«La moral nos guía, nos tranquiliza, nos otorga significados, nos ubica y nos orienta, establece límites. Es un modo heredado de ver el mundo, una lógica de lo que somos, una forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos, de integrar y de excluir, de respetar y de exterminar» 

Joan-Carles Mèlich, Lógica de la crueldad.
 

Antes de que las mareas ciudadanas ocuparan las plazas y las calles de nuestras ciudades con sus voces y sus colores, mareas negras se habían extendido por todo el territorio, silenciosas pero letales, inundando el país entero de podredumbre y ruina, cual negro chapapote, cuya mancha ahoga la vida del lugar sobre el que se extiende.

Las voces de las mareas han coreado en público el malestar y la confusión, que todos los ciudadanos sentiamos y a las que no eramos capaces de poner nombre, al no admitir que las buenas palabras de los políticos encerraban promesas trucadas.

Estas mareas han levantado acta con su “no nos representan” a la paulatina caída de los telones que mostraban las bondades de la gestión de nuestros próceres, que hacían como si nos estuvieran garantizando el disfrute de nuestros derechos de ciudadanos de un país democrático del primer mundo.

El deterioro de los servicios públicos, su privatización, el paro, la precariedad de los trabajos, el empobrecimiento generalizado de la población son realidades, que nos han hecho ver que éste, nuestro país, no es ni lo que nos contaban ni tampoco lo que nos atrevíamos a imaginar.

Los telones que sucesivamente han ido cayendo, han dejado al aire el entramado de intereses que han creado las grandes empresas que, no contentas con reducir al mínimo posible sus contribuciones al erario público, contratan a nuestros cargos públicos para que favorezcan sus intereses. Ya sea estando en activo o una vez terminado su mandato, como en el caso del expresidente José María Aznar, quien no tuvo pudor para establecer amistad con un reconocido dictador, Muammar al-Gaddafi, para mediar a favor de una empresa de ingenieria española haciendo valer los rercursos acumulados durante su mandato. No ha sido el único en rentabilizar su paso por un alto cargo público, otros muchos han girado su sillón ubicándolo en órganos de gobierno o consulta de grandes empresas, popularizando el término “puertas giratorias”.Es fundamental fortalecer plataformas que garanticen un rearme moral, que rescaten valores como la dignidad, el respeto, la integridad, la solidaridad, la honradez

Los últimos casos de corrupción que han salido a la luz en la Comunidad de Madrid han hecho que nuestros dirigentes políticos se muestren “indignados” con la “trama organizada” investigada dentro de la operación Púnica por el juez Valera de la Audiencia Nacional a partir de los movimientos de cuentas de bancos en Suiza. El reciente informe de la Fiscalía Anticorrupción al juez instructor del caso Gürtel, Antonio Pedreira, confirma que el PP de Madrid utilizó a la fundación Fundescam para financiar ilegalmente las campañas electorales de la Comunidad de Madrid en 2003, y las las elecciones generales y europeas del 2004, destacando la "propensión al intercambio de favores" entre el PP y los empresarios donantes. Es fundamental fortalecer plataformas que garanticen un rearme moral, que 
rescaten valores como la dignidad, el respeto, la integridad, la solidaridad, la honradez

Estas tramas organizadas, estas mareas negras, han hecho que los ciudadanos nos sintamos no solo indignados, sino también impotentes, desmoralizados. Somos conscientes de que lo que está aflorando es sólo la cima de un gran iceberg, que ya ha destruido gran parte de nuestros servicios públicos, de nuestro sistema productivo, el de las pequeñas y medianas empresas. Esa masa sumergida propicia el deterioro de la integridad moral de nuestros representantes.

Nos sentimos perdidos al conocer que incluso en plena crisis, cargos públicos han conspirado para llevarse parte de nuestros ya mermados presupuestos. Ese gran cinismo proyecta su sombra sobre todas las instancias públicas y los que fueron elegidos en las urnas.

En estos momentos es fundamental fortalecer plataformas que garanticen un rearme moral, que rescaten valores como la dignidad, el respeto, la integridad, la solidaridad, la honradez. Que definan otras normas de juego con las que los ciudadanos podamos defender nuestros intereses frente a quienes, convertidos en hombres lobo con tarjetas en negro, no les da vergüenza, jugar con ventaja.

CIVICUS, Alianza mundial para la participación ciudadana, plantea que «ni el secuestro democrático ni la desigualdad son inevitables. La historia ha demostrado una y otra vez que el antídoto contra el secuestro democrático es la movilización de una ciudadanía activa, empoderada e informada, elemento esencial en la lucha contra la desigualdad». Ahora, aquí, este antídoto está en nuestras manos y puede llamarse Ganemos Madrid.

Ganemos Madrid es una plataforma ciudadana abierta a la confluencia de partidos y movimientos sociales, vinculada con las Mareas Ciudadanas y que cuenta con las experiencias dinamizadoras de personas que participaron activamente en las asambleas del 15M. Ganemos Madrid está trabajando para canalizar la necesaria respuesta ciudadana a la quiebra moral y económica de nuestro país, de nuestras ciudades, está recogiendo los conocimientos y experiencias de expertos y de personas vinculadas con los movimientos sociales para poner en marcha un proceso que detenga el progresivo deterioro de nuestra democracía, que nos rearme moralmente y que consolide criterios de buen hacer y de convivencia.