ANÁLISIS //
13-M: El rédito del olvido

El autor denuncia la complicidad de toda la clase política en las mentiras del PP
y critica la incapacidad de las redes activistas, superadas por las multitudes.

07/04/06 · 1:19
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GRANADA. Protesta el 13-M en
la Plaza del Ayuntamiento,
exigiendo información veraz. / José Torres

El impacto político del 13 de
marzo de 2004 ha sido
desactivado. Hace dos
años la sociedad civil supo
transitar del Dolor (11-M), al Desconcierto
(el “¿Quién ha sido?” del
12-M) hasta abrazar la Desobediencia.
Tres ‘D’ consecutivas, la última:
convertir la jornada de reflexión
en una asamblea multitudinaria,
descentralizada y autoconvocada,
que denunció el fraude electoral
que se avecinaba. El 13-M salvó la
línea de flotación de cualquier elección
democrática: identificó al mentiroso,
le sancionó en público y evitó
que acudiese a las urnas blindado.
Al contrario de la tesis dominante,
el 13-M dio legitimidad al 14-M. Los
testimonios de manifestantes que
recogimos son contundentes: “Esta
(mentira) es la gota que colma el vaso”
e “Imagínate que ganan en estas
condiciones”. Pero dos años más
tarde andamos semihundidos, a remolque
de quienes nos convocaron
a condenar a ETA, a sabiendas de
que no era la responsable.

Fueron los ciudadanos los únicos
que denunciaron sin ambages a un
gobierno que basó gran parte de su
gestión y la campaña electoral en
mentiras. Blindados en la mayoría
absoluta y con ansias de repetir, sumaron
a los embustes del chapapote
y de Iraq el que imputaba a ETA
la masacre. El 13-M desenmascaró
el electoralismo de la manifestación
del 12-M. Ideada para inundar (y
bien que lo consiguieron) la jornada
de reflexión con un discurso electoralista,
frentista y guerracivilista.

“Con las víctimas, con la Constitución
y por la derrota del terrorismo”
fue la convocatoria voceada
por todos los medios convencionales
(incluida la SER), por todos los
comentaristas y faranduleros, “progres”
y “conservadores”, por todos
los partidos políticos (legalizados) e
instituciones, incluida la Monarquía
(presente por primera vez en una
manifestación)... Alguien se negó,
Ángel Berrueta, y fue tiroteado en
su panadería de Iruña... El resto fuimos
acusados de colaborar en “la
estrategia de intoxicación” de Otegi.

El PP sacó un enorme rédito electoral
de la espiral del silencio que
creó el 12-M y de su actitud victimista
tras el 13-M. Por eso continúan
en las mismas: refugiándose en las
(sus) víctimas, usándolas como parapeto
ante cualquier crítica; fosilizando
la Constitución para arrojarla
al enemigo (todo el que no les
acompaña en sus marchas); exigiendo
derrota (y no paz) en Euskalherria.
En cualquier otro país democrático,
un Gobierno que en la
jornada de reflexión detenía islamistas,
forzado a reconocerlo por
los manifestantes y que, aun así,
mantuvo a ETA como “línea de investigación
preferente”, que además
era “la convicción moral” de su
candidato, habría sufrido un descalabro
descomunal. Mayor, sin duda,
que el de la UCD en 1982. Porque
sopesándolas, la crisis del 13-M
no tiene nada que envidiar a la del
23-F. En los dos casos se habló de
golpe y a lo mejor es que ocurrió
eso. Que (nos) dieron un golpe más
y ni nos enteramos.

Según el PP y sus corifeos, ETA
(y vaya usted a saber quién más)
participó del 11-M; y el 13-M fue
obra de la oposición. Siguen sin
pruebas, pero no importa. No aparecen
etarras en el sumario. Rubalcaba
llamó (implícitamente) mentiroso
al PP, sólo después de que la
gente se echase a la calle. La SER
empezó a mencionar las concentraciones
bastante después de su inicio
y nos mandó “a la cama” a medianoche.
Estuvimos en la calle toda la
madrugada del 14-M y ahora nos
llevan de calle.

El PP equipara la “mentira” de
que el 11-M fuese consecuencia de
la guerra de Iraq con el ultraje que
supone mentir sobre 191 muertos
por unos votos. Así se hacen las víctimas.
Porque el victimismo siempre
les salió rentable, desde que
justificaron el 36 con el tiroteo de
Primo de Rivera. Sólo cuentan sus
víctimas. Vejan a Pilar Manjón y a
los Afectados del 11-M, porque les
recuerdan su impostura. Les montaron
en el Retiro el Jardín de los
Ausentes, pero los afectados del
11-M no quisieron inaugurarlo, ni
que hablasen en su nombre...
Ahora, siguen denunciando la estrategia
del “muerto al hoyo y el vivo
al bollo”. Exigen responsabilidades
políticas y el Jardín del Recuerdo.
Pero nadie pide ya responsabilidades,
ni recuerda. ¿Por qué?
¿Por qué no acabamos ya con tanta
impostura? Ahí van dos hipótesis
complementarias.

A- La ‘oposición’ no puede reconocer
que antes del 14-M no arriesgó
ni los votos, ni la audiencia, ni las
licencias audiovisuales que se acaban
de conceder. ¿Quién votaría a
Zapatero o compraría El País si se
hubieran retractado inmediatamente
de acusar a ETA el 11-M? ¿Quién
y a quién se le iba a dar la tele digital?
Recordar el 13-M, emitir las
imágenes que editamos y pusimos
hace un año en sus manos, es recordarles
las imprudentes medias verdades
(y mentiras) que soltaron
aquellos días. Es recordar, en fin, la
pusilanimidad de una supuesta izquierda
que también saldó el 23-F
perdonando a los golpistas, gestionando
secretitos entre conspiradores
y que, en suma, recela de la movilización
social porque cada vez
que cuaja les supera con creces.

B- El tejido social, que actuó como
red de alarma y resistencia convocando
el 13-M, ha sido incapaz de
reivindicarse como tal. Invocan al
subcomandante Marcos, pero olvidan
sus palabras: “Nuestra máxima
aspiración es desaparecer”. Ocurrió
el 13 de marzo de 2004. Los activistas
fueron superados con creces (en
número y en radicalidad desobediente)
por multitudes de ciudadanos
que acudieron al llamamiento
de quienes supieron ver entonces la
urgente necesidad de denunciar
tanta ignominia. En lugar de reconocerse
ahí, las redes sociales del
13-M han pugnado por el protagonismo
de aquella convocatoria o renuncian
a reivindicarla porque, de
hecho, nadie puede capitalizarla en
solitario. Han sido superados por
los periodistas convencionales que,
en la lógica de siempre, han primado
más las tesis conspirativas de
Urdaci y los flashmob del botellón.

Ahí estamos, A+B = Unos enfangados
en la mentira denunciada en
la calle hace dos años. Otros preguntándose
a dónde migraron las multitudes...
Pero con un poco de ganas
y suerte volverán a sorprenderles.

LAS CIFRAS DEL 13 DE MARZO

23.000 personas se
manifestaron
en más de una decena de ciudades
del Estado.

5.000 manifestantes,
al menos, se
concentraron en las calles de
Madrid y Barcelona

1.400.000 accesos
se
registraron en Nodo50.org el 11
de marzo de 2004.

400.000 accesos se
registraron
en Barcelona.Indymedia.Org el día
13 de marzo.

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