Avaladas por su labor independiente y de base, reclaman intervenir directamente en la resolución de los conflictos que
deciden los gobiernos y pagan los pueblos.
- EN JERUSALEN. Encuentro de las
Mujeres de Negro en Agosto de 2005 / SOFÍA (MUJERES DE NEGRIO).
Por su género y su condición de civiles,
las mujeres soportan doblemente
la cadena de violencias de
los conflictos armados. Convirtiendo
en un arma su arraigo en la
comunidad y su papel de pilares de
la economía y transmisoras del conocimiento,
organizaciones de mujeres
de todo el planeta plantan cara
a invasores y ocupantes y tejen
redes basadas en la empatía, la justicia
y la no violencia.
La Asociación de Mujeres Revolucionarias
de Afganistán (RAWA),
nacida en 1977 para luchar
por los derechos de las mujeres en
un Gobierno legítimo y democrático,
ha actuado durante décadas
contra las múltiples caras del fundamentalismo.
Durante la ocupación
soviética creó escuelas gratuitas
y hospitales, acogió refugiados
de la guerra en Pakistán y dio
formación a mujeres sin recursos.
Su fundadora, Meena, fue asesinada
por un agente del KGB afgano
en 1987. Con la llegada del régimen
muyahidin (1992-96), aupado
al poder por EE UU, Francia y
Arabia Saudí y marcado por violaciones
masivas, secuestros y asesinatos
ejemplares, acogió a las mujeres
marcadas por el estigma de
la violación y afrontó el rechazo
social por apoyarlas.
En la etapa de los talibanes
(1996-2001) instruía a las niñas en
escuelas mixtas clandestinas y denunciaba
internacionalmente al
fundamentalismo. La llegada de la
democracia no ha mejorado su situación:
con los fundamentalistas
infiltrados en el Gobierno, siguen
en la clandestinidad y extreman las
medidas de protección incluso
cuando viajan a Europa. Tras la
ocupación de Iraq, la comunidad
internacional desplazó su atención
y dejaron de recibir ayudas de
ONG y de Gobiernos. En junio de
2005, Mariam de RAWA aseguraba
a DIAGONAL que después del
11-S y la invasión nortamericana
recibían 20.000 dólares al mes en
donaciones individuales de EE UU
para gestionar uno de los hospitales
en Pakistán que provee de cuidados
sanitarios gratuitos; “ahora
no podemos ni reunir 2.000”, precisaba.
En 2005, en las elecciones
parlamentarias regionales, RAWA
apoyó públicamente a 19 candidaturas
independientes por considerar
que defendían “la democracia,
el secularismo y la igualdad entre
hombres y mujeres”.
En 1985, 16 israelíes vestidas de
negro marcharon por Jerusalén en
contra de la ocupación de los territorios
palestinos más allá de la frontera
fijada tras la guerra del ‘67.
Mujeres del bando ocupante plantaron
la semilla de la red internacional
Mujeres de Negro contra la
guerra (MdN), lo que ilustra sus
principios de ética feminista y hermandad
entre mujeres.
Mujeres de Negro
Cuatro años más tarde crearon el
Enlace de Jerusalén, que articula el
trabajo conjunto de las organizaciones
de mujeres israelíes y palestinas
Bat Shalom y el Centro para
Mujeres de Jerusalén, nacidas a un
tiempo. Con la inspiración de entidades
como las Madres de la Plaza
de Mayo o las Black Shash de
Sudáfrica, trabajan para conseguir
una paz justa entre comunidades y
tienden puentes en los momentos
álgidos del conflicto: durante la escalada
de violencia de la segunda
Intifada acordaron una condena
colectiva a toda acción contra civiles
de ambos bandos. En 2002, presentaron,
al Consejo de Seguridad
de la ONU, sus demandas para una
paz justa en la región, que incluyen
el derecho al retorno de los refugiados
palestinos y la existencia de
un estado palestino soberano.
En agosto de 2005, más de 700
mujeres participaron en el 13º encuentro
de MdN, celebrado en
Jerusalén y organizado por MdN
de Palestina e Israel. Las participantes,
entre las que se encontraba
la Ministra de Asuntos de la Mujer
palestina, Zahira Kamal, reclamaron
que se apoyen las iniciativas de
paz de las mujeres locales y los procesos
autóctonos de resolución de
conflictos, tal como estipula la resolución
1325 del Consejo de Seguridad
de la ONU. La propuesta de
MdN germinó en la guerra de la ex
Yugoslavia, donde un grupo de
mujeres serbias se declararon desleales
a su Gobierno, dispuestas a
ayudar a cualquier desertor de la
guerra, fuera del bando que fuera.
Y en Colombia, donde 300 entidades
impulsaron la Ruta Pacífica,
que en 2002 movilizó a 20.000 mujeres
de 40 países.
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