LA ASAMBLEA POPULAR PASA A LA RESISTENCIA TRAS LA INVASIÓN DE LA POLICÍA FEDERAL
“La comuna de Oaxaca” contra ‘Foxilandia’

El previsible recurso a la fuerza por parte del
Gobierno de Vicente Fox se hizo realidad. La Policía
Federal Preventiva (PFP) logró penetrar sin grandes
problemas en la ciudad de Oaxaca. Sin embargo, el
gran despliegue realizado en favor del gobernador
Ulises Ruiz no supuso un gran golpe para el movimiento
popular. Éste optó por la “resistencia pacífica”
frente al invasor, lo que le ha permitido seguir
plantando cara cuando ya van seis meses de
conflicto. Las barricadas persisten mientras la salida
de Ruiz se hace cada vez más probable, a pesar de
que el gobernador continúa aferrándose al cargo.

09/11/06 · 0:00
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RESISTENCIA. El pasado 29 de octubre el Gobierno de Vicente Fox envió cerca de 5.000 policías para reprimir el movimiento
popular que desde el 14 de junio ha tomado Oaxaca como protesta al autoritarismo del gobernador Ulises Ruiz / Francisco Olvera / La Jornada

Desde que Vicente Fox tomó posesión
como presidente de México,
una nueva expresión fue tomando
cuerpo en el argot callejero y político
del país. Se trata de ‘Foxilandia’,
una idílica nación que
existe únicamente en las declaraciones
públicas del máximo mandatario.
Durante todo este tiempo,
el ‘México real’ compuesto entre
otros factores por pobreza, corrupción,
narcotráfico y revueltas
masacradas se ha ido imponiendo
sobre ‘Foxilandia’. El pasado 29
de octubre, el Gobierno foxista daba
un nuevo golpe a su ficción mediante
el envío de cerca de 5.000
policías al Estado sureño. El objetivo
era someter a “la comuna de
Oaxaca”, el nombre de reminiscencias
parisinas que se le ha
dado al movimiento popular que
desde el 1 de mayo ha ido aumentando
sin cesar.

El ataque estaba cantado para
todo el mundo debido al empeño
del gobernador Ruiz en mantenerse
en el cargo, y de la incapacidad
del Gobierno del Partido de
Acción Nacional (PAN) para sustituirle
a causa del imprescindible
apoyo recibido del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), al que
Ruiz pertenece.

Además, la situación era la más
propicia. Por una parte, la sección
22 del sindicato de maestros, iniciadora
del conflicto, acababa de
decidir en una votación apretada la
vuelta a clase tras seis meses de
huelga y el cumplimiento federal
de sus demandas laborales. Esta
votación no fue bien recibida por
sectores de la Asamblea Popular de
los Pueblos de Oaxaca (APPO). Por
otra parte, el día 27 paramilitares y
policías habían realizado cuatro
ataques simultáneos contra barricadas
de la APPO, organizadora de
“la comuna”. Estos hechos, en los
que murieron tres appistas y un periodista
de Indymedia [ver recuadro],
fueron aprovechados por el
Gobierno para dar la orden definitiva
de asalto, con la excusa de “instaurar
el Estado de derecho”.

Si la APPO hubiera optado por
la resistencia violenta contra la
PFP, el resultado de la batalla habría
sido incierto, pero seguramente
los muertos de uno y otro
bando se habrían contado por
decenas. Sin embargo, la APPO
prefirió dar la consigna de la “resistencia
pacífica”, coordinada a
través de Radio Universidad, el
único medio de comunicación que
le queda al movimiento en la ciudad
(enlace en asambleapopulardeoaxaca.
com). Así pues, se recibió
a la PFP con cánticos y cadenas
humanas, a excepción de algunos
enfrentamientos violentos
en diversos puntos que dejaron
tres muertos por balas policiales.

Mientras ‘Foxilandia’, a través
del secretario de Gobernación
Carlos Abascal, señalaba que “el
operativo tenía como finalidad alcanzar
la absoluta normalidad de
la vida pública” en Oaxaca, la realidad
se encargaba de rebatirla.
Para empezar, la anunciada vuelta
a clases de los maestros sólo se
produjo en las regiones más alejadas.
Y aunque la APPO perdió el
control de los edificios oficiales
céntricos y de varios medios de comunicación,
las barricadas retiradas
se reconstruyeron durante esa
noche, lo que se ha venido repitiendo
desde entonces.

La APPO pasa a la resistencia

La APPO ya no tiene el control de
la ciudad, pero ha pasado ahora a
una labor de hostigamiento constante,
de momento pacífico, a la
PFP, por lo que el nivel de conflicto
no ha disminuido. Ahora a las
reivindicaciones de renuncia de
Ulises Ruiz, liberación de todos
los presos y castigo a los asesinos,
se une la de retirada completa de
la policía.

Hechos posteriores a la invasión
muestran que la APPO mantiene
su fuerza. El jueves 2 de noviembre
la policía se dirigía a la Universidad
de Oaxaca, último territorio
appista en la capital. En este
caso la defensa pacífica se combinó
con los cócteles molotov, piedras
y lanzacohetes de los estudiantes.
Tras siete horas de batalla
la PFP se retiró, para regocijo
de la APPO, cuyo dirigente Flavio
Sosa calificó el día como “histórico”.
‘Foxilandia’ achacó la retirada,
de nuevo por boca de Abascal,
al “pleno respeto que le tenemos a
la autonomía universitaria”.
En el resto del país, el apoyo a
Oaxaca ha sido liderado por los
zapatistas, que para el 1 de noviembre
llamaron a cortes de
carreteras que se llevaron a cabo
sobre todo en Chiapas, DF y Chihuahua,
donde se encontraba el
subcomandante Marcos. Éste también
ha convocado a un paro nacional
para el 20 de noviembre.

Los acontecimientos de Oaxaca,
en los que está involucrada La
Otra Campaña local, coinciden
con las advertencias que Marcos
lanzó a su paso por el DF: “Pónganle
el color que quieran al Gobierno
que va a ser derrocado”.
Fuera de México, en muchos países
ha habido acciones solidarias con la APPO. Las de más relevancia
han tenido lugar en Estados
Unidos, España, Italia y Alemania.
Tras la invasión de Oaxaca, la coalición
PRI-PAN empezó a mostrar
fisuras. El 30 de octubre el Senado
pidió a Ulises Ruiz que abandonara
el cargo, lo que contrasta con la
postura mantenida hasta entonces.
Al cierre de esta edición, el diario
La Jornada informaba de que el
Gobierno se planteaba destituir a
Ruiz. La motivación, nada sorprendente
a estas alturas, sería “el
clamor popular”.

Por lo tanto, como ha escrito el
periodista Luis Hernández Navarro,
“la batalla de Oaxaca no termina
aún”. Aunque ‘Foxilandia’ se
empeñe en lo contrario.

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