INMIGRACIÓN // ESCASA INCIDENCIA EUROPEA DE LA JORNADA POR LOS DERECHOS
Las políticas alemanas promueven el aislamiento

Alemania es un buen ejemplo del alcance europeo de la convocatoria euroafricana de movilizaciones del 7 de octubre. La autora analiza sus rígidas políticas de inmigración.

26/10/06 · 0:59
Texto de Conni Gunsser, del Cosejo de Refugiados de Hamburgo y de la Red Nolanger. Traducido por Moriko Politkovskaya.
 
POR LA REPARACIÓN. En Madrid, más de 300 personas se manifestaron “Por África y por la Reparación para la comunidad negra”. // Silvayn Cherkaoui

La tercera Jornada de Lucha
por los derechos de los inmigrantes
[DIAGONAL nº
37 y 38] no ha tenido eco a
nivel europeo. Salvo en Alemania.
Allí, las acciones por la libertad de
movimiento y la igualdad de derechos,
convocadas por grupos antirracistas
y organizaciones de refugiados
tuvieron lugar en al menos 12
localidades: tanto en grandes ciudades-
Berlín, Hamburgo, Colonia o
Frankfurt-, como en pequeñas como
Freiburg, Lindau o Görlitz. También
hubo protestas ante Centros de Internamiento
de Extranjeros (CIE), como
el de Freienbessingen (en Thuringia)
o Berlín.

Las movilizaciones incluyeron
desde las manifestaciones, como
en Hamburgo, con sus aproximadamente
700 participantes (entre
los que se repartió un “pasaporte
global”), o Colonia, donde acabó
en un concierto; o acciones de teatro
en Postdam y Görlitz. Las protestas
no fueron muy numerosas,
pero sí coloridas y reivindicativas.
En Frankfurt los manifestantes
construyeron una valla fronteriza
ante la entrada de la Feria del
Libro. En Lindau, en el lago Constanza,
desembarcaron varios cayucos.
En Berlín la policía prohibió
por completo todos los actos,
no sólo la concentración frente a
los grandes almacenes Dussman-
empresa encargada de las comidas
en los CIE-, sino también juegos
de pelota para los niños ante
el centro de internamiento.

Con estas movilizaciones las diferentes
organizaciones pretendían
denunciar la criminal política
de inmigración europea, la situación
en los países de origen y de
tránsito de los inmigrantes, así como
las políticas alemanas.
Éstas están marcadas por el internamiento
forzoso en los CIE de todos
los solicitantes del estatuto de refugiado
político (principal forma de
entrada para los inmigrantes en los
últimos años), hasta que sea resuelto
su expediente. Si no son aceptados,
les espera la deportación casi inmediata.
La mayoría de los CIE no son
de régimen cerrado, pero se encuentran
aislados, situados lejos de las
ciudades en antiguos cuarteles en el
bosque o en el extrarradio de zonas
industriales. Las autoridades dificultan
conscientemente el contacto no
sólo con las comunidades de emigrantes
ya asentadas, sino también
con la población nativa, para impedir
cualquier tipo de integración
social y con ello de resistencia conjunta.
Para sobrevivir, los refugiados
reciben sólo, y como mucho, una mínima
cantidad de dinero en metálico
o vales o paquetes de subsistencia o
de comida. No pueden trabajar durante
el primer año; más tarde, sólo
algunos de ellos reciben un permiso
temporal de trabajo. En la búsqueda
de empleo tienen prioridad los alemanes
y los ciudadanos europeos,
así como los extranjeros con residencia
fija, lo que significa que generalmente
los refugiados no encuentran
trabajo o trabajo ilegal.

Además existe la llamada Residenzpflicht
(“residencia obligada”):
la obligación para los refugiados de
no abandonar sin permiso el lugar
que les ha sido adjudicado para vivir
y el distrito rural en el que éste se encuentre.
Los refugiados luchan desde
hace años contra esta ley y se la
saltan regularmente, por lo que son
castigados con el arresto y/o multas.

Las solicitudes de asilo son rápidamente
negadas en casi el 100%
de los casos. La ayuda de un abogado
para recurrir cuesta dinero y la
mayoría de las veces también es inútil.
Cerca de 200.000 refugiados,
que aún no han podido ser deportados
(por motivos de salud, por
ejemplo) a pesar de que les ha sido
denegada la petición de asilo, viven
en Alemania desde hace tiempo,
muchos desde hace más de diez
años, con el llamado Duldung
(“consentimiento”). Este papel no
es ningún documento de residencia
y dichos refugiados están constantemente
bajo la amenaza de ser recluidos.
Las demandas para conceder
el derecho de estancia por lo
menos a los refugiados duldung
han sido inútiles hasta ahora. En la
próxima reunión de ministros de
Interior de los Land, el 16 de noviembre,
sólo está previsto que se
apruebe una regulación del derecho
de residencia, pero muy restrictiva.
La política migratoria es un tema
secundario en Alemania. En
comparación con el año 2005, las
cifras de petición de asilo se reducen
a casi un 35% y el aumento del
número de ilegales no provoca quebraderos
de cabeza.

En el resto de Europa

En Holanda, las protestas tomaron forma de exposición callejera sobre los CIE, en el centro de Ámsterdam; y en el encadenamiento de activistas en las puertas de un centro, con su consiguiente bloqueo, en Rotterdam. Hubo manifestaciones en
Londres, Glasgow, Atenas (500 personas), Lausana (500), Viena (350) y Varsovia (donde la policía detuvo durante siete horas a un autobús lleno de refugiados chechenos).
En Bruselas, la movilización, conjunta con un Reclaim The Streets, reunió 300 personas. Hubo concentraciones ante los CIE
o instituciones implicadas en el diseño de las políticas migratorias en Bolonia, Palermo y Moscú.

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