LUCÍA GARCÍA Y CAMILO CAGNI, DE LA ORGANIZACIÓN ARGENTINA HIJOS
“Si no hay justicia, hay ‘escrache”

Han pasado ya diez años desde que, en Argentina, los hijos e hijas de las víctimas de la dictadura recogieran las banderas de sus viejos, diez años del nacimiento de la agrupación HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio). De su trabajo, su historia, de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final conversamos con dos de sus integrantes: Lucía García y Camilo Cagni.

08/05/06 · 0:18

DIAGONAL: ¿Cuándo, cómo, por
qué nace HIJOS?

LUCÍA GARCÍA: En un homenaje
que la Facultad de Humanidades
brindó al alumnado desaparecido,
en abril de 1995. Nos dimos cuenta
de que estábamos muchos, unos
60. Ese mismo día resolvimos encontrarnos.
Era impresionante ver
tanta gente a la que le había pasado
lo mismo que a una. Al principio
era muy difuso porque partíamos
del hecho de ser hijos de desaparecidos:
no es que hubiera un acuerdo
político ideológico, eso iría surgiendo.

CAMILO CAGNI: En poco tiempo
se expandió por todo el país, Europa
y América. El sentimiento
que primero nos unió fue el hecho
de hablar, de transmitir una experiencia
personal de la que, antes
de 1995, no hablábamos con nadie,
así que comenzar a hablar supuso
una catarsis. Fue un impulso
para contar la historia de nuestros
padres y la nuestra propia. Empezamos
a reivindicar la lucha de
nuestros viejos.
D.: En esta relectura histórica que
proponéis, ¿qué es ‘la teoría de los
dos demonios’ y qué supone?
L.G.: La dictadura -y después la
democracia- instaló la ‘teoría de
los dos demonios’: el Ejército tuvo
que actuar para salvar al país del
caos en el que ultraderechistas y
guerrilleros lo tenían sumido. Esta
teoría es una de las primeras cosas
que empezamos a combatir.

Nuestros viejos no eran ajenos al
pueblo, eran parte del pueblo organizado.
Y los genocidas no fueron
sólo los milicos o la ultraderecha,
también hubo grupos económicos,
la Iglesia y los partidos políticos
mayoritarios. Ruckauf (peronista;
ex gobernador de Buenos
Aires; diputado en activo) firmó el
decreto de aniquilamiento de la
subversión antes del comienzo de
la dictadura, el 6 de octubre de
1975; y en ese decreto se establecía
que las Fuerzas Armadas debían
hacer todo lo necesario para
acabar con la subversión; los radicales
mantuvieron sus alcaldías
por toda la nación; dieron legitimidad
y legalidad al genocidio.
Combatir ‘los dos demonios’ es
poner a la vista los bloques de
alianzas que funcionaban y aún
siguen vigentes. Los militares no
estaban solos y, desde el punto de
vista del poder económico, el genocidio
fue necesario para desarticular
a un pueblo organizado.

D.: No olvidáis, no perdonáis, no
os reconciliáis...

C.C.: Exigimos la cárcel para todos
los genocidas. Nuestra lucha empieza
a ser una lucha contra la impunidad
y los gobiernos que la sustentan.
Los milicos quedaron libres.
Ante esto, más allá de pedir la nulidad
de las leyes, los hijos no nos
íbamos a quedar de brazos cruzados.
Así nacen los ‘escraches’, las
denuncias públicas. La lógica es
que, si no van a la cárcel, todo el
país será su cárcel; si no hay justicia,
hay ‘escrache’.

L.G.: Les ponemos nombre y apellidos
a los genocidas, los señalamos
en su casa, para que el barrio
les repudie, y apuntamos a generar
la condena social, es decir, que cada
cual desde su lugar y desde la
mínima relación que le toque vivir
con esa persona lo repudie. Ya sea
no dirigiéndole la palabra, echándolo,
levantándose cuando entra a
un lugar; esas formas que son, en
definitiva, las que todos tenemos a
mano para condenarlos.

D.: ¿Cuáles son los pasos de un ’escrache’?

L.G.: Primero averiguamos todo lo
que podemos para estar bien seguros
de poder probar a quién vamos
a ‘escrachar’. El segundo paso es
dar propaganda a lo que vamos a
hacer y crear expectativa. A continuación,
ya salimos con carteles
con la foto del represor, para que
pueda ser identificado, y con todo
su currículo. Previamente pasamos
por el barrio dando octavillas a los
vecinos y explicándoles el porqué
de la acción. La marcha acaba en el
domicilio del ‘escrachado’.

C.C.: Pretendemos que los actos
sean lo más festivos posible. Tratamos,
puede que irónicamente,
de hacer llegar el mensaje de otro
modo, que no sea una marcha de
luto: todo lo contrario, la juventud
repudiando a la dictadura y a
los militares de la mejor forma
posible.

D.: En agosto de 2003, la Cámara
de diputados declaró nulas las leyes;
ahora, la Corte Suprema ha
ratificado la decisión, ¿seguirá habiendo
‘escraches’?

L.G.: Esta ‘justicia’ llega tarde.
Muchos de los milicos murieron y
otros, por ser mayores de 70 años,
tendrían prisión domiciliaria. Muchos
jamás fueron procesados.
Aunque la nulidad supone la reapertura
de todas las causas, no
creo que la justicia vaya a fondo,
sólo si presionamos fuerte, y para
eso están los ‘escraches’.
C.C.: Hay muchas sombras en torno
a este tema: Kirchner impulsó
la nulidad, dirigiendo el sentido
del voto de los diputados justicialistas
(peronistas), pero no ha hecho
lo mismo con los indultos, que
están en vigor. Todo está parado.

D.: Otro eje de vuestra lucha es la
recuperación de los hermanos y
hermanas desaparecidos.

L.G.: Después de que las leyes
consagraran la impunidad de los
milicos, sólo quedaron los procesos
por sustracción de menores
(desde 1999), delito excluido de
las leyes junto con el de robo.
Esto sale porque cuando pibes y
pibas llegan a los 20 años, por lo
menos pueden empezar a sospechar:
rasgos físicos, fechas y lugares
que no coinciden. Muchos
viven con los apropiadores, quizás
los mismos que mataron a sus
padres.

C.C.: Han sido 180 los recuperados
gracias, especialmente, al trabajo
de las Abuelas de Plaza de
Mayo. Sin embargo, aún se labura
con una lista de cerca de quinientos
hermanos, secuestrados o
apropiados al dar a luz sus madres
en cautividad. Nos queda mucho
por lo que luchar.

Juzgado por la A. Nacional

El ex policía argentino Juan Carlos Fotea fue detenido el pasado 24 de noviembre, en cumplimiento de una orden internacional de busca y captura emitida por el juez argentino Sergio Torres. Esta orden decretaba la captura de una docena de represores de la dictadura militar argentina (1976- 1983) -entre los que se encuentran el ex capitán de la Armada Alfredo Astiz, Jorge 'el Tigre' Acosta y Jorge Rádice- por su participación en el secuestro y asesinato del escritor y periodista Rodolfo Walsh, en 1977. Fotea declaró el 2 de diciembre ante un juez de la Audiencia Nacional, como imputado en varios casos de secuestro durante la dictadura militar. El ex sargento participó en el comando que tendió una emboscada a Walsh, militante montonero, el 25 de marzo de 1977 en Buenos Aires y le trasladó posteriormente a la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA).

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto