INÉS PÉREZ, ACTIVISTA SOCIAL ESPECIALIZADA EN PRISIONES
“Las políticas deben ser sociales, no persecutorias”

“Desde 2005, en el ‘Programa de
sensibilización, formación en valores
y desarrollo de la capacidad creadora’
en el centro penitenciario de
Yare II, hemos realizado actividades
de educación no formal, que
permitan primero un diálogo directo
con las personas privadas de libertad,
algo que ya de por sí es muy
difícil, y luego, a través de actividades
lúdicas, recreativas y culturales,
proponer reflexiones sobre temas
que son relevantes: justicia,
proyecto de vida, vocación, relación

24/05/07 · 0:00
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“Desde 2005, en el ‘Programa de
sensibilización, formación en valores
y desarrollo de la capacidad creadora’
en el centro penitenciario de
Yare II, hemos realizado actividades
de educación no formal, que
permitan primero un diálogo directo
con las personas privadas de libertad,
algo que ya de por sí es muy
difícil, y luego, a través de actividades
lúdicas, recreativas y culturales,
proponer reflexiones sobre temas
que son relevantes: justicia,
proyecto de vida, vocación, relación
con el trabajo, valores, etc. Por último
tratamos de fortalecer y promover
las dinámicas de organización y
el diálogo entre los distintos grupos
y personas que conforman esa población.
Por otra parte trabajamos
en el seguimiento de los que salen
y que han trabajando con nosotros,
para seguir promoviendo
la organización y enfrentar la problemática,
potenciando la reflexión
sobre la estigmatización de
las poblaciones reclusas.

DIAGONAL: ¿Y la relación con la
institución penitenciaria?

INÉS PÉREZ: Ha sido muy difícil,
buena parte de las prácticas de la
institución penal se sustentan sobre
valores y estigmas en los que nosotros
no creemos, por ejemplo, en
el supuesto gran peligro que podemos
correr al trabajar directamente
con las poblaciones, sin los custodios,
así que las autorizaciones se
complican y retrasan.
Es evidente la corrupción que
agrava las condiciones de privación
de libertad. Nos desmarcamos de
estos hechos para que no se nos
identifique con estos comportamientos.
Hemos buscado espacios
de diálogo con la dirección de la institución
penitenciaria, sin éxito.
Pero de alguna manera nos han dejado
hacer, porque nos han dado
los permisos.

D.: En el contexto bolivariano ¿cómo
veis una política penitenciaria?

I.P.: La problemática de fondo es la
exclusión: las políticas deberían ser
sociales, de acompañamiento, seguimiento
y prevención, y no punitivas,
persecutorias.
La organización de las mismas
personas que han sido privadas de
libertad, el diálogo con ellas y la
promoción de la organización popular
facilitaría el proceso. La situación
de las cárceles, hoy, no tiene
solución mágica, pero sí propondría
la formación de las personas
que trabajan vinculadas al área.
Hay mucha insensibilidad y falta de
preparación, de vinculación y de
crédito en la rehabilitación. Sentimos
que el sistema penitenciario
es el chivo expiatorio de la sociedad,
y que allí se concentra parte de
la problemática.

D.: ¿Qué sentido tendría la cárcel
dentro de la propuesta del socialismo
del siglo XXI?

I.P.: En un sistema más justo, con
menos exclusión, por las experiencias
que tenemos, el problema debería
de ser mucho menor, y eso
implicaría reducir al mínimo las situaciones
de reclusión propiamente
dichas. Sin separar a la persona
de su contexto y familia, ésta tendría
el compromiso de asistir a una
institución educativa donde pueda
revisar lo que lo lleva a situaciones
de violencia y delincuencia. Pensaríamos
en el acompañamiento de
las comunidades, en el seguimiento
del entorno, una propuesta que ya
están planteando grupos que están
trabajando el tema.
Las problemáticas de delincuencia
y violencia (familiares y del contexto
socioeconómico y afectivo) se
inician desde la infancia. Si la sociedad
cree en la rehabilitación, tenemos
que trabajar coherentemente
en ese fin independientemente
de lo que la persona haya hecho.

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