Estas raperas emigradas a Texas combinan un discurso anticapitalista con la crítica al sistema cubano, en el que se han sentido marginadas como lesbianas, feministas y artistas.
En enero, la sede de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de
Cuba se abarrotó de gente expectante
por ver un acontecimiento
que, según las asistentes, no hubiera
sido posible hace una década:
Krudas Cubensi, raperas feministas
radicales, lesbianas, que cantan a
las negras, a las gordas, a las migrantes
y, lo que es peor, emigradas
a Texas, participaron en el foro feminista
Mirar desde la Sospecha,
invitadas por la bloguera Negra
Cubana. En un espacio institucional,
Olivia Prendes y Odaymara
Cuesta (alias Pasita) reivindicaron
el lesbofeminismo autónomo y clamaron
contra un patriarcado universal
muy arraigado, recordaron,
en el socialismo cubano. Pese a que
su presencia en este foro sea síntoma
de apertura, las Krudas critican
un sistema en el que se sintieron
marginadas como artivistas.
DIAGONAL: Pasita, en la UNEAC
hablaste de la contradicción que supone
encontrar en un país capitalista
la contracultura feminista que no
tiene cabida en Cuba.
PASITA: En un sistema capitalista,
que como sabemos es competitivo,
destructivo, misógino, al mismo
tiempo hay derecho a la libre asociación.
Cuba es un Estado socialista,
pero blanco, heteropatriarcal,
machista, racista, misógino, que no
permite que los grupos nos unamos
y nos expresemos con libertad. Los
discursos que se permiten son muy
institucionales y rectos. Es irónico
que en el sistema capitalista yo haya
encontrado un poquito más de
espacio y libertad, incluso para
nuestra música.
D.: ¿Cómo veis el feminismo aquí
en contraste con lo que vivís fuera?
P.: Están muy atrás, mija, encerradas
en la isla, con poco acceso a la
información.
OLIVIA PRENDES: Internet es
muy importante en el desarrollo de
las contraculturas. Aquí los medios
están controlados por el Gobierno,
no hay prensa independiente. No
quieren que haya nada autónomo,
ni feminismo, ni nada.
"Es irónico que
en el sistema capitalista
yo haya encontrado un
poquito más de espacio
y libertad, incluso para
nuestra música"
D.: En los ‘90 intentasteis crear una
organización queer en La Habana.
¿Cómo fue aquello?
P.: Era un grupito llamado Colectiva
Queers, junto con unas amigas de
EE UU. El día 1 de mayo, con motivo
de la marcha de los trabajadores,
dijimos: ¿por qué no llevamos nuestra
banderita, que nosotras también
somos parte de este país? Ay, mija.
Nos dieron una mano de golpes.
Nos robaron la bandera, después
empezaron a ir a la casa de cada
activista. Le dijimos a Mariela
Castro [directora del Centro Nacional
de Educación Sexual de Cuba,
Cenesex] si nos daba algún papelito
o algo para hacer un grupito LGTB.
Ella dijo: “No, Cuba no está preparada
para esto. Esto es una cultura
muy machista. Quizás en diez
años”. Nos escudamos en que el
pueblo no está preparado, pero no
es así. Estamos muy atrás en cosas,
pero estamos por delante en otras,
como el derecho al aborto.
D.: ¿Cómo valoráis la política que
impulsa el Cenesex?
P.: Me parece un modelo un poco
capitalizado. Sería más inteligente
implementar espacios en los que
hubiera charlas y conversatorios.
Algo más educativo, de información.
O.P.: Nosotras participamos en el
grupo de lesbianas Oremi, en sus
inicios, pero en seguida Mariela llegó
con una actitud autoritaria, nos
impuso la presencia y liderazgo de
unas psicólogas que no eran lesbianas,
que hablaban de patologías que
atendían en sus consultas. No pudimos
hablar de nuestros problemas
como lesbianas sanas. Yo prefiero
la autonomía. Cuando alguien cercana
al Gobierno es quien nos
orienta, el espacio se contamina de
las decisiones del Gobierno.
D.: ¿Qué es lo que más os ha entusiasmado
de los movimientos feministas
en Estados Unidos y México?
P.: Fue muy emocionante participar
en encuentros feministas y en marchas
lésbicas. Me sentí perdida, como
si hubiera estado en una burbuja.
Era como un sueño. Aquí en
Cuba las instituciones hablan del
“machismo benévolo”, y con esa
mentalidad, el alcance del feminismo
es limitado. Vale que en México
haya más feminicidio o que el aborto
sea ilegal, pero eso hace que haya
una resistencia más fuerte. Las
feministas nos estamos moviendo,
revolucionando, rompiendo barreras...
Aquí en cambio estamos detenidas
en el tiempo, estáticas.
"Nos escudamos
en que el pueblo no está
preparado, pero no es así.
Estamos por delante en
algunas cosas, como el
derecho al aborto"
D.: ¿Cómo ha influido la experiencia
migratoria en vuestro discurso
político?
O.P.: Yo sigo confundida. En los dos
sitios veo cosas que están bien, pero
también muchas que están mal. El
mundo está podrido. El heteropatriarcado
domina todo. Hay que
crear nuevos sistemas; todos los vigentes
son patriarcales.
P.: Es difícil. Vivir en el capitalismo,
ser anticapitalista. Venir de un sistema
socialista, pero al mismo tiempo
criticarlo. Somos humanas, tenemos
contradicciones. Lo importante
es abrir fuego a lo que está mal,
estés donde estés. Es un estado
mental: estar alerta, resistiendo,
cuestionando.
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