ROMA // MOVILIZACIÓN POR LA VISITA DE RATZINGER
La Universidad rechaza al Papa “inquisidor”

A finales de enero, estudiantes y profesores conseguían anular la visita de Benedicto XVI a la Universidad de Roma. Ahora la Iglesia explota su papel de víctima para entrar en la campaña electoral.

21/02/08 · 0:00
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ESTUDIANTES DE LA SAPIENZA RECHAZAN AL PAPA. Decenas de estudiantes protestaron
ante las puertas de la universidad custodiada por policías el pasado 17 de enero / Dario-Jacopo Laganà

A finales del pasado mes de octubre,
el rector de La Sapienza de
Roma, la universidad más grande
de Italia, invitó a Benedicto XVI a
impartir la lectio magistralis de
inauguración del año académico,
prevista para el 17 de enero. Los
primeros en protestar fueron los
profesores de la Facultad de Física.
La lectio magistralis es el discurso
de apertura que marca las pautas
programáticas de la enseñanza
universitaria, y los docentes consideraron
un exceso inaceptable que
lo pronunciara un líder religioso.
Máxime cuando con este hecho se
iba a romper la tradición académica
de encargar la lección inaugural
a un profesor de la misma universidad.

Por otro lado, los profesores
de Física tenían muy presente un
discurso pronunciado en 1990 en
Parma por el entonces cardenal
Ratzinger en el que decía que “en
la época de Galileo, la Iglesia permaneció
mucho más fiel a la razón
que el mismo Galileo” y que el juicio
contra Galileo había sido “razonable
y justo”. Mientras estudiantes
y profesores se movilizaban, el
rector comenzó su marcha atrás.
Trató de mantener el discurso del
Papa, aunque después de la ceremonia
de inauguración. Todo en
vano. En la universidad romana se
reprodujeron los actos de protesta.
67 profesores firmaron una carta
dirigida al rector contra la presencia
de Ratzinger; los colectivos estudiantiles,
junto a grupos No Vat
(contra el Vaticano) y centros sociales
prepararon protestas alrededor
de la Estatua de Minerva, símbolo
de La Sapienza y diosa del
conocimiento, para “protegerla del
Papa inquisidor”. Éstos criticaban
también la militarización total del
campus prevista con la llegada del
Pontífice, ya que se esperaba el cierre
de facultades y una presencia
abrumadora de policías y carabineros.
Al final, tres días antes de
pronunciar su discurso, el Papa renunció
a su propósito. Inmediatamente,
los medios de comunicación
le convirtieron en “víctima de
la intolerancia” de unos movimientos
sociales que no le permitían hablar
“en su misma ciudad”. La campaña
mediática intentó dibujar a
los manifestantes como gente intolerante
que, a la vez que invocaba
la libertad, no dejaba espacio a ideas
diferentes de las suyas. El Papa
se quedó en el Vaticano, pero difundió
en periódicos y televisiones
su discurso, que además fue leído
en la ceremonia de inauguración.
En una universidad sitiada por las
fuerzas de seguridad, los colectivos
estudiantiles convirtieron en
blanco de sus protestas a Walter
Veltroni, secretario del Partido
Democrático, y a Fabio Mussi, ministro
de la Universidad, responsables
de la situación de crisis que
padece actualmente la enseñanza
en Italia.

El Vaticano entra en campaña

El Vaticano ha instrumentalizado
la polémica, utilizando la victimización
mediática del Papa para
combatir algunos derechos civiles
e intervenir en la situación política.
Una presión que se ha intensificado
con el inicio de la campaña
electoral tras la caída del Gobierno
Prodi. Como sucede en el Estado
español, la Conferencia episcopal
italiana y sectores de la derecha
impulsan actualmente una campaña
contra el aborto. El 12 de noviembre,
la Policía irrumpió en un
hospital de Nápoles para interrogar
a una mujer que acababa de
someterse a un aborto terapéutico,
a pesar de que el aborto es legal en
Italia desde 1978. Dos días después,
miles de mujeres se manifestaron
para reivindicar el derecho a
decidir sobre su cuerpo. Se está
creando un clima de caza de brujas.
Quizás Ratzinger en esta situación
se sienta a gusto.

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