El día 21 de noviembre comenzó en la Audiencia Nacional de Madrid el segundo de los juicios del Sumario 18/98. Cincuenta y nueve personas son procesadas en cinco piezas: varias empresas, un periódico y una radio, dos organizaciones políticas y una fundación de movimientos sociales. Mientras, el grupo de trabajo 18/98+ ha emprendido una campaña por la defensa de los derechos humanos, civiles y políticos de todos los procesados.
Una estrategia política diseñada desde el Ministerio de Interior del primer Gobierno de Aznar puso a la Justicia a su servicio, alineando a los tres poderes del Estado en un procedimiento basado en el denominado ‘derecho penal del enemigo’. Pusieron en marcha una serie de procesos penales ad hoc, instruidos con motivos estrictamente de oportunidad política: “Pensaban que no nos íbamos a atrever”, dijo Aznar tras la intervención policial contra el periódico Egin, y el propio Ministerio otorgó al juez instructor Baltasar Garzón una medalla que incluía compensación económica.
Fueron años en los que numerosas
personas y organismos de todo
tipo vieron atacados su libertad de
pensamiento, reunión, asociación,
expresión, manifestación y derecho
a la disidencia, con la excusa
de que se quería acabar con ETA.
Más de 200 personas que ejercen
una actividad pública fueron detenidas,
encarceladas o procesadas
en todos estos sumarios, con peticiones
de cárcel de miles de años y
fianzas millonarias.
Todos estos procesos no serán
juzgados en tribunales ordinarios
sino en uno de excepción, la Audiencia
Nacional. Todas estas personas
procesadas ven así castigado
su derecho a un juez natural y a la
igualdad de armas jurídicas ante el
carácter general de las imputaciones,
al no ser contestados algunos
recursos y al haber estado los autos
bajo secreto sumarial durante
mucho tiempo.
Estas operaciones han abierto
importantes secuelas en el Estado
de derecho, que han sido denunciadas
desde ámbitos muy diversos.
El propio secretario general
del PSE, Patxi López, ha reconocido
el pasado día 13 que no coincide
con el planteamiento de que los
procesados en el 18/98 formen
parte de ETA, “pero pasamos una
legislatura con Aznar en la que
prácticamente toda Euskadi estaba
bajo sospecha”.
Esta “sospecha” ha calado. En
los libros Mil y una coces contra la
disidencia (2003) y Mil y dos coces
contra la disidencia (2005), una recopilación
de despropósitos aparecidos
en medios de comunicación
realizada por cinco de las personas
procesadas en la pieza de desobediencia
civil integrada en el Sumario
18/98, se recogían una muestra
de ello. Saramago “ha hecho
una defensa apasionada de la
ETA”. El subcomandante Marcos
es “un apologista de ETA. Ha recibido
enseñanza y entrenamiento
de etarras”. Rigoberta Menchú es
“vocera de la violencia vasca”.
Adolfo Pérez Esquivel es “un agente
o semoviente castrista, que está
cerca de ETA”. Hebe de Bonafini
es “la bestia del pañuelo (...) un cetáceo
grasiento y asqueroso (...)
elefanta proterrorista (...) la amiga
de ETA y Batasuna”. Paco Ibáñez
“le pone música lamentable al discurso
de Batasuna y de la ETA”.
Vázquez Montalbán fue un “propagandista
al soviético modo (...) en
el estilo batasuno y madracista”.
“Ese destripaescaparates” de José
Bové “se pasea agitando sus consignas
violentas contra la globalización”,
dentro de un movimiento
“donde ETA o Batasuna puede pescar
con facilidad”.
Lo mismo sucede con la solidaridad,
“al menos tres organizaciones
de la misión humanitaria en Colombia
son del entorno etarra”. Al
igual que “la batasunización del
BNG” o “el juego a los etarras” que
realiza IU, que “está más cerca de
los verdugos que de las víctimas”.
Y no nos olvidemos de que “toda
huelga general es un acto ilegítimo
e ilegal”, por lo que “si hay que sacar
a toda la Policía a la calle, para
eso está. Todo menos que una nación
se paralice de miedo por la sindikale
borroka”. Por no hablar de
los okupas, de los “artistas pancarteros”,
algunos grupos musicales...
Hasta “Gesto por la Paz se ha quitado
la careta y ha demostrado
quién es en realidad, un grupo del
PNV como lo ha sido Elkarri, que
es el que manda”. Un Elkarri que
“tiene defecto de origen y el que no
lo quiera ver es un ingenuo o pretende
seguir el dramático juego de
ETA”.
Nos dicen que el que no lo vea
así es de ETA o le hace el juego a
ETA. Precisamente para no seguir
ningún ‘juego’ se constituyó el grupo
de trabajo 18/98+. Constituido
por personas procesadas y no procesadas,
ha basado su campaña en
la defensa de los derechos humanos,
civiles y políticos para todas
las personas sin excepción.
Su última actividad ha sido
Kaiera. Se trata de un cuaderno
gigante que ha recorrido durante
un mes una parte importante de
las localidades vascas. También
tiene intención de llegar a Madrid
y Barcelona. En este libro
han podido insertar sus ideas y
firma todas aquellas personas
preocupadas por la pérdida de libertades
y derechos, desde el ángulo
que cada cual elegía. Cada
aportación, larga o corta, pensada
o improvisada, ha quedado plasmada
en sus páginas. Hay textos,
fotos y dibujos. Con ello se ha posibilitado
la participación de todas
las personas que lo han querido,
conocidas o no, rompiendo con el
esquema cerrado de manifiesto y
firma. También ello ha posibilitado
el poder discrepar o dar un enfoque
propio. Paralelamente se
han organizado actividades en cada
una de las localidades por donde
discurría el cuaderno.
Junto a numerosos organismos,
sindicatos y movimientos
sociales, culturales y políticos,
pueden leerse las aportaciones de
Daniel Innerarity, Leonardo Boff,
Bernardo Atxaga, Adolfo Pérez
Esquivel, Imanol Zubero, Pedro
Miguel Etxenike, José Bové o los
decanos de los colegios de abogados
de Bizkaia y Gipuzkoa.
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