En abril, un centenar de personas armadas con cuchillos y palos llevaron a cabo durante cinco días razzias y agresiones contra las vecinas transexuales del conservador barrio de Eryaman, en Ankara.
Texto de Pedro Carmona, C. Mertens y M. Tarhan, desde Estambul.
- ANKARA. En la capital turca se produjeron razzias y agresiones contra transexuales. A iniativa de colectivos LGTB, unas 50 personas
protestaron en la calle el 18 de junio. Era una de las acciones de una campaña de movilizaciones en repudio de la transfobia. // Cristina Mertens
Las agresiones de Eryaman, que seguían
el modelo de ataques transfóbicos
ocurridos en el pasado en
otras ciudades turcas, tuvieron lugar
primero en la vía pública y posteriormente
en los domicilios de las
víctimas, desde donde eran arrastradas
a la fuerza hasta la calle y
apaleadas por la multitud. Numerosas
transexuales necesitaron asistencia
hospitalaria y todas ellas terminaron
por abandonar el barrio
donde vivían. Hubo connivencia institucional:
tanto la policía como los
juzgados desatendieron las llamadas
de auxilio de las transexuales.
Dos víctimas han denunciado por
este motivo a la policía.
Kaos GL, el grupo de gays y lesbianas
de Ankara -del que no forman
parte transexuales- no puso
interés en denunciar públicamente
estos sucesos. Por su parte Lambda-
con sede en Estambul, a unos 500
km- ha decidido encabezar una
campaña de movilizaciones en repudio
de la transfobia. El pasado
18 de junio, medio centenar de personas
se congregaron, sin incidentes,
en Ankara pidiendo justicia ante
estas oleadas de violencia.
Lambda, la primera asociación de
lesbianas, gays, transexuales y bisexuales
(LGTB) de la historia del país,
se fundó como respuesta a la decisión
gubernamental de prohibir la
Conferencia Internacional del Orgullo
prevista en Estambul en 1993. El
grupo está compuesto actualmente
por unas 50 personas, entre ellas la
activista transexual Demet Demir,
que se ha dedicado a la causa de las
transexuales turcas desde 1987,
cuando participó en la primera acción
LGTB en Turquía: una huelga
de hambre de gays y transexuales
contra la violencia y la homofobia
policial. “En aquella época ni siquiera
existía la palabra gay en el vocabulario
turco, sólo términos denigrantes”,
explica Demet. Desde entonces
ha pasado de las prisiones en
las que sufrió torturas hasta su puesto
de concejala por el Ayuntamiento
de Estambul por el ODP (Partido por
la Libertad y la Democracia, de carácter
revolucionario), cargo que finalmente
abandonó para dedicarse
al activismo de base LGTB. Demet
denuncia que la imposibilidad de acceder
a un empleo siendo transexual
les aboca a la prostitución, actividad
a la que se dedica la práctica totalidad
de ellas. También denuncia el
trato negativo que reciben de los medios
de comunicación, las vejaciones
que sufren en los hospitales -adonde
acuden frecuentemente víctimas de
agresiones- y su discriminación en
todas las esferas sociales. Reconoce
ciertas mejoras en la situación de
personas LGTB en Turquía, y
apuesta por el activismo para vencer
las barreras que permanecen:
“Si estás entre personas normales
te sientes pequeña. Pero si luchas,
te sientes fuerte”.
En Turquía, como en otros muchos
países mediterráneos, la libertad
sexual es una lucha difícil y la homofobia
está generalizada. Tanto la
cultura tradicionalista que perdura
desde tiempos otomanos como el militarismo
laicista y occidentalizador
de Atatürk impuesto en el régimen
turco contemporáneo son enormemente
patriarcales y no suponen un
marco propicio para la vida de millones
de mujeres y de personas LGTB.
“Pero no es un fenómeno ajeno a ninguna
sociedad”, afirma Ülkü, activista
de Lambda, que ve el proceso turco
paralelo a cualquier otro país. “La
represión sexual existe en todo el
mundo. No nos gusta la tendencia de
muchos europeos que consideran
que su cultura y su religión es más
tolerante. Los occidentales, incluidos
muchos activistas LGTB, deberían
conocer mejor la realidad de
Turquía antes de mirarnos a través
del estereotipo”.
Lambda cuenta con áreas específicas
de transexuales y de lesbianas:
“Esta diversidad nos dota de un análisis
más profundo acerca de la lucha
por la libertad sexual y nos permite
establecer un diálogo interno muy
fructífero”. Ülkü detalla que estos debates
han llevado a Lambda a incorporar
el feminismo como pilar ideológico:
“No puede haber movimiento
LGTB sin feminismo”. Inicialmente
Lambda priorizaba la lucha contra la
homofobia, pero progresivamente
ha ido abrazando nuevas reivindicaciones,
como los derechos de los trabajadores,
la oposición a la guerra de
Iraq y el antimilitarismo. Este último
frente de lucha ha cobrado especial
relevancia dada la pertenencia a
Lambda de Mehmet Tarhan, insumiso
turco que pasó 11 meses en prisión
(ver DIAGONAL 21). Como reza
el lema de Lambda: “Matar es político.
Matar a gays es político.
Sabemos quién nos mata”.
Para el grupo Kaos, de Ankara, a
pesar de que Turquía es uno de los
pocos países de mayoría musulmana
que no penaliza la homosexualidad
como delito, no existen tampoco leyes
antidiscriminatorias que protejan
a las personas LGTB. Por ello solicitan
la inclusión de la orientación
sexual como criterio protegido en la
Constitución turca junto a sexo, raza,
idioma, religión u opinión. A su
vez, Lambda apoya esta batalla legal
pero Ülkü matiza: “Las leyes nos
pueden proteger, pero lo importante
es cambiar la sociedad para que no
hagan falta esas leyes”. La lucha por
los cambios legales también incluye
la modificación del artículo sobre
‘obscenidad’ del Código Penal y la
equiparación de la edad de consentimiento
para actos sexuales.
La obstaculizada entrada de Turquía
en la Unión Europea podría suponer,
en opinión de Demet, un marco
legislativo e institucional favorable
a los derechos de la población
LGTB. Sin embargo Ülkü matiza:
“Preferimos hacernos visibles como
LGTB turcos y afirmarnos sin necesidad
de acudir a un modelo foráneo.
Así demostramos que la homosexualidad
forma parte de nuestra cultura
y no es una ‘influencia occidental’. El
cambio lo hemos de hacer desde
nuestra realidad; en caso contrario la
opinión pública percibiría que los derechos
sexuales son una imposición
europea, en vez de algo que nos corresponde
como personas”.
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