Apostar por la generación distribuida

Las líneas de Muy Alta
Tensión son piezas propias
de los sistemas centralizados
de producción
de electricidad con grandes
centrales de generación propiedad
de las transnacionales energéticas.

21/10/09 · 0:00
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Las líneas de Muy Alta
Tensión son piezas propias
de los sistemas centralizados
de producción
de electricidad con grandes
centrales de generación propiedad
de las transnacionales energéticas.

Sirven para transportar
y vender a largas distancias la
electricidad producida en puntos
negros alejados del consumo,
llegando a interconectar
continentes. Este sistema es el
más rentable para las grandes
compañías pero el menos eficiente
y seguro. Se estiman unas
pérdidas del 10% por transporte
y transformación, y la caída de
una MAT puede desestabilizar
completamente el sistema.

Ejemplos de grandes apagones
por este motivo o por la parada
inesperada de una central los vivimos
en el verano de 2007 en
Barcelona o en el apagón general
de Italia de 2001. Las líneas
MAT llevan asociados graves
problemas para la salud y el medioambiente
que los gobiernos
esconden deliberadamente.

Los modelos de generación
distribuida o descentralizados
se basan en pequeñas instalaciones
repartidas por el territorio
interconectadas entre sí mediante
un mallado de redes de baja o
media tensión. Son más eficientes
y seguros pero representan
un cambio del modelo actual.

El debate de fondo está en escoger
entre un sistema centralizado,
que favorece la concentración
de poder y el despilfarro
energético, o un sistema de generación
distribuida basado en
energías limpias y renovables de
propiedad cooperativa o municipal.

La evolución de las energías
renovables permite su fácil implantación
a pequeña escala en
espacios próximos al consumo.
Estas pequeñas instalaciones
son asequibles económicamente,
potencian la economía local y
muestran la totalidad del impacto
de la generación de electricidad.

Un sistema distribuido basado
principalmente en fuentes
de energía renovable requiere
una ocupación bastante mayor
del territorio. Para hacer frente a
esta condición hay que aprovechar
al máximo los espacios urbanizados,
conseguir una reducción
del consumo energético y
considerar la gestión de la demanda
como un recurso más para
estabilizar la red. Con el cambio
climático y el agotamiento
de los combustibles fósiles, no
queda otra alternativa que desglobalizar
la economía, y en ella,
la producción energética. No
queda otra opción que construir
formas de vida más justas, con
un consumo energético más bajo
y que reconozcan los límites
biológicos del planeta.

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