Después de tres
maratonianas jornadas,
la Iniciativa de Bilbao,
que congregó a
pacifistas israelíes,
activistas palestinos y
redes de solidaridad,
acordó desarrollar una
campaña internacional.
- ACCIÓN. Varios activistas detuvieron en Bilbao un autobús de la empresa francesa Veolia, que construye el tranvía de Jerusalén / MEWANDO
Organizadas por colectivos tan variados
como Solidaridad Internacional,
Paz con Dignidad, Mundubat,
CC OO de Euskadi, Biladi y
la red MEWANDO, y con el apoyo
económico de la Consejería de
Vivienda y Asuntos Sociales del
País Vasco, las jornadas arrancaron
el pasado 29 de octubre con un
recuerdo a las personas que sufren
el asedio israelí en la franja de Gaza
y a los activistas internacionales
que con acciones de desobediencia
civil están tratando de romper ese
cerco. Alberto Arce, uno de los impulsores
de la Iniciativa de Bilbao,
recordó que ya han sido tres los
barcos que, fletados por el movimiento
internacional de solidaridad
con Palestina, han logrado entrar
por vía marítima en Gaza burlando
el bloqueo naval israelí.
Tras este pequeño homenaje se
sucedieron tres maratonianas jornadas
de charlas, debates y discusiones
que tenían como objeto
impulsar y coordinar la campaña
internacional de boicot a Israel, resumida
en las iniciales BDS: boicot,
desinversión y sanciones.
Inspirándose en el boicot a la
Sudáfrica del Apartheid, activistas
palestinos, pacifistas israelíes y colectivos
de solidaridad de todo el
mundo han asumido ésta como una
de las estrategias más eficaces para
aislar a Israel y obligarle a acatar
una legalidad internacional que lleva
60 años violando sistemáticamente.
Como resumió el abogado
palestino-israelí Hussein Abu
Hussein: “Nos sentimos débiles, y
no queremos recurrir a la violencia,
sino actuar pacíficamente
como sociedad civil”. Los movimientos
sociales palestinos han detectado
en la campaña de boicot,
desinversión y sanciones, una posibilidad
esperanzadora en un momento
que se presenta especialmente
crítico para ellos, marcado
por la ofensiva israelí y el enfrentamiento
civil en Palestina. Salim
Wally, profesor de la Universidad
de Johannesburgo, veterano de la
lucha contra el Apartheid, y uno de
los animadores de la campaña en
Sudáfrica recordó que, aunque el
Congreso Nacional Africano lanzó
en los años ‘50 la propuesta de boicotear
económicamente al
Gobierno racista afrikaner, los
efectos no empezaron a sentirse
hasta finales de los ‘70.
“Comparativamente la campaña de
boicot a Israel ha avanzado mucho
más en mucho menos tiempo”, indicó.
El académico y activista norteamericano
Norman Finkelstein,
uno de los más reputados críticos
del sionismo, se sumó a la corriente
de optimismo: “A pesar del apoyo
de los medios de comunicación,
la popularidad de Israel ha caído
en picado en EE UU, incluso entre
los norteamericanos de origen judío.
El 30% de ellos se siente muy
distante de Israel, y el 60% se negaría
a apoyar un ataque a Irán. Los
jóvenes judíos norteamericanos
son cada vez menos sionistas. En
las universidades norteamericanas
hay un tercio sionista, otro tercio
de indiferentes, y el resto apoya a
la causa palestina”. Convertir la impopularidad
de Israel ante la opinión
pública mundial en una fuerza
de solidaridad activa con la causa
palestina es, según el autor de
La industria del Holocausto, el reto
de los movimientos sociales. Partidario
de la lucha pacífica y de la
desobediencia civil, considera que
hay que apoyarse en la legitimidad
de las múltiples resoluciones internacionales
que han dado la razón a
los palestinos frente a Israel: “El
movimiento de solidaridad con Palestina
debe aprender de la seriedad,
autosacrificio y conocimiento
de los sionistas”.
Las jornadas concluyeron con
propuestas prácticas de boicot y una
acción en la que varios activistas detuvieron
un autobús de Veolia, multinacional
francesa que construye el
tranvía de Jerusalén y gestiona los
autobuses municipales de Bilbao.
Los manifestantes explicaron a los
pasajeros y a los viandantes la iniciativa
del boicot a Israel. De momento,
militantes bilbaínos ya se
han comprometido a organizar una
campaña de información para denunciar
que el Ayuntamiento haya
concedido la gestión del transporte
urbano a una empresa que colabora
con las políticas étnicas del Estado
israelí.
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