DIVERSOS ORGANISMOS ESTIMAN UN PROMEDIO ANUAL DE 900.000 CRUCES
Situación límite en la frontera México-EE UU

En su mayoría son mexicanos, pero también hay centroamericanos e incluso de los
países del sur. Son hombres y mujeres -muchos con sus hijos a cuestas- quienes,
atraídos por un sueño que pocos consiguen materializar, cruzan diariamente hacia
“el otro lado”, como le decimos en México a Estados Unidos.

01/04/06 · 22:24
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DETENCIONES. Un grupo de inmigrantes mexicanos es detenido tras intentar entrar en los EE UU por las colinas que hay alrededor
de Nogales (Arizona). Según un organismo oficial, 542 personas han muerto en esta frontera en los once primeros meses de 2005. / Jeffry Scott

Por muy difícil que sea hacerse
con el sueño americano, cualquier
cosa es mejor que quedarse a vivir
en un país en el que el empleo, los
salarios y hasta las esperanzas escasean.
Por ello la ola de empobrecidos
no duda en intentar cruzar
la frontera a pesar de las duras
condiciones del viaje, que incluyen
temperaturas extremas, humillaciones
a su integridad física y
emocional y, obviamente, el riesgo
de dejar la vida en el intento.
Los datos oficiales del Gobierno
mexicano indican un promedio de
500.000 cruces al año; sin embargo,
datos de organismos de derechos
humanos y del Instituto de
Naturalización e Inmigración de
EE UU elevan esta cifra hasta los
900.000 cruces anuales.

Las consecuencias
de cerrar las puertas
La crisis económica que padeció
México en 1995 -un año después
de la entrada en vigor del Tratado
de Libre Comercio de América del
Norte- disparó las cifras de inmigrantes
indocumentados que intentaron
cruzar la frontera. Por
ello, EE UU se puso en guardia y
prácticamente militarizó la frontera
con México a través del plan
Operation Gatekeeper, una de las
iniciativas de cierre de fronteras
con más presupuesto y apoyo asignado
en la historia.
De esta manera, la patrulla fronteriza,
encargada de la cacería de
aliens latinoamericanos, vio cómo
su presupuesto de 374 millones de
dólares casi se triplicó a 952 millones,
y su número de agentes, encargados
de ‘cazar’ ilegales, se elevó
a 8.200 efectivos.

Los habitantes de las zonas urbanas
colindantes entre México y
EE UU vieron ‘crecer’ cercas de
acero, y los indocumentados se enfrentaron
a los detectores de movimiento
y sonido y a los telescopios
infrarrojos para detección
nocturna. Nuevos y relucientes helicópteros
sobrevolaron zonas imposibles
de alcanzar a pie, listos
para cazar a la ‘amenaza inmigrante’
como si se tratara de un
poderoso ejército que amenazara
la soberanía del país del norte.
Los datos señalan que desde
que Operation Gatekeeper se puso
en marcha en 1994, sólo se alcanzó
a reducir un 1,2% la migración
ilegal anual y que, de 1995 a
finales del 2004, más de 3.000 personas
han muerto en el intento de
alcanzar un salario en dólares
americanos.

Debido al reforzamiento de la
vigilancia, los trabajadores indocumentados
comenzaron a buscar
nuevas rutas para acceder a los
EE UU. Aquellas que resultaron
las menos vigiladas también resultaron
las más peligrosas. Tal es el
caso de la zona conocida como ‘el
corredor de la muerte’, que comprende
el área desértica entre Arizona
y Sonora. En ella han perecido
cientos de inmigrantes, que sucumbieron
ante las rigurosas condiciones
del desierto.

Así mismo, la zona montañosa
conocida como ‘La Rumorosa’, ubicada
entre Tecate y Mexicali, que
según expertos es un poco menos
difícil de andar que escalar el monte
Everest, también se ha convertido
en la tumba de muchos indocumentados
desorientados o abandonados
por los ‘polleros’ y ‘coyotes’,
como se les llama en México a los
traficantes de personas.
Han sido éstos uno de los grupos
más beneficiados con el reforzamiento
de la vigilancia en la
frontera, pues debido a las nuevas
dificultades para ir y venir, los inmigrantes
se arriesgan cada vez
menos, lo que ha significado un incremento
en la tarifa de cruce, que
actualmente oscila entre los 800 y
2.000 dólares, sin más garantía
que ponerlos en suelo estadounidense.
De esta manera, la migración,
que mantenía un carácter cíclico
de ida y vuelta, se volvió cada
vez más permanente.
Así, a pesar de la militarización
de la frontera, la inmigración continuó
fluyendo al país del norte
dejando claro que el hambre y la
pobreza son factores más decisivos
que miles de agentes armados
hasta los dientes.

“Qué lejos estoy del suelo
donde he nacido...”

En los Estados de Michoacán, Guanajuato,
Jalisco y México, existen
poblados enteros habitados sólo
por mujeres, niños y ancianos. Los
hombres jóvenes han emigrado y
son ellos los que, contratados por
patrones estadounidenses con salarios
tres veces menores que los
ofrecidos a trabajadores nativos,
sin ninguna prestación o pago por
horas extras, mantienen a flote la
economía de este país.
En el 2005, las remesas en divisas
enviadas por los mexicanos
que trabajan en EE UU casi alcanzaron
los 20.000 millones de dólares,
convirtiéndose en la principal
fuente de ingresos para el país, superando
lo obtenido por la venta
de petróleo.

Hasta principios del año 2000 se
pensaba que quienes emigraban a
los EE UU eran los campesinos que
han visto mermadas sus posibilidades
de hacer producir al rico
campo mexicano. Pero eso ha cambiado.
Si antes los emigrantes pertenecían
en su mayoría a la población
rural, ahora muchos de ellos
pertenecen a las grandes zonas urbanas
e incluso han ido a la universidad.
Debido a ello, en México ya
se empiezan a predecir las consecuencias
de la ‘fuga de cerebros’.
Cada año, más entidades de la
República mexicana se suman al
fenómeno migratorio y, por ello,
Estados que en el pasado no contaban
con una tradición migratoria,
como Morelos, Puebla, Hidalgo,
Veracruz y el Distrito Federal, han
engrosado la cifra de más de ocho
millones de mexicanos que residen
y trabajan en EE UU, equivalentes
al 3% de su población total.
Pero a pesar de la gran cantidad
de mexicanos en ‘el otro lado’
y de las remesas que envían, los
últimos datos señalan que éstas
apenas cubren las necesidades
básicas de sus familias, y que muy
poco de ellas se invierte en ahorros
o en la creación de empresas,
debido al encarecimiento de la vida
en los Estados con más población
emigrante.

La timidez de ‘El Zorro’

Quienes emigran lo hacen por necesidad,
arriesgan su vida en el intento
y no tienen más certidumbre
que la incertidumbre. El hacinamiento,
la pobreza, la soledad y
la explotación son las únicas seguridades.
Los emigrantes se han convertido
en los héroes nacionales de un
México empobrecido, cuyo presidente,
Vicente Fox, quien ha mostrado
abiertamente su apoyo y
simpatía al Gobierno estadounidense,
no ha recibido más que
desaires y portazos cuando, tímidamente,
ha querido plantear un
acuerdo migratorio entre México
y Estados Unidos. Así, el Gobierno
mexicano continúa enmarañado
en la red de un servilismo del que
sólo ha conseguido humillaciones
internacionales.

La nueva ley y el nuevo muro
pretende convertir en criminales
a los mexicanos
indocumentados y a quienes
les den cualquier tipo
de asistencia, así como
construir un muro de
1.200 kilómetros en la
frontera entre México y
EE UU, ha sido el último
capítulo de una historia
que no se ha escrito a
favor de sus principales
protagonistas.
El muro y la ley que lo promueve
han hecho derramar
mucha tinta y protestas
airadas, ya no sólo de
organizaciones civiles,
sino también de un México
humillado y más consciente
de los derechos de
aquellos que van jugándose
el todo por el todo.
Ha sido la muerte de Guillermo
Martínez, inmigrante
de 20 años que recibió
un tiro por la espalda de
un agente fronterizo el
pasado 30 de diciembre,
lo que ha provocado la
respuesta más airada, en
términos diplomáticos,
del Gobierno de Vicente
Fox. Sin embargo, en términos
humanos ésta ha
sido insuficiente, tibia,
tímida, cobarde.
Será a principios de este
2006 cuando la iniciativa
de ley HR4437 será aprobada
o no por el Gobierno
de EE UU quien por un lado
se ha mostrado interesado
en un acuerdo de trabajadores
temporales, mientras
que al mismo tiempo se ha
dejado presionar por el lado
más conservador e influyente
de su empresariado, que
apoya abiertamente la ley
antiinmigrante.
Los más optimistas dicen
que esta ley no prosperará
pues tiene a todos los
ojos del mundo en contra.
Sin embargo, ya hemos
sido testigos de que un
'no' expresado mundialmente
para los que se
creen gobernantes del
mundo no basta.

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