El movimiento, iniciado en marzo
de 2006, por la regularización de los
inmigrantes indocumentados y el
reconocimiento de sus derechos,
mantiene su pulso con el Gobierno
belga. Para sorpresa de muchos, incluidas
las propias organizaciones
de inmigrantes, pese al paréntesis
del verano, las movilizaciones continúan:
manifestaciones, concentraciones
y encierros-ocupaciones de
‘sin papeles’ en locales públicos
(iglesias, sedes de partidos...).
Según las organizaciones de inmigrantes,
El movimiento, iniciado en marzo
de 2006, por la regularización de los
inmigrantes indocumentados y el
reconocimiento de sus derechos,
mantiene su pulso con el Gobierno
belga. Para sorpresa de muchos, incluidas
las propias organizaciones
de inmigrantes, pese al paréntesis
del verano, las movilizaciones continúan:
manifestaciones, concentraciones
y encierros-ocupaciones de
‘sin papeles’ en locales públicos
(iglesias, sedes de partidos...).
Según las organizaciones de inmigrantes,
hay actualmente 35 encierros
(en el momento álgido de las
protestas llegó a haber 41), algunas
acompañadas de huelgas de hambre
(ver DIAGONAL nº 30 y 32). El
28 de agosto, 350 iraníes iniciaban
una huelga de hambre de Etterbeek.
Según Óscar Flores, de la Coordinadora
por la regularización, “el
movimiento ha madurado en su evolución,
en el sentido de que las ocupaciones
continúan. Pero además,
ahora hay otro frente abierto: la defensa
de los y las 48 sin papeles, varios
de ellos niños, que han sido detenidos,
tras su desalojo, el 4 de julio,
de una iglesia en Anderlecht. La intervención
policial fue tan violenta
que, además del escándalo, las denuncias
de los desalojados contra la
policía y el alcalde por malos tratos
han sido aceptadas por el juez. Hasta
que los procesos judiciales culminen,
los ‘sin papeles’ siguen detenidos,
pero no los pueden expulsar”.
El gran apoyo social que inicialmente
generaron los encierros se ha
volcado en la solidaridad con los detenidos,
encerrados en varios centros
para inmigrantes, y en las movilizaciones
contra sus expulsiones.
Según Flores, ha habido ya más
de 2.000 regularizaciones, entre marzo
y septiembre, “no en aplicación
de alguna ley, sino porque el Gobierno
se ha visto obligado a ello. Dice
que son resultado de la aplicación
de la norma, nosotros sabemos que
son fruto de negociaciones ante la
determinación de algunos de los
huelguistas de hambre. Para el movimiento,
cada regularización es una
victoria, aunque sea una discriminación
para con el resto”.
Y añade que “a nivel político la
parte francófona del Partido Socialista
sacó una propuesta de ley para
una regularización, y nos promete
que en las próximas elecciones federales
de 2007, ese tema va a estar
en la agenda de Gobierno. Son promesas,
no hay nada concreto, son
cosas que se dicen para calmar las
movilizaciones”.
Lo que no parece tener mucho resultado,
ya que el movimiento ha
convocado una manifestación internacional,
en Bruselas, el 23 de septiembre.
La marcha conmemorará
la muerte, en 1998, de Semira Adamu,
joven nigeriana muerta asfixiada
con una almohada por uno de los
nueve policías que la custodiaban
en el avión durante su expulsión. Y
denunciará que prosigue la banalización
y normalización de los malos
tratos y torturas en los centros
de internamiento, o durante las expulsiones.
Como evidencia el caso
de Hawa Diallo y su hijo de dos
años, cuyo tercer intento de expulsión
fue suspendido ante las protestas
de un pasajero escandalizado
porque un policía intentaba silenciarla
estrangulándola.
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