MOVIMIENTO RURAL
La Vía Campesina propone la soberanía alimentaria como alternativa global a la crisis

Del 16 al 23 de octubre, 600 líderes campesinos de todo el mundo, muchos de ellos africanos, analizaron en la Escuela Central del FRELIMO las repercusiones de la actual crisis, presentando alternativas globales.

, Komité de Apoyo al MST / Maputo (Mozambique)
30/10/08 · 0:00

En 1962 exiliados mozambiqueños
en Tanzania fundaron el Frente
Revolucionario de Mozambique
(FRELIMO), con el objetivo de luchar
por la independencia del país
frente a Portugal. Tras lograr este
objetivo, esta fuerza político-social
se transformó, en 1978, en un partido
marxista-leninista, aunque la
mayoría de las iniciativas iniciadas,
como la nacionalización de empresas
privadas y el empeño en el desarrollo
de los sistemas de salud y
educación, serían frustradas con el
comienzo de la guerra civil. Si en la
década de 1970 el FRELIMO anunciaba
la nacionalización de las tierras,
a finales de la década de 1980
iniciaba negociaciones con el FMI
y el Banco Mundial que llevaron a
la introducción de planes de ajuste
estructural y a la implantación de
las recetas neoliberales en
Mozambique. La guerra civil se
acabaría a principios de los años
‘90 con la firma de los acuerdos de
paz y, desde entonces, el FRELIMO
volvería, por medio de las urnas, al
mando del país, permaneciendo
hasta la actualidad en el poder.
Fruto de esta compleja evolución
histórica, hoy el FRELIMO tiene un
discurso ambiguo, con aires de pasado
de vanguardia arropados en tintes
de una socialdemocracia contemporánea.

De este modo, parecería
extraño que apuestas y experiencias
reales de transformación donde los
sujetos sociales son los grandes protagonistas
sonaran en la Escuela
Central del FRELIMO en Maputo.
Pero así sucedió entre el 16 y 23 de
octubre, no porque el partido haya
reinventado su trayectoria revolucionaria,
sino por la celebración de
la V Conferencia Internacional de
Vía Campesina.

El encuentro, que contó con la
presencia de unos 600 líderes campesinos
de todos los continentes,
estuvo marcado por una palabraclave
de rabiosa actualidad: la soberanía
alimentaria, término acuñado
por la propia Vía Campesina
en 1996. También se discutió sobre
la multidimensionalidad de la actual
crisis global, que va mucho
más allá de la crisis financiera (crisis
alimentaria, climática, energética
y de la biodiversidad, de las cuales
las comunidades campesinas
son las primeras víctimas directas)
y se reafirmó la apuesta por la soberanía
alimentaria como la principal
alternativa política global. Una
alternativa que hace frente a las políticas
del Estado y de las empresas
transnacionales, pero que también
sirve para crear políticas basadas
en las experiencias específicas de
las propias organizaciones campesinas
para responder a cuestiones
sociales concretas y que sostienen
esta alternativa, como las reglas de
comercio justo, los modelos agroecológicos
de producción y el protagonismo
de los jóvenes y las mujeres.
Como las diferentes estrategias
de lucha, cooperación y conflicto
que, según las diferentes coyunturas
y lugares, buscan una mejora
de la calidad de vida de las poblaciones
campesinas.

Plan de acción conjunto

A pesar de la diversidad de experiencias
y movimientos campesinos
reunidos en Mozambique, se asumió
un plan de acción conjunto para
los próximos cuatro años donde
se identificó claramente un enemigo
común: las empresas transnacionales.
La lucha contra la revolución
verde (y particularmente contra el
AGRA en África), los agrotóxicos,
los transgénicos, el monocultivo, los
agrocombustibles, la explotación de
los trabajadores agrícolas, la especulación,
la represión y criminalización
de los movimientos fueron
compromisos comunes asumidos
por los miembros de Vía Campesina.

Para ello, se propuso seguir luchando
con movilizaciones, marchas
y protestas que busquen daños
económicos y morales a las transnacionales
e incidencia en las agendas
políticas. Una batalla ideológica de
denuncia de sus actividades, acciones
internas de formación y movilización
de las bases sociales, la
articulación con los movimientos
urbanos y la profundización de la
coordinación internacional con
alianzas tácticas y estratégicas.
Una de las cuestiones centrales
consiste, tal y como reivindica Vía
Campesina, en pensar que la agricultura
campesina no es sólo un modelo
económico de producción sino un
modo de vida, que abarca aspectos
sociales y ambientales, la igualdad
de género, la calidad de la alimentación,
la preservación y difusión del
conocimiento y saberes autóctonos y
las manifestaciones culturales. La lucha
de los movimientos campesinos
no puede ser, por tanto, solamente
una lucha por la tierra, sino una lucha
por el territorio.

En el caso mozambiqueño, por
ejemplo, los campesinos no tienen
un problema de tierra, que pertenece
al Estado y es cedida a las familias
bajo una serie de condiciones.
No obstante, se enfrentan a la escasez
de otro tipo de recursos, materiales
y simbólicos, que les impiden
llevar a cabo la agricultura familiar.

De este modo, la lucha campesina
pasa por desafiar todo aquello que
define el espacio desde arriba, que
impone un modelo de agricultura
capitalista que no tiene en cuenta
las dimensiones socio-ambientales
y culturales de la cuestión agraria.
Vía Campesina ofrece una de las
principales ‘vías’ para salir de las
múltiples crisis: no la inyección de
capital estatal en bancos y empresas
en bancarrota, sino la inyección
de procesos sostenidos, basados en
la unidad de la lucha social en el
campo, que lleven a la apropiación
de los recursos naturales por los
propios campesinos.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto