EN SENEGAL / MADRES Y VIUDAS DE FALLECIDOS EXPLICAN SU EXPERIENCIA SOBRE LA INMIGRACIÓN
Las víctimas de los cayucos piden ser escuchadas

Para la mayoría de los medios, África es el París-
Dakar, las guerras fratricidas, la sequía, el hambre y el
sida. Desde el pasado verano también desembarca en
nuestros salones relacionada con otra problemática:
los inmigrantes.

15/02/07 · 0:00
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PROPUESTAS. Yaye Bayam se entrevistó con representantes políticos, sindicatos, agricultores y empresarios, a los que propuso acuerdos
sobre inmigración. En la imagen, la presidenta de la Asociación de Madres y Viudas de Cayucos en la sede de CEAR en Madrid./ Olmo Calvo

Pocas informaciones abordan la gran
riqueza humana, cultural y económica que esconde el
continente vecino. Pocos medios hablan de Senegal
que, por ejemplo, afronta elecciones generales el próximo
25 de febrero. Y eso que son temas centrales de
su debate electoral la masiva emigración, incluso sin
papeles, en busca de mejores oportunidades, y las recientes
deportaciones de senegaleses desde Canarias.

Yaye Bayam perdió a su único hijo,
Alioune, el 26 de marzo de 2006.
Murió ahogado en el naufragio de la
embarcación con la que trataba de
llegar a las Islas Canarias. Con él,
además, viajaban otras 80 personas.
Ninguna sobrevivió. Para Thiaroye
Sur Mer, una aldea de pescadores situada
a 20 kilómetros de la capital,
Dakar, la noticia cambió por completo
la vida de la comunidad. De allí
habían salido la mayor parte de los
ahogados. Algunas familias llegaron
a perder hasta cuatro hijos. Un año
más tarde, Thiaroye aún no se ha repuesto.
Los cuerpos no han sido recuperados.
Y a la tristeza se unen los
problemas económicos. Varias familias
se endeudaron para costear el
viaje. Todavía hoy, muchos habitantes
siguen debiendo dinero.

Hasta aquí, la situación de las familias
de Thiaroye no se diferencia
de la que se vive en otros países de
África subsahariana. A lo largo de
2006 se calcula que fallecieron 1.167
personas a bordo de los cayucos, según
los datos registrados por la
Asociación Pro Derechos Humanos
de Andalucía (APDHA). El número
sólo cuenta las víctimas de las que
existe registro. No es posible conocer
la cifra exacta. Incluso para algunas
fuentes la cifra podría alcanzar
los 7.000 muertos.

En Thiaroye, sin embargo, las
mujeres decidieron no dejarse llevar
por el fatalismo y unirse para
dar una respuesta al dolor. “No hacíamos
más que llorar y llorar, pero
un día me dije: ‘basta de llorar’,
asegura Bayam. “Teníamos que secarnos
las lágrimas y buscar cómo
sobrevivir”. Así, pocas semanas
después de perder a sus familiares,
ella y otras madres y viudas de los
cayucos formaron una asociación
para ayudarse y buscar soluciones
a los problemas que llevan a la inmigración.
Desde entonces, la asociación
ha crecido hasta congregar
a cerca de 550 familias.

En este tiempo Bayam ha pasado
a dedicar su vida a la asociación.
En Thiaroye, su casa ha pasado a
ser el punto de encuentro para decenas
de mujeres. Allí se acompañan
y consuelan. Para apoyarse económicamente
se ha establecido una
colecta. Cada integrante aporta una
pequeña cantidad que se distribuye a
las víctimas con mayores dificultades.
A su vez, con el dinero se forman
microcréditos para levantar la
economía con la venta de zumos,
cus-cus o máquinas de coser.

A estas actividades se une otra
tarea: sensibilizar sobre la inmigración.
A un lado y a otro. Con esa intención,
el 31 de enero Yaye Bayam
presentaba su asociación en la sede
de la Comisión Española de Ayuda
al Refugiado (CEAR) en Madrid.
Para Senegal, indicó, su objetivo es
lograr convencer a los jóvenes de
que no se jueguen la vida. “Senegal
es un país en construcción. Debe
ser construido por los jóvenes y
para los jóvenes”, afirma.
“Si sevan el país no puede construirse”.

Por este motivo, dadas sus experiencias
personales, la asociación trata
de sensibilizar a los jóvenes contra
los viajes en las actuales condiciones.
Una tarea que acompaña con la
denuncia de los ‘pasadores’. Hasta la
fecha, la asociación ha denunciado a
cinco traficantes de inmigrantes, que
se encuentran ya en prisión.

Oportunidad para el desarrollo

Todo ello, no obstante, no hace que
desde Madres y Viudas de los Cayucos
se olvide reclamar el derecho de
libertad de movimientos para los inmigrantes.
“Tenemos derecho a la
inmigración”, subraya Bayam. “Pensamos
que la inmigración es una
oportunidad para el desarrollo de
Senegal, y también de España”.

Para intentar aprovechar estas
oportunidades, Bayam se ha entrevistado
a lo largo de las últimas
semanas con autoridades gubernamentales,
ONG, agricultores y empresarios.
Espera contar con apoyos
para los proyectos iniciados en
Senegal y que sus productos puedan
venderse en el mercado español.

Al respecto de cambios en la política
migratoria, Bayam aseguraba no
conocer en profundidad las normas
actuales. “No conocemos las leyes,
no nos preguntan para hacerlas, sólo
las padecemos”, reconocía en declaraciones
a DIAGONAL. Pero aun así,
explicó, cuenta con poder sensibilizar
sobre las causas que llevan a la
inmigración. Una causa poco conocida
ha sido el abuso de los recursos
de Senegal. “Ahora los jóvenes salen
a pescar y no encuentran nada. Los
barcos de Japón y de Francia nos quitaron
el pescado”. En porcentaje,
CEAR calcula que un 80% de las reservas
pesqueras de Senegal se encuentran
sobreexplotadas por
Francia y Japón. La pesca artesanal
ha dejado de ser rentable.

Lo mismo ocurre con otros sectores.
Según CEAR, “los precios internacionales
del cacahuete y el algodón,
los principales cultivos del país,
se han derrumbado debido a políticas
proteccionistas de los países desarrollados”.
Los jóvenes se sienten
frustrados al no aportar ingresos a
sus familias, pero es difícil encontrarlos.
La primera opción es la emigración
del campo a la ciudad, pero allí
tampoco existe un tejido industrial
que cubra la demanda. Para muchos,
la inmigración se ve como la única
salida. El caso de Alioune, ahogado
en el estrecho, fue otro más de ellos.
“Un día me dijo ‘mamá, reza por mí,
hay dos cayucos que salen para las
Islas Canarias”, explica Yaye Bayam.
Como ocurre a cientos de madres en
Senegal, fueron las últimas palabras
que recuerda de su hijo.

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