‘sucio’

Ahmed Jan, que hacía esta labor, narra
cómo los periodistas occidentales
cubren la “guerra contra el terror”.
Según Jan, en muchos casos,
los periodistas locales apañaban
encuentros entre periodistas occidentales
y falsos mandos talibanes.

“Se llevan a estos periodistas, en lo
más oscuro de la noche, a sus pueblos
natales para que entrevisten a
algún amigo o primo, el cual es presentado
como un alto mando talibán.
Puesto que el alto mando no
habla inglés y el periodista local sabe
perfectamente qué declaraciones
desean conseguir los periodistas extranjeros
de un mando talibán, ya
han conseguido su exclusiva”.

Otras veces, las cosas no son tan
rebuscadas como Jan nos relata.
Por ejemplo, en Kabul, poco después
de la huida de los talibanes,
sólo costaba 50 dólares conseguir
que una mujer (a menudo, una
mendiga callejera) levantara su velo
para la foto.
Fueron innumerables
las fotos a 50 dólares que aparecieron
durante aquellos días en
las portadas occidentales. Incluso
muchos dirigentes talibanes (los auténticos)
estarían dispuestos a posar
en cualquier postura divertida si
el periodista local que guía a los
occidentales mantiene buenas relaciones
con el alto mando talibán. Y
la mayor parte de los 250 miembros
del Peshawar Press Club mantienen,
de hecho, buenas relaciones
con los talibanes. Pongamos como
ejemplo el caso de Hakeemullah
Mehsud. Cuando el dirigente talibán
Baitullah Mehsud murió en un
ataque con aviones teledirigidos, en
agosto de 2009, Hakeemullah lo sucedió.
Durante unos cuantos días,
acaparó las portadas de todo el
mundo. En la mayor parte de los artículos
aparecía un Hakeemullah
sonriente blandiendo una LMG
(ametralladora ligera, por sus siglas
en inglés) con una pose que cualquiera
con unos conocimientos mínimos
sobre armas sabe que es imposible
de mantener mientras se
dispara. “La LMG no es precisamente
un arma que se dispare apoyándola
en el hombro. En esta foto,
Hakeemullah aparece apuntando
con el arma mientras la sujeta por
el trípode. Esto es más una sesión
fotográfica que otra cosa, destinada,
permíteme que te lo diga, a impresionar
a periodistas ingenuos

que no saben demasiado sobre armas,
con una imagen de poderío y
de rudeza”, según el coronel Jafri.

Otra situación similar la narró
Dawn, el principal diario pakistaní
escrito en inglés. Según este rotativo,
“en Baluchistán, en 2004, fue detenido
un periodista freelance que
estaba realizando un documental falso
sobre los talibanes para un canal
de televisión extranjero”. Este freelance
trabajaba para dos periodistas
franceses que también fueron arrestados,
siendo, no obstante, rápidamente
liberados por considerar que
su arresto constituía un ataque contra
la libertad de prensa occidental.

El lado pakistaní

Pero esto es sólo la mitad de la historia;
la otra parte son los medios
pakistaníes. Tomemos, por ejemplo,
el caso de Ahmed Rashid y de
Hamid Mir. El libro Taliban de
Rashid ha alcanzado el estatus de
manual de referencia sobre el fenómeno
talibán. Pero el reputado
periodista pakistaní Mir, en 2003,
en Jang, el mayor periódico escrito
en urdu, afirma que numerosos hechos
y anécdotas contenidos en
Talibán habían sido inventados por
Rashid
. Y Rashid, se defiende de
esas acusaciones señalando que el
establishment militar pretendía
desacreditarlo.

Mir, a su vez, es acusado de haberse
inventado la única entrevista concedida
por Bin Laden tras el 11 de
septiembre. “Esa entrevista es una
table-story”, aseguran desde el Lahore
Press Club. Table-story es un
término de la jerga empleada por los
periodistas de Lahore para referirse
a una historia falsa.
De 1994 a 1995,
Hamid Mir y yo coincidimos trabajando
para el diario Pakistan, con sede
en Lahore. Él era una estrella ascendente
del periodismo y ya entonces
era acusado por algunos colegas
de ser muy aficionado a inventarse
historias. Otros rechazaban estas
acusaciones contra Hamid Mir calificándolas
de “basura” producto de
los celos profesionales. Estas anécdotas
sirven para cuestionar la credibilidad
de los hábitos periodísticos y
de la ética profesional en la cobertura
de la “guerra contra el terror”.


Apoyo a
los talibanes

Un hecho que apenas se conoce
fuera de Pakistán es que entre
los periodistas y columnistas de
todo el país predomina un posicionamiento
pro talibán. Ridiculizados
por la izquierda y por los círculos
liberales, que los denominan
“muyahidines mediáticos” visión
favorable de los talibanes. Por otra
parte, como ocurre en muchos
otros países, numerosos periodistas
conocidos están en la nómina
de los servicios secretos pakistaníes.
Benazir Bhutto, por ejemplo,
que nunca estuvo a bien con el
ejército, solía tener muy mala
prensa. Hostigada y frustrada,
cuando por fin logró convertirse en
primer ministro se tomó su pequeña
venganza
. Filtró a luz pública
una lista con el nombre de 20
periodistas que habían recibido
dinero de la Oficina de Inteligencia
a cambio de difundir falsedades o
medias verdades.

El peligro de no contrastar las fuentes
Otra situación la reproducen
algunos periodistas que
basan sus artículos para
medios occidentales, así
como para medios alternativos,
en información de diarios
en inglés, concediéndoles
la máxima autoridad.
Un buen ejemplo es un artículo
de Amir Mir sobre los
ataques estadounidenses
con aviones teledirigidos
contra talibanes. Según Mir,
«de los 60 [ataques transfronterizos
en territorio
pakistaní realizados con
los aviones teledirigidos Predators
desde las bases
estadounidenses en Afganistán->http://www.diagonalperiodico.net/Pakistan-entre-los-taliban-y-el.html]
entre el 14 de enero
de 2006 y el 8 de abril de
2009, sólo 10 lograron sus
objetivos, matando a 14
líderes de al-Qaeda, además
de a 687 civiles
paquistaníes. El porcentaje
de éxito de los ataques
estadounidenses con Predators
no supera, por lo tanto,
el 6%». Pero el artículo no
explica cómo se determina
si la víctima es un civil o un
militante de al-Qaeda. Este
texto fue ampliamente citado
en webs como [Counterpunch->http://www.counterpunch.org/],
[Znet->http://www.zcommunications.org/znet] y [Tomdispatch->http://www.tomdispatch.com/].
Según periodistas de Peshawar
e integrantes del Partido
Laborista de las áreas
tribales, en los últimos
años, los corresponsales
locales han huido de esta
zona por las amenazas talibanes
.
Toda la información
sobre estas áreas procede
de Peshawar, de periodistas
que dan un telefonazo a
algún pariente o amigo que
aún reside ahí. Como
mucho, a veces los reporteros
consultan a algún oficial
de inteligencia de la región.
Todas estas informaciones
no son verificadas ni cuestionadas
por los editores y
son presentadas tal cual.

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Foto: Isafmedia
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