ISRAEL // ENTREVISTA A INBAR HORESH, ACTIVISTA DE ANARQUISTAS CONTRA EL MURO
Anarquistas contra el Muro: “El cambio en Israel sólo vendrá por las presiones externas”

Inbar Horesh es miembro del grupo israelí
Anarquistas contra el Muro, una organización que
practica la no violencia como herramienta de
denuncia de la ocupación israelí en Palestina.

, Redacción
18/09/08 · 0:00
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Como respuesta a la construcción del
muro que Israel está levantando en
Palestina, en 2003 nació un peculiar
grupo de activistas. Se trataba de una
de las primeras ocasiones en que ciudadanos
israelíes se movilizaban en
los territorios ocupados contra las
políticas de su propio Gobierno. Cada
vez que hacían una acción se denominaban
con un nombre diferente:
a veces eran Judíos Contra los
Guetos, otras Anarquistas contra la
Cerca. En uno de esos actos de resistencia
pacífica, para el que utilizaron
el nombre de Anarquistas contra el
Muro, uno de sus miembros fue herido
de bala en una pierna. Era la primera
vez que un ciudadano israelí
era herido por su propio Ejército. La
trascendencia de este hecho en los
medios de comunicación hizo que el
grupo se quedara definitivamente
con ese nombre.

El colectivo trabaja con las comunidades
palestinas afectadas por la
construcción del muro y con otros
grupos opuestos a la ocupación, y
participó en las famosas protestas en
la aldea de Bil’in. Sobre la incidencia
de los activistas en la sociedad israelí,
Horesh, que dio varias charlas este
verano en el Estado español, es pesimista.
“No tenemos tantos movimientos
sociales como aquí, tenemos
ONG que trabajan en Israel y publican
información para el exterior, y
se ocupan fundamentalmente de
problemas humanitarios. También
están las organizaciones de izquierdas,
que están más relacionadas con
partidos políticos y son más sionistas.
Luego grupos como el nuestro,
más orientados a la acción directa y
la denuncia”.

La muerte de Rachel Corrie el 16
de marzo de 2003 en Rafah cuando
intentaba detener, interponiendo su
cuerpo, a una excavadora Caterpillar
D9 de las Fuerzas de Defensa Israelíes
(IDF), en el marco de una protesta
pacífica contra la destrucción de
hogares palestinos en la franja de
Gaza, fue un shock para los grupos
de oposición no violenta. Corrie, activista
estadounidense del International
Solidarity Movement (ISM), estaba
plantada delante de una casa
que iba a ser demolida y la excavadora
le pasó por encima. Era un momento
de fuerza en los grupos internacionales
de oposición a la construcción
del muro. Ahora la realidad
es bien distinta. “No creo que en este
momento haya un gran movimiento
internacional en Palestina. Sé que
muchos lo están abandonando por la
violencia del Ejército”, señala
Horesh.

Sin embargo, en la sociedad israelí,
“el grupo está trabajando muy duro
para aglutinar a más activistas, para
ayudar a la gente a que la experiencia
de las manifestaciones sea
menos traumática, y para intentar
que más personas se sientan seguras
para venir”, indica la activista, antes
de enfatizar: “Está funcionando; he
oído a gente que ha asistido últimamente
a las manifestaciones decir
que se han sentido bien, y que les
apetece venir más a menudo. Esta
nueva forma de pensar surgió porque
las manifestaciones se hacían
cada vez más difíciles de soportar.
Espero que tengamos éxito en juntar
a más gente, y últimamente son más
los que se suman al movimiento”.

Coordinación

“No tenemos demasiada coordinación
con otros grupos sociales, aunque
últimamente estamos intentando
establecer algo. Hay una organización
bastante amplia llamada
Rompiendo el Silencio, con soldados
que estuvieron en el Ejército,
que hablan de la ocupación desde
su propia experiencia. Es una asociación
no política, pero últimamente
hemos tenido conversaciones para
celebrar algunas manifestaciones
juntos”, continúa la activista.
Éste es un punto conflictivo, porque
la sociedad israelí da la espalda a la
situación en los territorios ocupados,
y hay muy poco contacto con
los habitantes de Cisjordania y
Gaza. “Normalmente, en los grandes
eventos que se realizan en Israel
todos los grupos grandes coinciden,
como Peace Now o Good Shalom,
pero en los asuntos más puntuales,
como las manifestaciones contra el
muro, sólo estamos los anarquistas,
unos pocos internacionales y los palestinos”.

Ante las posibilidades de que la
oposición en Israel a la ocupación
pueda traer un cambio en las políticas
del Gobierno, Inbar Horesh es
muy escéptica: “En los últimos años
ha habido elecciones, cada dos o
tres años. Mucho más a menudo de
lo normal. Cada primer ministro
era sustituido en poco tiempo, pero
nada ha cambiado en realidad. Hay
tres familias, tres grandes partidos,
Avada, Likud y Kadima. Avada es
más socialdemócrata y Likud es
más conservador, pero al final son
todos muy de derechas. El líder de
Avada es ahora ministro de
Seguridad, en el gobierno de
Olmert (Kadima) y, desde luego,
está haciendo una política horrible.
No creo que un cambio real venga
por un cambio de gobierno en
Israel, sino por presiones reales del
exterior”. En la sociedad civil tampoco
ve grandes posibilidades de
cambio de mentalidad. “Hay escuelas
donde conviven hebreos y musulmanes,
pero creo que ideológicamente
son sionistas. Yo estudié
en una escuela de un asentamiento
mixto, con palestinos e israelíes, y
pienso que el planteamiento de fondo
era sionista. Y aunque este tipo
de institución se promociona y se
estudia en las escuelas como ejemplo
de integración, y aunque existen
instituciones mixtas y colaboraciones
puntuales en asuntos como
el muro, o relaciones comerciales
árabe-israelíes a pequeña escala,
realmente estamos hablando de pequeñas
acciones. No hay un gran
movimiento conjunto”. A pesar de
todo, Horesh está segura de que
“no hay otra opción que no sea denunciar
lo que ocurre en Palestina”.


La relación con la sociedad palestina

“Anarquistas contra el
Muro tiene presencia en
pequeñas poblaciones
afectadas por la construcción
del muro, como
Bil’in. La relación con la
sociedad palestina allí es
buena. Pero son lugares
pequeños, y es difícil
saber qué impacto tienen
en el conjunto de la
población”, afirma Inbar
Horesh, antes de añadir:
“Si hubiera diez manifestaciones
diferentes al día
en Cisjordania, se convertirían
en un gran problema
para el Ejército. Pero
hace unas semanas éste
se mostró tan violento y
las manifestaciones se
volvieron tan peligrosas,
que me temo que la
gente ha empezado a
pensar que no merecía la
pena, ya que no consiguieron
parar la construcción
del muro o alterar su
trazado en ningún lugar.
Hubo heridos y muertos,
y así las manifestaciones
en los asentamientos terminaron”.

Para la activista israelí,
“sería muy bueno que
más comunidades se
unieran a la lucha pacífica
contra el muro, pero no
tengo muy claro que esto
vaya a suceder. La mayoría
de la población apoya
a los comités populares,
a la lucha armada frente
a Israel, o a los grupos
fundamentalistas islámicos”,
concluye.

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