Tras la jornada realizada el pasado 6 de abril, se abre la posibilidad de concretar un trabajo en red por parte de las iniciativas de este tipo que conviven hoy en dia en la metrópolis.
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“El aumento de las necesidades y carencias sociales choca frontalmente con el desprestigio de una clase política que es incapaz de dar alternativas más allá de la austeridad y la pérdida de los derechos más básicos. Frente a este panorama muchas personas hemos reaccionado construyendo alternativas horizontales, participativas, democráticas que rompen las cadenas de la representatividad”, este contundente párrafo encabezaba el documento de invitación al encuentro que organizaba la Red de Centros Sociales de Madrid, espacio que tiene su germen en los debates abiertos durante las jornadas del 1215M de mayo de 2012.
Desde 2011, Madrid vive una suerte de primavera en lo que a espacios autogestionados se refiere. Ahora mismo hay más de 23 iniciativas de este tipo en la metrópoli, algo nunca visto con anterioridad. El resultado de este año de trabajo ha sido la convocatoria de la I Jornada de Centros Sociales de Madrid, que tuvo lugar el 6 de abril en el Espacio Sociocultural Liberado y Autogestionado EKO, en el barrio de Carabanchel.
Las más de 50 personas, de 13 iniciativas distintas, que participaron reflejaron la complejidad del ecosistema de los espacios sociales en Madrid, donde nunca ha cuajado una iniciativa que aglutine las distintas experiencias. Hubo participantes que venían desde espacios alquilados, okupados, proyectos que han sido desalojados, espacios de reciente creación y otros con más de una década de trabajo a sus espadas.
En el taller que daba inicio a la jornada se reflexionó sobre los límites de las comunidades que rodean y componen los centros sociales. Dos personas dinamizaron el taller apoyándose en diferentes metodologías con el fin de orientar y agilizar el debate así como de fomentar la participación. En un esquema se colocó a diferentes actores y su papel más o menos central en el proceso del centro social: en el cruce de los ejes aparecía lo que se denominaba como colectivo político, en la periferia, sujetos como asociaciones de vecinos, seguidores en las redes sociales, o gente que va a tomar cañas, mientras que en el ‘afuera’ aparecían los enemigos: policía, bandas ultras, etc.
El debate de la segunda sesión se centró en la apertura o cierre de los procesos de incorporación a los espacios de toma de decisiones de los centros sociales. Asimismo, se discutió sobre la división entre los temas de gestión y de política, lo que planteó el debate acerca de si esa división es falsa, apoyados en conceptos como macropolítica y micropolítica. Algo que también ocupó gran parte de la sesión fue el cuestionamiento de los conceptos de apertura y cierre, y sobre si más apertura garantiza mayor participación y si menor apertura es sinónimo de mayor eficacia y seguridad.
¿Cuáles son las aspiraciones de los centros sociales? Entre las respuestas que se esbozaron en el EKO, surgió la gestión de la diferencia; cómo producir comunidad –cómo politizar los problemas que en primera instancia se ven como privados– y de qué forma convertir a los centros sociales en espacios de intercambio de experiencias e ideas. Palabras como procomún o colectivización surgieron cuando se planteó qué términos pueden utilizarse para definir la gestión de estos espacios fuera de la esfera de lo público y de lo privado. En el plano organizativo la discusión giró alrededor de los grupos de poder en los centros y la legitimidad o no de los mismos. En este apartado tuvo una gran importancia el debate sobre la economía en los centros sociales, lo que arrojó ideas en torno a conceptos de renta indirecta, autoempleo, economía social, sobre el precio libre o el cooperativismo. Por último, se discutió el sentido de la Red de Centros Sociales, en un debate que pivotó básicamente sobre cuatro puntos: el apoyo entre las diferentes iniciativas, los intercambios de experiencias, la apertura de una campaña que ahonde en la legitimidad de estos espacios y el papel que deben jugar los centros sociales en la coyuntura actual.
Cronología
Finales de los '70 - mediados de de los '80.
Toma de edificios reclamando el patrimonio de CNT o de antiguas instalaciones de Falange que quedaron en estado de abandono. Ateneo Libertario de Tetuán (c/ Marques de Viana), el Ateneo de Prosperidad (c/ Mantuano) o el Ateneo Libertario de Villaverde (Pº Alberto Palacios).
Mediados de los '80 - finales de los '80.
Es cuando se puede comenzar a hablar de okupaciones (con “k”) en las que grupo de jóvenes influidos por lo que ocurre en otras partes de Europa comienzan a tomar casas abandonadas. La okupación en octubre 1985 de un edificio en la c/ Amparo, 83 apenas duró 10 días pero supuso un punto de inflexión en tanto se comenzaron a realizar actividades culturales y hubo una reivindicación política de la toma de espacios abandonados, llegando incluso a recibir el apoyo de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM).
En abril de 1987, tras la sentencia absolutoria en el juicio por la okupación de la calle de Amparo, la Asamblea de Okupas de Madrid decidió tomar el edificio situado en el número 35 de la Ronda de Atocha, propiedad del Ministerio de Cultura. La okupación apenas duró cuatro días. Otro edificio era okupado un mes después en la calle Argumosa, 41 y desalojado en solo cuatro días.
Finales de los 80 - principios de los 90.
Aparición de los centros sociales. En mayo de 1988 se okupa una antigua fábrica en la calle Arregui y Aruej nº 13, este proyecto dura varios meses hasta su desalojo a finales de agosto. Durante 1988 los trabajadores de la empresa imprenta Hijos de E. Minuesa S.L., situada en Ronda de Toledo nº 24, se encerraron contra el cierre de la misma por plazo de tres meses. Al terminar el encierro, algunas de las personas que habían sido desalojadas de Arregui y Aruej tomaron, invitadas por los trabajadores, varias viviendas que se encontraban dentro del recinto. Meses después, ya en 1989, y tras un incendio, se comenzaba a rehabilitar las zonas de la fábrica que no estaban siendo usadas como vivienda dando lugar al Centro Social Autogestionado Minuesa, un centro cultural abierto al barrio en el que de una manera asamblearia se realizaron numerosas actividades al margen de las instituciones culturales estatales. Por primera vez aparecía este concepto proveniente de la experiencia italiana. Desalojado en mayo de 1994, en medio de un fuerte despliegue policial y con duros enfrentamientos con la policía, fue la primera experiencia estable de centro social en la ciudad de Madrid. Al término de una manifestación en protesta por el desalojo del centro social y en contra de la especulación, unas 1.500 personas se dirigieron a la antigua fábrica de material de precisión y galletas Pacisa S.A., en la Ronda de Atocha, 35, que fue okupada.
Década de los '90.
Consolidación de los centros sociales. En esta fase encontramos proyectos que aun se mantienen hoy en día como es el caso del centro social Seco, okupado en noviembre de 1990 en el barrio de Puente de Vallecas. Este proyecto conseguiría su estabilidad tras negociar con el Ayuntamiento una nueva ubicación en 2007. Otros ejemplos en este sentido son la Eskalera Karakola y La Casika, el primero, tomado en 1996, es un centro social que permanece activo tras la cesión de un espacio por parte del ayuntamiento. Se trata de un proyecto por y para mujeres. La Casika pervive desde 1997 en una antigua casona en el centro de Móstoles, y es uno de los espacios decanos y referente a nivel estatal para el movimiento por la okupación.
Asimismo, a principios de abril de 1994 la Asamblea de Estudiantes de Somosaguas okupó la antigua casa abandonada de los guardias cercana al campus universitario, propiedad de la Universidad Complutense, al que llamaron Lucrecia Pérez en honor a la inmigrante dominicana asesinada por fascistas poco tiempo antes. Tras el desalojo del espacio tras un incendio provocado por fascistas, los estudiantes arrebataron al decanato de la facultad el compromiso de la cesión de un espacio, la actual Aula Social Autogestionada.
A finales de los '90 se tomaron diferentes espacios como el La Guindalera, ultimo edificio desalojado mediante al aplicación del código penal anterior en el que no se tipificaba el delito de okupación como ocurre en la actualidad. El desalojo de este espacio con 155 detenidos, tuvo como respuesta la toma del Centro Social el Laboratorio, que desde 1997 y durante aproximadamente diez años y con tres ubicaciones diferentes fue uno de los espacios de referencia en la ciudad por su nivel de apertura y la multiplicidad de actividades que se desarrollaban.
La década de los 2000
Sobre todo en su primera mitad, esta época fue una especie de tránsito por el desierto en el que las iniciativas por la okupación brillaban por su ausencia y pocos se lograban consolidar. No obstante se debe destacar el proyecto de Casablanca en Lavapiés, que mantuvo actividad desde 2006 y hasta 2012 en cuatro espacios diferentes, La Alarma, La Mácula y Malaya. Otros proyectos como El Dragón, La Traba y el Patio Maravillas, okupados entre 2007 y 2008, vienen realizando actividades desde entonces en los barrios de La Elipa, Arganzuela y Malasaña respectivamente.
Post 15M
Tras la toma de las plazas asistimos en Madrid a una explosión en lo que a toma de espacios abandonados se refiere. Así, existe una cantidad de estos espacios nunca antes vista. A esta fase corresponden espacios como EKO (Carabanchel) , Osera (Usera), Cantera (Vicálvaro), 16.0 (Malasaña), Salamanquesa (barrio de Salamanca y Moratalaz), La Morada (Chamberí), La Boa (Rivas) o Kairós (Universidad Autónoma de Madrid).
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