El periodista del diario mexicano ’La Jornada’ repasa
los pasos de la propuesta zapatista en medio de un
México arrasado por 20 años de neoliberalismo y con
una clase política en una grave crisis de legitimidad.
- UN MÉXICO PARA TRANSFORMAR. A lo largo de cinco meses, la Comisión Sexta ha
comprobado una insostenible realidad de explotación, despojo, desprecio y represión.
Como el aire agitado que
anuncia la tormenta, así La
Otra Campaña, impulsada
por el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), revela
un estado de efervescencia y de inconformidad
social que amenaza
con sacudir a México.
A su paso, la Comisión Sexta del
EZLN, encabezada por Marcos, en
calidad del delegado zero, se va haciendo
eco de la indignación y de las
esperanzas de amplios sectores que
son ignorados por los medios de comunicación
y por los partidos políticos.
De esta forma, La Otra Campaña
hace visibles los conflictos sociales
provocados por la soberbia de los gobernantes
y la destructiva ambición
del capitalismo salvaje que quiere
convertir en jugoso negocio hasta el
último rincón del país.
El recorrido por 20 estados del
Subcomandante Marcos, vocero y jefe
militar rebelde -interrumpido por
la represión en San Salvador Atenco-,
ha ido desnudando las terribles
realidades del México profundo y haciendo
visibles las luchas sociales de
los sectores más pobres.
En cada ciudad, pueblo, ejido o comunidad,
la Comisión Sexta del
EZLN ha encontrado grupos, organizaciones,
movimientos, colectivos y
medios alternativos que actúan en
sus lugares defendiendo sus derechos,
sus tierras, sus modos de vivir
y de trabajo, su cultura.
Al principio, La Otra Campaña
sólo proponía pasar lista de los mexicanos
inconformes y escuchar sus
ideas y propuestas, pero pronto se
encontró con movimiento y luchas
que se han acercado al llamado zapatista
para compartir sus experiencias
y sus historias.
En el sur, el occidente, el centro y
el oriente del país (aún falta el norte),
el EZLN ha encontrado a su paso a
indígenas, campesinos, obreros, jóvenes,
mujeres, gays, lesbianas,
prostitutas... que se oponen a las consecuencias
de las políticas neoliberales
que amenazan con eliminar los
derechos sociales de la población,
sobre todo de los más pobres.
A lo largo de cinco meses, la
Comisión Sexta ha comprobado
una insostenible realidad de explotación,
despojo, desprecio y represión.
Una guerra económica, política
y cultural contra pueblos, comunidades
y todo aquel que se
oponga a los intereses de las empresas
transnacionales y del poder
del dinero que están destruyendo a
la naturaleza y a la gente. “No hay
resquicio que se escape, todo está
en venta, todo está amenazado, se
trata de despojar a todos de todo”,
es una de las primeras conclusiones
a las que arribó el Subcomandante
Marcos.
Desde el principio, La Otra Campaña
se ha propuesto unir las luchas
sociales de México. Al comienzo
propició conocerse y escucharse en
cada lugar. Pero la campaña ha ido
evolucionando y ahora se propone
como una alternativa de organización
nacional de los movimientos
sociales indígenas, campesinos,
obreros, urbanos, de jóvenes, mujeres,
gays y lesbianas, entre otros.
En los últimos años la gente ha
empezado a entender que sus luchas
están relacionadas, que tienen los
mismos problemas. Esto es lo que se
ha visto con La Otra Campaña en los
diferentes lugares, sobre todo en
pueblos campesinos e indígenas. La
gente se siente arrinconada por las
propias leyes y tiene que protestar de
otras maneras. Es en ese contexto
donde se dan todos los embates que
ha habido en contra de los participantes
de La Otra Campaña, en particular
en San Salvador Atenco.
El ataque de miles de policías en
contra del Frente de Pueblos en
Defensa de la Tierra de Atenco los
días 3 y 4 de mayo pasados, obligó
al líder zapatista a suspender la gira
nacional para organizar la lucha por
la liberación de los presos y exigir
castigo a los funcionarios responsables
de los abusos y las flagrantes
violaciones a los derechos humanos,
particularmente de las agresiones
sexuales y violaciones contra
47 mujeres detenidas.
La agresión en Atenco ha sido un
mensaje para todas las luchas sociales
en el país: el Gobierno reprimirá
a quienes se opongan y resistan a los
planes económicos neoliberales. Fue
una venganza contra este pueblo de
campesinos pobres que se opuso en
2001 a la construcción de un aeropuerto
internacional en sus tierras.
A lo largo del camino, el ‘Sub’
Marcos ha mostrado lo que está
pensando la gente y cómo resiste
en las ciudades y el campo. La Otra
Campaña también ha rendido algunos
frutos: “Paramos el desalojo de
la Barranca de los Sauces en Cuernavaca,
Morelos; paramos la construcción
de la presa de La Parota,
en Guerrero; paramos la gasolinera
sobre los manantiales en Cuautla,
Morelos”, dijo Marcos a Hermann
Bellinhausen en entrevista con La
Jornada. A ello se agrega el éxito de
cambiar la percepción pública de la
violencia ocurrida en Atenco.
Un caracol que va creciendo
A contrapelo de las costosas campañas
políticas de los partidos, La Otra
Campaña se ha convertido en un referente
de organización y en un estímulo
para aquellos que luchan. Conforme
avanza, La Otra va construyendo
un diagnóstico y un mapa de
las resistencias del México de ‘abajo’.
Campesinos que se niegan a vender
sus tierras, comunidades indígenas
que defienden sus bosques y lugares
sagrados y su ser indio, los jóvenes
que resisten a la exclusión laboral
y educativa, a quienes se oponen
a las redadas de la Policía en los
barrios pobres, a los trabajadores
sexuales que defienden su derecho
al trabajo, a los mineros que se oponen
a las condiciones laborales similares
al siglo XIX, a los maestros
y estudiantes que defienden la educación
pública y se resisten los planes
privatizadores, a los pueblos indios
que organizan la autonomía
fuera de Chiapas, a los pueblos que
se oponen a ser destruidos por los
grandes proyectos hidrológicos, turísticos
o despojados por nuevos aeropuertos
(como los mayas de Yucatán
y los campesinos de Querétaro),
los que resisten a ver convertidas
sus parcelas en un tiradero
industrial, en una maquiladora o en
una urbanización de lujo, una autopista,
un Wal-Mart o en una agroindustria
exportadora de transgénicos.
Los que defienden al maíz, sus
tierras, sus manantiales, sus casas,
sus bosques, sus comunidades. Sus
derechos, su trabajo.
En fin, La Otra Campaña va juntando
a todos aquellos que no se dejan.
Es un caracol que va creciendo.
Es un movimiento plebeyo, rebelde,
que camina por los márgenes, fuera
de las reglas del juego político institucional
y del sistema. Que no pide
permiso para actuar ni para que lo
tomen en cuenta.
Más allá del 2 de julio
De cara a las elecciones presidenciales,
el zapatismo y los movimientos
que se han sumado a La Otra Campaña,
cuestionan el monopolio de los
partidos para hacer política. También
critican la subordinación de la
clase política mexicana al modelo
económico neoliberal que produce
más desigualdad y exclusión social.
Algo insostenible para uno de los países
más desiguales del mundo. La
riqueza se está acumulando en las
mismas proporciones que la rabia
social de los que quedan fuera. En
este contexto, el EZLN ha advertido:
“Lo que vemos es que la situación del
país está muy mal, va a haber una rebelión
nacional”. La apuesta zapatista
es que esta inconformidad se organice
y no estalle de manera espontánea
y sea derrotada.
Respecto a las elecciones, el EZLN
ha sido claro, como lo ha declarado
Marcos: “No llamamos a votar o no
votar, sino a pensar y a organizarse
(...). Con La Otra Campaña podemos
organizar al pueblo y buscar alternativas
para cambiar las cosas
que no pueden seguir igual. Con la
movilización civil y pacífica vamos a
deshacernos del gobierno, es nuestro
derecho constitucional”.
Tras las movilizaciones de protesta
por la represión en Atenco y
la lucha por lograr la liberación de
todos los detenidos, “ya se ha construido
un movimiento de dimensiones
nacionales. Es ya una organización
que se ha probado en los hechos,
en la lucha”, ha precisado el
vocero zapatista.
La primera tarea de este movimiento
es liberar a todos los presos.
Si este objetivo se logra, La
Otra Campaña continuará su recorrido
para impulsar esta etapa de
organización.
Con esta lucha contra la represión,
La Otra Campaña ha irrumpido
de lleno en el proceso electoral
del próximo 2 de julio, donde
se disputan el poder tres grandes
fuerzas políticas: el PRI, que representa
al viejo régimen autoritario,
que fraguó el fraude más grande
a favor de la banca transnacional;
el PAN, que representa una
derecha tradicional intolerante, represiva
y neoliberal, subordinada
a los Estados Unidos; y el PRD,
que representa la contradicción de
una izquierda que apostó por la
democracia electoral sin poder
plantear una alternativa al neoliberalismo
económico.
Más allá de quién gane estas elecciones,
el zapatismo y los movimientos
sociales aliados van camino de
convertirse en un referente nacional
capaz de disputar el rumbo del país.
Oaxaca, último episodio de la ola represiva
_ M.D.L.
_ El conflicto de los maestros
mexicanos de Oaxaca, que
llevó a 70.000 docentes a
ponerse en huelga y en el
que algunos llamaron a
boicotear la campaña oficial,
ha supuesto el último
ejemplo de cómo los cuerpos
de seguridad recurrían
de nuevo a una violencia
desproporcionada para
acabar con las protestas. A
las cuatro de la madrugada
del 14 de junio la Policía
Ministerial irrumpía en el
edificio de la sección 22
del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Enseñanza
e intentaban aplastar
a golpes la protesta de
quienes con mayor energía
demandaban una subida
salarial. La represión se
saldó esta vez con más de
100 maestros heridos y al
menos cuatro muertes,
según cálculos de los
manifestantes. Pero episodios
de esta clase no sorprenden
a los movimientos
insurgentes en México.
Como denuncian numerosas
ONG, el respeto a los
derechos humanos no dejó
de mermar durante el
gobierno de Vicente Fox,
cuyas fuerzas policiales
han sido acusadas reiteradamente
por su falta de
profesionalidad y la tendencia
al uso de la fuerza.
comentarios
0