La compañía petrolera está impulsando un plan de extracción de hidrocarburos que afecta a varios países latinoamericanos, donde ya tiene proyectos.

En el último lustro la estampa de
Antoni Brufau, presidente de
Repsol-YPF, abrazado a presidentes
de diferentes países de América
Latina, se ha hecho familiar. No en
vano, la compañía petrolera ha
apostado millonarias inversiones en
la exploración de nuevas áreas y el
desarrollo de campos productivos.
Otra estrategia ha sido formar sociedades
mixtas con las empresas
nacionales, para conseguir áreas
prioritarias y superar las resistencias
gubernamentales. De este modo,
los países productores, que a la
vez son consumidores, abren sus
puertas a la compañía, entregando
unos combustibles para que la compañía
los exporte, o los venda al propio
país con un gran margen de ganancias.
Mientras la compañía
anuncia en las bolsas sus fabulosos
hallazgos en zonas no tradicionales,
los habitantes de estas regiones sufren los daños
ambientales del avance
de la frontera extractiva.
BRASIL. Repsol materializó a finales
del pasado año un acuerdo con
la empresa china Sinopec para
desarrollar conjuntamente los proyectos
de exploración y producción
que posee en las cuencas de Santos,
Campos y Espírito Santo (Brasil),
donde participa en 14 bloques, de
los cuales opera siete. En las últimas
semanas, el consorcio Repsol
Sinopec Brasil anunció descubrimientos
de importantes reservas en
varios pozos en la costa de Vitoria y
Sao Paulo a profundidades entre
dos y cinco kilómetros. Estos hallazgos
se añaden a otros mega yacimientos
que Repsol ya contabilizó
en los pasados años y que le posicionaron
en una de las empresas líderes
en descubrimientos en aguas
profundas. Pero entre la detección
de reservas ubicadas a kilómetros
bajo la superficie y su posterior extracción,
existen riesgos e impedimentos
tecnológicos que –sirva el
desastre del golfo de México de
2010 como precedente– conviene
no subestimar.
COLOMBIA. En aguas colombianas,
Repsol se propone realizar exploraciones
y explotaciones petroleras
en los Cayos delNorte, parte del
archipiélago de San Andrés, Providencia
y Santa Catalina. El proyecto
ha levantado la oposición del pueblo
indígena raizal y de organizaciones
ambientalistas en defensa de los
sistemas coralinosdel conocidoMar
de los Siete Colores.
BOLIVIA. Repsol se asoció a YPFB
para formar la empresa Petro-
Andina SAM y conseguir nuevas
áreas de exploración en la Amazonía
boliviana. Más al sur, en el
Chaco, la compañía sigue perforando
pozos exitosos en el interior de
territorios indígenas. En el Bloque
Caipipendi, de 123.000 hectáreas
que se superponen a los territorios
comunitarios de Orígen Itika Guasu,
Tentayapi, y al Parque Nacional
Aguaragüe, ya se han puesto en
marcha cinco pozos a profundidades
de hasta 6.000metros.
En 2010 Cristina Fernández y Evo
Morales inauguraron un nuevo gasoducto
de 40 km para unir este bloque
con la red de gasoductos argentinos
y asegurar mayores flujos de
exportación hacia el mercado argentino,
deficitario de este combustible
–a pesar de que este país permite
a las empresas exportar el gas
a Chile y otros países. En octubre,
Repsol anunció la inversión, junto a
su socia Pan American Energy, de
1.400 millones de dólares para seguir
perforando nuevos pozos con
el horizonte de aumentar la producción
de tres a 14 millones de metros
cúbicos diarios de gas en los
próximos tres años. Con este repunte
productivo “se garantizarán
los contratos de exportación
a Argentina y por supuesto satisfacer
el mercado interno”, que todavía
es mínimo ya que no cuenta
con una red de suministro domiciliario.
Amenazada por el bloque
Caipipendi, la comunidad guaraní
de Tentayape, declarada como
Patrimonio Histórico Cultural de
los guaraníes en 2006, ha defendido
una posición de rechazo a
cualquier entrada de la compañía
en su territorio. La empresa acorrala
su territorio implantando cada
vez más infraestructuras.
PERÚ. Repsol opera en varios lotes
en la Amazonía del Perú. Al
norte, en el controvertido Lote 39,
se discute la existencia o invención
de pueblos en aislamiento
voluntario. Mientras las organizaciones
indígenas piden la creación
de una reserva territorial que
los proteja, Repsol niega su
existencia. Mientras tanto, la
francesa Perenco ha obtenido la
licencia para la construcción de
un oleoducto en el vecino Lote 67,
también en territorios de posible
presencia de pueblos aislados.
Al sur del país, Repsol es socia
del consorcio Camisea, que opera
al interior de la reserva Nahua
Kugakapori Nantis. Aparte, el
descubrimiento de enormes bolsas
de gas en el vecino Lote 57 ha
empujado a Repsol a iniciar un
ambicioso proyecto de industrialización
de la selva. Para este año,
peinará sus bosques con un proyecto
de sísmica 3D que afectará
a 2.360 km de la Reserva Comunitaria
Machiguenga, así como a
su área de amortiguamiento y la
del Parque Nacional Otuqui.
También proyecta la construcción
de 22 pozos más, que se añadirán
al ya perforado Kinteroni I y una
conexión de gasoductos.
Repsol obtuvo un beneficio neto
de 1.901 millones de euros en
los nueve primeros meses de
2011, un 6,4% superior al año anterior.
Buenas noticias para la
bolsa, malas para los pueblos que
cobijan el filón hidrocarburífero.
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