En los 12 años que duró la campaña de rechazo a la mili, 50.000 jóvenes se declararon insumisos y 1.670 acabaron en la cárcel. El movimiento antimilitarista celebra ahora una oleada que recorrió todo el Estado.
El 20 de febrero de 1989, 57 jóvenes
pusieron en marcha la campaña
de insumisión promovida por el
Movimiento de Objeción de Conciencia
(MOC), declarándose insumisos
ante los gobiernos militares
del Estado español. Se negaban a
hacer la mili y la Prestación Social
Sustitutoria (PSS) de 18 meses como
alternativa al servicio militar
obligatorio. 11 fueron detenidos e
ingresados en diferentes prisiones
militares.
Se trataba del inicio de lo que iba
a ser la más exitosa campaña de
desobediencia civil en el Estado español
y en Europa. A lo largo de los
12 años que duró la lucha, 50.000
jóvenes se declararon insumisos y
1.670 acabaron en la cárcel por defender
su derecho a no hacer la mili
ni la PSS. La fortaleza de esta estrategia
de desobediencia civil se
basó en el desarrollo de un potente
colchón social: por cada insumiso,
cuatro personas de diversa condición
social y laboral se autoinculpaban
de cometer el mismo delito.
Cada desobediente generaba la movilización
de un grupo de apoyo y
su entorno, mientras movimientos
sociales, sindicatos y ONG se unían
al boicot a la PSS. La red solidaria
se extendió como una mancha de
aceite: el virus de la insumisión infectó
a todo el tejido social.
La insumisión es heredera de la
objeción de conciencia de los años
‘80 y del trabajo de grupos de mujeres
antimilitaristas. Aquellos objetores
fueron amnistiados y quedaron
libres de sus obligaciones
militares. Sin embargo, varios de
ellos creían que la mayor duración
de la PSS penalizaba a los objetores
y que se trataba de un trabajo
esclavo que eliminaba puestos de
trabajo. Para ellos, el objetivo debía
ser la desaparición total del servicio
militar. Con la renuncia a la
amnistía, volvían a ser llamados a
filas. Cuando esto ocurrió, se declararon
insumisos.
El primer juicio militar contra insumisos
se celebró el 16 de noviembre
de 1989 y en ese año se produjeron
las primeras condenas de
cárcel que los insumisos cumplieron
en cárceles militares. En 1991,
los casos de insumisión al servicio
militar pasaron a la jurisdicción civil.
Si el Código Penal Militar fijaba
la pena mínima para los insumisos
a la mili en un año de prisión, el Código
Civil establecía unas penas
más altas para ambos tipos de insumisión:
de dos años, cuatro meses
y un día hasta seis años. En 1995 se
aprueba un nuevo Código Penal
que mantiene las condenas de cárcel.
Al año siguiente, el nuevo Gobierno
de Aznar anuncia la profesionalización
de las Fuerzas Armadas.
El último reemplazo de la mili
dejará los cuarteles en diciembre
de 2001. Poco después, el Ejecutivo
se ve forzado a reformar el Código
Penal y el Código Penal Militar para
eliminar los delitos relacionados
con la insumisión: se produce una
amnistía para cerca de 4.000 insumisos
procesados y unos 20 insumisos
en los cuarteles.
Tras aquellos ‘años dorados’, el
movimiento antimilitarista sigue
trabajando en la desmilitarización
de la sociedad en frentes como las
movilizaciones contra las guerras,
la desobediencia al gasto militar,
el desmantelamiento de las instalaciones
militares y su reconversión
a uso civil o las nuevas luchas
contra la OTAN. Y lo hace en un
contexto en el que la existencia de
un Ejército ‘profesional’ intenta
ser vendido y legitimado como una
opción laboral más, como una
ONG vestida de caqui, indica el
movimiento. Parafraseando algo
que los antimilitaristas decían no
hace tanto tiempo: “Si acabar con
la mili fue divertido, abolir los ejércitos
será un fiestón”.
Diferentes estrategias
Aunque la opción más extendida
fue la iniciada por el MOC, consistente
en presentarse a los juicios e
ingresar en prisión, asumiendo una
línea noviolenta, hubo otras estrategias.
Colectivos libertarios y autónomos
como Los invisibles promovieron
la “insumisión total”, en la
que los reclutas eran juzgados en
rebeldía. Los Mili KK y el grupo
Kakitzak, uno de los más representativos
de Euskal Herria, como los
anteriores, evitaron inscribirse en la
noviolencia, aunque todas sus
acciones lo eran. En los últimos
años, el MOC lanzó la campaña
Insumisión en los Cuarteles.
Artículos relacionados:
F. MENDIOLA Y M. NOGUERAS, MIEMBROS DEL MOC Y EX INSUMISOS
_ [«La insumisión nos dio la certeza de que se puede ganar»->7346]
[Dos grandes retos del movimiento->7348]
_ Perico Oliver Olmo, historiador, antimilitarista y ex insumiso
comentarios
0