POBREZA // LAS ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA EN LOS ESPACIOS URBANOS
Los niños de la calle en Ciudad de México

El pulso de esta gran urbe marcada por las crisis económicas lleva a que cada
día niños y adolescentes deban vivir y trabajar en la calle. Vendedores
ambulantes, limpiavidrios, lavacoches y malabaristas en los semáforos son
algunas de las principales actividades laborales de estos niños.

20/02/06 · 23:24
Edición impresa
JPG - 37.3 KB
CIUDAD DE MÉXICO. Es una mezcla de culturas que se percibe metro a metro, llena de contrastes entre su belleza arquitectónica
y el caos urbano provocado por innumerables vendedores ambulantes, indigentes, turistas y niños de la calle. // Fedérico Mena-Quintero

La línea azul del metro con dirección
Cuatro Caminos ha conducido
al visitante ocasional a su destino
final: la estación de Zócalo.
Arrebatado por la prisa que persigue
a los habitantes de la ciudad
se ve impulsado fuera del metro y
enseguida se levanta ante sus ojos
la plaza de la Constitución, más
conocida como el Zócalo, una de
las mayores del mundo.

Estas imágenes de lo que fue la
gran Tenochtitlán se solapan con
imágenes de la pobreza. Bastará
una breve incursión por el centro
histórico o por las calles de cualquier
colonia para encontrarlos.
Ellos saben que la vida cotidiana es
una sucesión de pequeñas emergencias:
trabajan, en su mayoría,
para su propia subsistencia y para
ayudar en la economía familiar. En
efecto, el trabajo infantil no es otra
cosa que una estrategia de sobrevivencia
de la población en pobreza.

Más allá de lo que puede ver ocasionalmente
y las impresiones que
esto suscita, existe un gran número
de instituciones que trabajan por
mejorar la calidad de vida de estos
niños. Es así como desde múltiples
y, muchas veces, encontradas perspectivas
se aborda esta problemática.
Por ejemplo, si se adopta la perspectiva
de las familias de estos niños,
que generalmente provienen
de los sectores más pobres y de zonas
rurales, se asumiría que el trabajo
que desempeña un niño es algo
‘normal’ y ‘natural’, y que debe
realizarlo para ayudar a su familia.
Mientras que las instituciones del
gobierno, algunas ONG y los organismos
internacionales argumentan
que la idea del trabajo infantil
como algo normal perpetúa la
transmisión intergeneracional de la
pobreza y la exclusión social. Ahora
bien, entre el derecho de no trabajar
y la necesidad de estos niños de
hacerlo para poder sobrevivir, existe
una gran distancia.

Además, la legislación internacional
y la mexicana contemplan
como infancia a la etapa comprendida
entre el nacimiento y los dieciocho
años, y siguiendo este criterio
actúan muchas de las instituciones;
sin embargo, la autopercepción
de los niños y adolescentes a
veces es diferente. En este sentido,
el profesor Roger Magazine de la
Universidad Iberoamericana, quien
realizó un estudio antropológico
con ‘chicos banda’ sostiene: “En estos
grupos hay gente de entre 12 y
30 años y se consideran dentro de
la misma categoría. Generalmente
ellos no se dicen a sí mismos niños
de la calle solamente dicen esto
cuando necesitan algo. Ellos dicen
que son bandas de calle, que es diferente
de las bandas de colonia,
que son bandas de chicos de familia.
Incluso, algunos de estos chicos
más grandes viven con su esposa e
hijos, rentan un cuarto en las orillas
de la ciudad donde es más barato,
pero llegan todos los días a este lugar
para trabajar y convivir con los
chavos de la banda”. De este modo,
cuando no se valoran sus definiciones
se implementan políticas inadecuadas.
Explica Magazine: “Yo creo
que esta ayuda tiene que contemplar
lo que es importante para ellos,
para las bandas. Por ejemplo, una
de las bandas que yo conocí se había
ido a vivir a una casa hogar, sin
embargo llegó un momento en que
la institución se puso estricta y dijo
‘los que tienen más de 18 años tienen
que salir’. Entonces, salió la mitad
y luego salió la otra mitad porque
la banda ya se había ido”. Estas
palabras dan cuenta de cómo los niños
y adolescentes sobreviven en
los espacios callejeros gracias a
la vida en grupo, que sustituyendo
a la familia, les brinda seguridad,
protección, compañía y bienestar
emocional.

La incorporación
temprana al trabajo
Más allá de los diferentes puntos de
vista es importante destacar que
existe una multiplicidad de situaciones
de riesgo que viven cotidianamente
estos chicos y que los llevan
a una mayor vulnerabilidad ante
la violencia, las drogas y la explotación.
La drogadicción aumenta
con el tiempo de estancia en la calle
cumpliendo una función social: es
una manera de compartir algo y de
evadirse juntos de la realidad. Las
drogas más utilizadas son de tipo
inhalante: el activo, el cemento, el
tiner y el resitol y en menor proporción
los fármacos y la marihuana.
También forman parte del escenario
de la infancia trabajadora en las
ciudades los embarazos no deseados,
el riesgo a contraer enfermedades
de transmisión sexual, la
prostitución infantil o el cumplimiento
de una ‘doble jornada’ debido
al esfuerzo realizado por muchos
para no desertar de la escuela.

Así, la incorporación temprana al
trabajo limita el ejercicio de los derechos
humanos de miles niños mexicanos.
Según un informe realizado
en el 2002 conjuntamente
por la UNICEF y el Sistema Nacional
para el Desarrollo Integral
de la Familia (DIF) se registraron
en los principales centros urbanos
del país 94.795 niños y adolescentes
que trabajan. Asimismo,
existe un 52% de niñas y niños trabajadores
con edad inferior a los
catorce años que lo hace aun cuando
la legislación lo prohíbe. Por otra
parte, estas cifras no incluyen al
Distrito Federal, donde se registraron
14.322 niños trabajadores en
un estudio realizado en el año 2000.
Esta investigación detectó que la
pobreza y la precarización de las
condiciones de vida del niño y su
familia son los factores más determinantes
en su entrada al trabajo a
edad temprana. En México, la edad
más frecuente de ingreso al trabajo
es a partir de los 10 años.

Aunque son historias del dolor,
la mirada de aquel visitante desea
hallar la dimensión compartida
con estos niños. ¿Qué desean para
su futuro? Muchos de estos niños
sueñan con tener su propia
familia y brindar mejores oportunidades
a sus hijos. Otros sueñan
simplemente con tener mejor ropa,
rentar un cuarto y obtener un
trabajo. ¿Qué tan grande es la diferencia
entre estos sueños y la
del resto de los niños y adolescentes?
Una respuesta rápida diría
que ninguna. Sin embargo, mientras
unos sueñan y cumplen sus
expectativas, estos niños y adolescentes
de la calle no disponen
de la libertad para poder soñar
sus sueños con tranquilidad.

Tags relacionados: México Trabajo sexual
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto