La revista trimestral
Opcionses de las pocas
publicaciones del Estado
español centrada en la
investigación independiente
sobre consumo,
desde una perspectiva
transformadora. Ahora
cumple cinco años.
Dedicada a la información y reflexión,
esta revista atípica en su estructura
acaba de cumplir cinco años.
Todo un logro para una apuesta que,
mucho más allá de la publicación,
busca cambiar los patrones de vida.
Editada por el colectivo CRIC -siete
personas y una red de colaboradores-,
cada número se centra en un
producto -los lácteos, el agua, etc.-
tomado como vehículo para adentrarse
en un apartado de la realidad
para, desde la defensa de un consumo
consciente y transformador, intentar
explicar cómo funciona en relación
a los ciudadanos. Todo ello
acompañado de propuestas desde lo
concreto. A través del CRIC también
realizan talleres, charlas y van surgiendo
colaboraciones con audiovisuales,
teatro y campañas.
Aprovechamos la ocasión del aniversario
para entrevistar a Álvaro
Porro González y hacer balance del
proyecto, que entra de lleno en el amplio
espacio de la economía social.
DIAGONAL: ¿Se puede cambiar el
mundo desde el consumo?
ÁLVARO PORRO GONZÁLEZ: Nosotros
le damos la vuelta a la pregunta,
¿podemos transformar significativamente
nuestra sociedad sin transformar
el consumo? Creemos que
viendo cómo funcionan las cosas, los
fenómenos sociales y ecológicos a
nuestro alrededor, nuestras dinámicas
de vida y precariedad, relaciones
sociales, sistemas de valores... el tema
del consumo tiene que estar en
cualquier estrategia o planteamiento
transformador. Más que cambiar el
mundo desde el consumo se trata de
evitar que el consumo siga transformando
nuestras vidas, pueblos, barrios.
No se trata de ensalzar el poder
del consumidor sino la debilidad
del consumismo. La propuesta no se
centra en comprar más productos de
comercio justo o ecológicos para tener
un mundo sostenible y un mercado
internacional más ‘justo’, probablemente
por si sólo eso nunca
transformará estructuras que es al final
donde reside el quid. La idea es
replantearse y experimentar con cosas
muy básicas pero que abren
puertas. Si cómo comemos es un reflejo
de cómo vivimos, nos lanzamos
preguntas: ¿queremos comer así?
¿queremos vivir así?
D.: ¿Qué papel desempeña el ámbito
de la producción?
A.P.G.: No se trata de darle importancia
al consumo sino hacer que
la espiral trabajo-producción-consumo
pierda parte de su lógica en
nuestras vidas.
Vemos que mucho del poder
dentro de la cadena de valor económica
se ha desplazado desde la
producción a la distribución y la
comercialización, precisamente
porque es el que está antes del consumidor.
Hoy en día el problema
no es producir, es vender, por tanto
el que tenga el acceso a los que
compran, los consumidores, es el
que tiene la sartén por el mango.
Nuestras preferencias son moldeadas
por unos valores culturales
hegemónicos, una ‘información’
accesible, unos condicionantes estructurales,
nuestras propias características
a nivel de percepción
o análisis... La lucha política busca
cambiar esos condicionantes estructurales
pero hemos de trabajar
también sobre los otros elementos.
Y es ahí donde entramos.
Cinco años de experiencia
D.: ¿Cómo valoráis los cinco años
de experiencia?
A.P.: En el plano concreto del consumo
consciente nos vemos como exploradores
de un campo nuevo con
lo de apasionante y dificultoso que
eso tiene, digamos que nos reinventamos
permanentemente y vamos
creando un camino. Respecto al panorama
general del consumo consciente,
al ser un lugar común de moda
hay una cierta sensación de que el
tema se extiende, hay bastante ruido
y en muchas ocasiones la materialización
de toda esta sensibilidad hacia
el tema es frívola: “contamino pero
planto un árbol”. Sin embargo, esta
receptividad no deja de ser síntoma
de que hay una creciente sensación
de que esto tiene poco sentido y
hay ganas de experimentar por nuevos
caminos, que ya es algo.
D.: ¿Cómo valoráis la capacidad de
los espacios alternativos, como el
creciente mundo de la economía social,
de la agroecología, de las cooperativas,
para alterar los patrones de
vida, la cotidianidad...
A.P.G.: Si miramos el peso proporcional
de los espacios alternativos
sobre el total de la sociedad, la capacidad
transformadora no es ni
mencionable. Pero si los vemos como
espacios simbólicos de ebullición
de ideas, prácticas, valores...
de los que por goteo se va drenando
algo al resto de la sociedad, en
ese caso sí juegan un cierto papel.
Lo que está claro es que en esos procesos
donde trascendemos a nuestro
microentorno, lo que tenemos
entre manos sufre ciertas metamorfosis
que pueden no gustarnos, pero
“bienvenidos a la realidad”, que éste
no es el mundo de la ideas.
D.: ¿Qué perspectivas de futuros tenéis
en Opcions?
A.P.G.: Una de las necesidades y
próximos escalones del proceso es
materializar cierta conciencia propia
dentro del movimiento de movimientos
y Opcions puede aportar
algo. De todas formas, yo veo que
los cambios más masivos en formas
de vida y consumo vendrán cuando
la crisis (energética, ecológica, climática,
financiera...) dé coletazos
fuertes. Estos cambios vendrán
con la inercia de salir adelante y
no tanto como decisiones ideológicas,
pero el camino recorrido hasta
entonces en la creación de herramientas,
experiencias, valores,
discurso... será camino recorrido y
muy valioso en un determinado
momento.
[opcions.org->http://opcions.org]
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