El crecimiento de espacios plurales de defensa de la vivienda a partir del 15M sevillano
Hacia un movimiento por la vivienda

Los saberes anteriores y el impulso de las asambleas han confluido para crear un movimiento sólido que debe profundizar en soluciones más globales.

, Miembro de la Intercomisión de Vivienda 15M Sevilla.
22/01/13 · 16:52
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Jornada andaluza por el derecho a la vivienda, celebrada el 24 de noviembre en Sevilla / Concha Laverán

En el último año, el movimiento por la vivienda de Sevilla ha alcanzado unas cotas de visibilidad pública, influencia social y dimensiones de las que no había disfrutado en mucho tiempo. Su aspecto más visible y llamativo se encuentra en las ocupaciones colectivas de familias desahuciadas, las llamadas corralas. No obstante, éstas son sólo una parte de una red en la que se integran una diversidad de organizaciones, grupos de afectados y oficinas de asesoría con resultados, por lo general, menos vistosos. Si bien la acción directa es prácticamente una seña de identidad y una de las grandes bazas del movimiento en Sevilla, es necesario también preocuparse por el efecto de luces brillantes que ejerce sobre muchos. Frente a esto, resulta relevante reivindicar la importancia de la organización y del trabajo militante y a veces invisible de muchos activistas. Esto al menos en dos sentidos.  En primer lugar, las corralas son una acción directa muy llamativa, más incluso que la resistencia a los desahucios, que focaliza la atención de medios de comunicación, de la gente de la calle e incluso de los activistas, provocando que a veces se oculte el trabajo desarrollado a otros niveles.

Las ocupaciones de viviendas son un tipo de desobediencia que se rebela contra la forma terriblemente injusta en que la crisis del sistema se está cebando con las familias más humildes. Con ella se realiza una acción en primera persona con la que se cubre parcialmente la problemática inmediata de la familia, además de apuntar a la acumulación de propiedades en manos de los bancos y al absurdo de la existencia de un problema de alojamiento en un contexto de sobreabundancia material de construcciones residenciales (hay más de 100.000 viviendas vacías en la aglomeración de Sevilla). No obstante, no conviene olvidar que las corralas se forman a partir de grupos de afectados que se agrupan en torno a los 12 Puntos de Información de Vivienda y Encuentro (PIVE), que funcionan, desde hace aproximadamente un año, en los distintos barrios y en el área metropolitana de la ciudad. Estos PIVE son sostenidos gracias a la red de asambleas que alumbró el 15M, dispersas por el territorio urbano. A su vez, desde hace año y medio, las asambleas se organizan junto con otros colectivos en la Intercomisión de Vivienda, desde la cual, entre otras cosas, se intentan plantear líneas estratégicas y coordinar el movimiento con otros ámbitos territoriales. Esta red, además, apoya ocupaciones individuales, frena desahucios y subastas y supone el único soporte para muchas familias.

En segundo lugar, en ocasiones pudiera dar la impresión de que la historia de los movimientos sociales empezó el 15 de mayo de 2011. El movimiento por la vivienda en Sevilla no empieza con la manifestación del 15M, por supuesto, aunque el primero puede interpretarse en gran medida como una proletarización y radicalización del segundo. El 15M ha permitido la reubicación y recuperación de viejos activistas y la aparición de otros nuevos, además de la creación de una red de grupos militantes distribuidos por los barrios que no había existido en Sevilla, al menos de forma tan sólida, en los últimos 20 años. Así, desde un primer momento, la Intercomisión de Vivienda se ha nutrido de la energía de la nueva generación de activistas, pero aún más de la experiencia y el saber hacer de militantes que llevaban muchos años trabajando en cuestiones como el acoso y expulsión de inquilinos del centro, la infravivienda y el chabolismo, la okupación o la denuncia de la especulación inmobiliaria. Podría decirse que el movimiento de la vivienda ha seguido el camino del problema de la vivienda. De un problema fragmentario que afectaba a una diversidad de grupos por lo general minoritarios o con escaso poder en el conjunto de la sociedad, se ha pasado a un problema generalizado o al menos percibido de esta forma. De forma similar, el movimiento por la vivienda en la ciudad ha pasado de consistir en un conjunto de colectivos y luchas extremadamente heterogéneo e independiente a avanzar, aparentemente, hacia una mayor cohesión.

Son muchos los retos existentes en la actualidad. El mayor de ellos quizás sea el de saber aprovechar la oportunidad de crear, con los mimbres disponibles, un movimiento bien coordinado, de base amplia y aspiración transformadora. Ello partiendo de la organización de las víctimas del actual sistema, de los problemas más urgentes e inmediatos, pero avanzando hacia concepciones cada vez más globales y políticas. En este sentido es fundamental reconocer la importancia de la actividad organizadora y la necesidad de militancia y compromiso.

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