LA MARCHA MUNDIAL DE LAS MUJERES RECALA EN LA ZONA DE LOS GRANDES LAGOS AFRICANOS
Diez años de acción frente a la pobreza y la violencia contra las mujeres

El 17 de octubre, más de 20.000 mujeres desfilaron por la paz en la ciudad
congoleña de Bukavu, después de cuatro días de intensos debates. Era el colofón
de la Tercera Acción Internacional de la Marcha Mundial de las
Mujeres, un evento que ha servido para apuntalar un movimiento que desde
hace diez años persigue visibilizar y combatir “todas las formas de desigualdad
y de discriminación sufridas por las mujeres”.

11/11/10 · 8:08
Edición impresa

“¡Sois el Sindicato Internacionalista
de Mujeres!” Así recibieron
las congoleñas a la Marcha
Mundial de las Mujeres (MMM) el
13 de octubre, en la apertura de
un encuentro que hasta el día 17
reunió en Bukavu (en la provincia
de Sud Kivu) a un millar de feministas
de más de 40 países y concluyó
con una colorida y multitudinaria
manifestación. Algo inimaginable
en 1995, cuando 850
mujeres caminaron en la región
Quebec durante nueve días contra
la pobreza, pidiendo, simbólicamente,
“pan y rosas”. La manifestación
canadiense sirvió de inspiración
para que, cinco años más
tarde, arrancara un movimiento
internacional que ha recorrido
ciudades de diferentes continentes
con unos propósitos muy claros:
luchar contra la pobreza de
las mujeres y la violencia que se
ejerce sobre ellas, siempre desde
una perspectiva feminista. En diez
años, la Marcha Mundial de las
Mujeres
ha organizado siete encuentros
y tres “acciones internacionales”,
una protesta que cada
cinco años se despliega del 8 de
marzo al 17 de octubre en varios
países del globo.

Las carencias que tienen las mujeres
en todo el planeta son infinitas
y las reivindicaciones que marcan
sus objetivos son tan amplias
como imprescindibles para conseguir
una vida digna. Por eso el acceso
al agua potable, la asistencia
médica y reproductiva, la necesidad
de un salario digno, la visibilización
de los conflictos armados o
el acceso a la educación son algunos
de los pilares de este “movimiento
internacional de acciones
feministas”.

La Marcha de las Mujeres, que
agrupa a más de 5.000 organizaciones
de 163 países, se define altermundista
y anticapitalista, apuesta
por la soberanía alimentaria y reconoce
el derecho a la autodeterminación
de los pueblos. Sus áreas
de trabajo son el bien común y
el acceso a los recursos, el trabajo
de las mujeres, la violencia contra
ellas, la paz y la desmilitarización
y, por último, la lucha contra la pobreza,
tarea fundamental si observamos
dos datos que proporciona
el Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer:
siete de cada diez personas que
mueren de hambre en el mundo
son mujeres y millones de ellas dedican
cuatro horas diarias a buscar
agua potable. Para llevar a cabo
sus objetivos, la Marcha Mundial
de las Mujeres, que dispone
de un secretariado permanente y
de un comité inernacional formado
por representantes de diferentes
áreas geográficas, se organiza
a través de coordinaciones nacionales,
que no siempre coinciden
con los actuales Estados. Así,
Galicia, País Vasco, Cataluña y
España forman parte de una región,
Europa, a la que se van sumando poco
a poco más organizaciones y naciones.
“En Europa necesitamos
otro sistema y otra forma de crecimiento”,
indica Tereixa Otero
Dacosta, representante de la coordinación
gallega.

Tercera acción global

Al igual que hiciera en 2000 y en
2005, desde el 8 de marzo hasta el
17 de octubre de este año la Marcha
Mundial de las Mujeres desarrolló
su Tercera Acción Internacional en
Turquía, Colombia y la República
Democrática del Congo, logrando con gran éxito y a través de numerosas
acciones denunciar las agresiones
que viven a diario las mujeres
de estos países como consecuencia
de los conflictos armados
que padecen. “Lo que nos interesa
en la Marcha es cómo se contextualizan
los conflictos, tanto en el
ámbito regional como en el local y
romper con la idea de la homogeneidad”,
aclara Otero. Pero la heterogeneidad
ha de darse también
en otros ámbitos como el social y
el económico ya que, según
Teixeira, esa variabilidad que da
el mundo de las mujeres y la perspectiva
de género es muy enriquecedora”.

Además, continúa, “seguimos
desempeñando funciones
que el mundo rico ha rechazado
de plano”, como las relacionadas
con la dependencia y los cuidados.
En este marco, la Marcha Mundial
de las Mujeres de las Américas ha
incorporado el concepto sumak
kawsay
(“el buen vivir” en quechua
o aymara), término que se
apoya en los valores de la
Pachamama (“madre tierra”) con
el fin de convertirse en firme propuesta
frente al neoliberalismo, ya
que se basa en una visión colectiva
de la producción; armoniza a la comunidad
con la naturaleza y rompe
con la desigualdad entre hombres
y mujeres, tanto en el acceso
a los factores de la producción como
en la toma de decisiones.

Mujeres de Kivu

Hace dos años, en el VII encuentro
de la Marcha Mundial celebrado
en Galicia
, el movimiento decidió
organizar su tercera acción global
a favor de la paz y la desmilitarización
en la zona africana de los
Grandes Lagos, uno de los lugares
más peligrosos del planeta. En el
encuentro de Bukavu, europeas,
americanas y asiáticas tuvieron la
oportunidad de conocer de primera
mano la realidad de una región
que, en palabras de Adèle Safi, una
de sus organizadoras, “lleva más
de una década soportando tensiones,
conflictos étnicos, usados para
justificar conflictos armados y
de este modo enmascarar causas
económicas subyacentes, como el
control de los recursos mineros y
de la biodiversidad en beneficio de
las empresas de armas y de seguridad
privada”. “La organización
de este acto es un fuerte signo de
solidaridad con todas las mujeres
que resisten cotidianamente las
consecuencias de los conflictos armados”,
subraya Safi.

El evento de Bukavu es sólo una
etapa más de la Marcha Mundial
de las Mujeres, que los próximos
19 y 20 de noviembre, coincidiendo
con la Cumbre de la OTAN de
Lisboa, se reunirá y convocará
una protesta antimilitarista en esa
ciudad. Y, como ha hecho siempre,
lo hará desde el feminismo,
que no sólo se entiende como un
pensamiento sino también como
un proyecto social, una alternativa
y una manera distinta de ver el
mundo.


UNA REGIÓN SEDIENTA DE PAZ

La zona de los Grandes
Lagos, que incluye
Ruanda, Uganda, Burundi
y la región congoleña
de Kivu, no conoce la
paz desde 1994
. A
pesar de la misión de la
ONU, la MONUSCO, grupos
armados no regulares
de los tres primeros
países siguen sembrando
el terror en Kivu, un
territorio rico en minerales
y recursos forestales.

Las mujeres son sus víctimas
principales. Según
Adèle Safi, además de
ser violadas, “sufren la
destrucción de sus genitales
y son forzadas a la
esclavitud sexual, al
contagio de VIH, a la
maternidad precoz, no
deseada, a los desplazamientos
masivos, a la
deslocalización familiar
y a la marginación...”,
mientras, sus agresores
gozan de impunidad, critica.

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