ENTREVISTA / IVÁN GARDE, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN NAVARRA DE TRANSEXUALES ILOTA LEDO
“Los transexuales reclamamos que se respeten las individualidades y la libertad”

El colectivo Ilota Ledo trabaja por las reivindicaciones
del colectivo transexual, desde la cobertura de todo el
proceso de reasignación sexual por la seguridad social a
una legislación que vincule a todas las administraciones.

04/10/07 · 0:00
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IVÁN GARDE (1966, Pamplona) preside desde el año 2000 la asociación de transexuales
Ilota Ledo. “Mi hijo un día me soltó: ‘tú antes eras una chica’, le dije que sí.”/Guille

DIAGONAL: ¿Cómo es el proceso
de asumir la transexualidad?

IVÁN GARDE: Al principio interaccionas
como niño. Cuando empieza
la negación de que ése no es tu grupo,
creas una identidad artificial.
Sabes que te pasa algo, pero nadie
te ayuda a ponerle nombre. Cuando
un detonante hace aflorar todo, intentas
compensar los años de inexistencia.
Explicar que no han socializado
contigo sino con una idea
de ti que no se corresponde con tu
realidad es lo más difícil. Gracias a
la hormonación se consigue que lo
visualicen y a partir de ahí es todo
más fácil, pero siempre hay resistencias
de gente que se empeña en
relacionarte con una imagen falsa
de ti. Cuando es alguien ajeno, le ignoras,
pero si es de la familia es más
duro porque tienes que renunciar a
él. Mi hijo un día me soltó: “tú antes
eras una chica” y le dije que sí. Con
los niños es muchísimo más fácil, lo
llevan todo a su lógica.

D.: ¿Cómo es que aún no hay respuestas
científicas serias?

I.G.: Los científicos son muy genitalistas
y consideran una patología
mental todo lo que no encaja. La tendencia
ideológica mayoritaria es
ofrecer atención paliativa, parches
para que nos sintamos mejor, cambiar
nuestra biología desde la convicción
de que somos algo erróneo.
Las teorías que van en contra de lo
establecido no salen adelante. La estructura
bipolar de la sociedad contrasta
con que en la naturaleza existe
la transexualidad, y con la evidencia
de que en dos críos pequeños no
se distingue el sexo, por lo que gran
parte de la construcción del género
es cultural. La ambigüedad es un valor.
Reclamamos que se nos reconozca
no como tercer sexo sino como
variación de la sexuación de la especie
y que, a partir de la igualdad, se
respeten las individualidades y la libertad
personal.

D.: ¿Es la operación genital la más
trascendente?

I.G.: No es lo que define a la persona:
la prueba es que muchas mujeres
transexuales están operadas y no
se les reconoce como mujeres. En esta
sociedad prima la imagen, y esta
la proporcionan las hormonas. Dependiendo
de la persona, con las inyecciones
a partir de los tres meses
se perciben los cambios, y el cambio
radical se da entre seis meses y un
año. La barba tarda unos cinco años
en aparecer. La operación de pechos
también es importante porque es
uno de los rasgos que más se aprecia.
Presenta complicaciones porque,
aunque todos dicen que es sencillo,
pocos cirujanos lo saben hacer.

D.: ¿Cómo se toma la decisión de realizar
la operación genital?

I.G.: Es un proceso muy largo. Estás
sometido a los principios y valores
que te imponen y lo primero que
piensas es “mis genitales tienen que
ser de chico”. Luego te das cuenta de
que no es un rasgo definitivo y cuando
descubres las hormonas deja de
ser una necesidad. Para relacionarse
sexualmente hay alternativas protésicas.
Desde la asociación recomendamos
no operarse hasta no llevar
una vida plena como hombre porque
la operación no cubre las expectativas.
Las operaciones exigen baja y
complicaciones postoperatorias incluso
para toda la vida, como problemas
para orinar y de vejiga en el 90%
de los casos. En las relaciones sexuales
también se pierde la sensibilidad
al menos durante dos años y nunca
se recupera al cien por cien.

D.: ¿Cómo es la atención sanitaria?

I.G.: Hay muchos endocrinos pero
no te atienden como deberían. El
motivo es ideológico: no aceptan que
la transexualidad no es una patología.
Te tratan como un bicho raro, te
sientes incomprendido y despreciado.
Se limitan a cubrir el expediente,
o alegan que el proceso no está incluido
en la seguridad social para lavarse
las manos. Eso no es del todo
cierto porque no está específicamente
incluida en el catálogo de prestaciones
pero tampoco está excluido.
Si se regulara por ley, podría existir
la objeción de conciencia pero no sería
tan sencillo recurrir a ella.

D: ¿Y la atención psicológica?

I.G.: La mayoría de los profesionales
no se niegan a atender a transexuales,
pero muchos les intentan comer
el coco. Nos han llegado muchísimos
casos así: les diagnostican
doble personalidad, principio de
Peter Pan, traumas infantiles, y todo
tipo de patologías freudianas. Si la
persona no es suficientemente madura,
se le puede provocar una patología
real. Por eso reivindicamos
que la transexualidad se estudie en
la carrera no como patología. Algunos
profesionales también quieren
cumplir el protocolo Henry Benjamin
[también conocido como la
prueba de la vida real] que consiste
en enfrentarse a la sociedad como
hombre durante dos años antes de
dar el consentimiento para iniciar la
hormonación. La excusa es tomarlo
como una prueba para evitar que la
persona se arrepienta. Estamos en
contra porque nos parece mucho
pedir. Qué menos que ayudarnos
con las hormonas.

D.: ¿Qué deficiencias presenta la
nueva Ley de Identidad Sexual?

I.G.: Durante los dos años de tratamiento
tendría que haber la posibilidad
de cambiar el nombre, al menos.
Además, es discriminatorio que la
ley no acepte a las personas transexuales
extranjeras, aunque tengan
papeles. Pedimos que, si no en su documento
del país de origen, en el registro
de España se muestre la identidad
real. Las instituciones prometieron
regular la situación de los menores,
pero no confiamos en que lo
hagan. Con consentimiento de los
padres hay chicos de 14 o 15 años
que están siendo hormonados. Sin
él, sólo pueden acceder a terapia,
porque los profesionales no les atienden
para no buscarse problemas.

D.: ¿Qué opinas de que se utilice la
disforia de género (profunda inconformidad
con el rol de género que
le toca vivir) para definir la transexualidad?

I.G.: Es un problema de base de la
ley, porque implica un diagnóstico y,
por tanto, asume que la transexualidad
es una enfermedad. La disforia
es simplemente un síntoma que no
presentan todos los transexuales.
Nos niega el derecho fundamental
del libre desarrollo de la personalidad,
obligándonos a aceptar un género
construido por la sociedad.

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