Movimiento NO TAV de Italia
El colectivo resistente de los Alpes

Partidos políticos y constructoras relacionadas con Silvio Berlusconi promueven las obras de una línea ferroviaria de Alta Velocidad con la oposición de miles de personas.

12/01/12 · 11:24
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Protesta contra el Tren de Alta Velocidad en los terrenos donde se quieren llevar a cabo las obras del túnel que atravesará Los Alpes. / FOTO: Valentina Natale.

El 8 de diciembre de 2011, miles de manifestantes desfilan para celebrar el aniversario de la toma de Venaus, la vieja zona de obras que fue rescatada por el movimiento NO TAV hace seis años. Allí tenía que comenzar la perforación del túnel para el paso del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon. La policía anuncia que la manifestación debe mantenerse a dos kilómetros de distancia del recinto que rodea la zona militarizada. Miles de antidisturbios intentan detener el desfile, pero no pueden detectar a los muchos que, escondidos entre la vegetación del bosque, llegan hasta
el pequeño chalet construido a pocos metros de la nueva zona de obras por el movimiento.

Durante un par de horas los agentes atacan con centenares de bombas lacrimógenas disparadas directamente sobre las personas. Un chico de 16 años es golpeado en la cabeza y un hombre de 50 años pierde un ojo. La policía prohíbe a la ambulancia atender a los heridos durante más de media hora. Tragedias como estas suceden a menudo en Val de Susa, un pequeño valle cerca de Turín que lucha desde hace más de 20 años en contra de la construcción de la línea de tren de alta velocidad, mejor conocida con el nombre de línea TAV.

De cinco a 60.000 personas

El movimiento nació a finales de los ‘80, cuando el Gobierno anunció la construcción de un túnel de 54 km en el macizo del Ambin para el paso del tren. En aquellos tiempos la población estaba ya movilizada en contra de la construcción de la autopista, responsable de una fuerte devastación medioambiental. La primera manifestación fue organizada en 1989 por sólo cinco personas. Hoy en día el movimiento NO TAV es el grupo de resistencia popular más importante de Italia en los
últimos 30 años.

En julio de 2011, 60.000 activistas defendieron el campamento resistente de la “Libera
Repubblica de la Maddalena”
del violento desalojo ordenado por el ministro de Interior, Roberto Maroni.

Una nueva conciencia

Una de las características más interesantes del movimiento es que se trata de una resistencia iniciada y llevada a cabo por los mismos habitantes del valle, con la ayuda de algunas instituciones políticas locales y el apoyo de movimientos europeos. “El
reto ha sido mantener juntas a las almas más diferentes, desde las instituciones hasta los anarquistas, desde los pacifistas a los que de vez en cuando lanzan piedras. Nunca hemos dejado que nos dividan y tanto la prensa como los partidos han intentado hacerlo muchas veces” afirma Guido Fissore, de 66 años y consejero en el Ayuntamiento de Villar Forchiaro.

El primer paso que ha permitido la adhesión de personas diferentes a la lucha ha sido la difusión de la información y la creación de un listado de argumentos en contra del TAV, basado en estudios llevados a cabo por técnicos especializados. Estos conocimientos han permitido la formación de una conciencia crítica de la población, que ha decidido emprender una lucha basada en la acción directa para contrarrestar el comienzo de las obras. "Algunas de nuestras acciones han sido ilegales, como por ejemplo la construcción de un chalet en la zona donde deberían excavar el túnel. Pero hemos llegado a poner en duda la misma idea de legalidad. Se ha difundido la convicción de estar luchando en contra de algo mucho más ilegal: el robo de millones de euros que pertenecen a la comunidad europea y al pueblo italiano", continúa Guido.

 


Pintada cerca de las obras del TAV, en Chiomonte. Foto: Valentina Natale.

La línea de alta velocidad costaría al pueblo italiano 35.000 millones de euros. Si se hace una media estamos hablando de 175 millones de euros por cada kilómetro construido. Todo el capital invertido en esta obra es público. Una hemorragia en la economía pública italiana pensada para llenar los bolsillos de pocas empresas privadas y de las mafias locales. No es una casualidad que el Ayuntamiento de
Bardonecchia, una de las administraciones más favorables a la obra, haya sido condenado y disuelto por infiltración de la mafia.

Los activistas lamentan también la falta de diálogo entre la clase política y la población, que nunca ha podido expresar su opinión respeto al TAV de forma democrática. El movimiento reivindica la soberanía del pueblo sobre su tierra y denuncia los sistemas violentos y dictatoriales con los que el estado ha impuesto la obra.

Represión y resistencia

Desde el pasado 27 de junio el valle está militarizado. La policía tomó con brutalidad el campamento que NO TAV había instalado para detener el comienzo de las obras y desde entonces 300 agentes, entre policías, carabineros y soldados, con un
coste de 90.000 euros diarios, viven en una base militar improvisada
que sirve para proteger la zona de obras. La represión física, legal y mediática en contra del movimiento es descomunal. Las medidas legales en contra de los manifestantes son ejemplares, tanto que una simple denuncia de “resistencia a la autoridad” se convierte en un caso político y mediático.

Según Sergio –40 años y escalador de árboles de profesión– los NO TAV infunden miedo a los políticos porque “el hecho de que una minoría pueda oponerse a un proyecto millonario podría crear un antecedente con consecuencias imprevisibles. Imaginemos a un pueblo que se opone realmente a una guerra o a un modelo económico. Una victoria nuestra podría hacer vacilar los fundamentos del mismo capitalismo”.

El movimiento se ha convertido en un símbolo de resistencia por su longevidad y metodología directa. Según Guido Fissore, “a lo largo de los últimos 20 años nos hemos opuesto a las instituciones y es por eso que damos tanto miedo. Actualmente no hay muchos movimientos populares en Europa cuyas razones hayan sabido superar los localismos y los intereses particulares. Para nosotros lo más importante es el bien colectivo, nacional y global”. La posibilidad de detener la construcción del tren es algo que está profundamente arraigado en los habitantes de Val de Susa. Si se pregunta a cualquiera de ellos sobre este tema, contestarán que han luchado durante más de 20 años y continuarán haciéndolo, a pesar de las consecuencias.

Consecuencias de las obras del TAV

Las montañas del Val di Susa tienen altas cantidades de uranio, amianto y radón, sustancias tóxicas a las que los ciudadanos estarían expuestos durante los 20 años que se prevé duren las obras. Más de cien médicos han firmado un documento en el que denuncian el riesgo para la población local de contraer patologías relacionadas entre las que destacan el cáncer de pulmón y del tracto gastrointestinal.

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