Primero de mayo: la dignidad recuperada

Las autoras afirman que "el sindicalismo y la política, o lo hacemos nosotras, o nos lo hacen, y muchas veces en nuestra contra" y proponen algunas formas nuevas de hacer sindicalismo.

, concejalas de Ahora Madrid y Leganemos, respectivamente. Militantes de Anticapitalistas y afiliadas a Comisiones Obreras.
01/05/16 · 8:00
Fotos de la noche electoral del 24 de mayo de 2015 desde la sede ocupada por los huelguistas de Telefónica Movistar. / Sarai Rua / Diso Press

Estamos en 2016, en vísperas del V aniversario del 15M, y las aspiraciones de cambio democrático siguen quedándose a las puertas de los centros de trabajo.

Cuando la receta de las élites es seguir pasándonos la factura y precarizando nuestras vidas, rehuir el conflicto es un lujo que la mayoría social trabajadora no nos podemos permitir.

No podemos aceptar que siga creciendo el ejército de reserva de trabajadores pobres, que ya alcanza el 12 % de las personas asalariadas. No podemos resignarnos a que seamos las mujeres las primeras en pagar su crisis, cobrando de media un 23% menos que los hombres, aceptando empleos a tiempo parcial para poder llevar algo a casa y cargándonos sobre nuestros hombros el trabajo de cuidados nunca reconocido.

El mantra hegemónico impuesto por el neoliberalismo de que todo el mundo es clase media se resquebraja cuando el sector más precario de las clases trabajadoras se ha convertido en la fracción social más numerosa del país, y quieren seguir imponiéndonos políticas austericidas.

Para llevar el cambio al mundo laboral, necesitamos nuevas formas de hacer sindicalismo. En realidad, recuperar lo que se ha demostrado que funciona: sindicalismo de base, democrático y participativo, adaptando las formas de movilización y organización a la realidad actual del mercado laboral –formas flexibles, abiertas, con el territorio como punto de articulación– capaz de organizar a la gente por la defensa de sus derechos y de los puestos de trabajo.

Un sindicalismo que huya de corporativismos y del marco neoliberal de negociación impuesto por el Régimen del 78, un marco que –como el institucional– es "un traje hecho a medida de las élites".

La adaptación a ese "traje" de los grandes sindicatos ha conllevado su burocratización, anquilosamiento y su identificación con buena parte de los consensos y políticas neoliberales.

No es tanto cuestión de siglas, como de prácticas: ante la guerra declarada por las élites económicas a la mayoría trabajadora también se dan luchas ejemplares desde plantillas organizadas en sindicatos mayoritarios.

Es hora de ir preparándose para encarar el conflicto en el marco laboral con el espíritu asambleario, auto-organizado y disruptivo del 15M, que se expresó en las Mareas y que reaparece en las grandes luchas de sectores fragmentados y sobre-explotados (como la huelga de subcontratas de Movistar, la huelga de operadoras del 061 andaluz o la de las camareras de piso), o contra cierres como el de Bosal en Sagunto o Coca Cola de Fuenlabrada.

Hay que prepararse para afrontar el conflicto por nuestros derechos y condiciones de vida en todos los terrenos, de forma complementaria, aprovechando potencialidades y creando sinergias entre la lucha en las calles, en los barrios, en los centros de trabajo y las posiciones conquistadas en las instituciones.

Una agenda común de objetivos y reivindicaciones, y un plan de movilizaciones conjunto será fundamental para conseguir muchos de ellos. Por ejemplo, desde los Ayuntamientos del Cambio y las Candidaturas de Unidad Popular debemos establecer alianzas con los sectores populares en defensa de los bienes comunes.

La remunicipalización de servicios públicos lleva consigo una lucha contra la precariedad laboral y la defensa de servicios públicos de calidad que aseguren nuestros derechos sociales: Para conseguirlo, trabajadores, sindicatos, personas usuarias y responsables políticos tenemos que ir de la mano frente a quienes quieren hacer caja con la educación infantil, la recogida de basuras, la limpieza de nuestros colegios y tantos otros servicios hoy externalizados.

Rompamos las costuras de ese traje a medida en que nos quieren encorsetar y pongámonos a confeccionar nuestro propio proyecto de futuro. Recuperemos nuestra dignidad, entendiendo como tal la responsabilidad que tenemos todas para con la comunidad de la que formamos parte. El sindicalismo y la política, o lo hacemos nosotras, o nos lo hacen, y muchas veces en nuestra contra.

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