ENTREVISTA / INVESTIGACIÓN SOBRE LOS EFECTOS DEL ENCARCELAMIENTO EN EL ENTORNO SOCIAL Y FAMILIAR DE LOS PRESOS
“Las mujeres son las que asumen el cuidado”

Los efectos de la prisión alcanzan también de forma
directa a los familiares de las personas presas. Y para
hacerles frente no cuentan casi con ayudas. Son algunas
de las conclusiones de una reciente investigación.

10/05/07 · 0:00
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DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA. Tres de las seis investigadoras que han abordado
la estigmatización de los familiares: “Te castigan por ser familiar de preso”.

Raquel Escurriol (psicóloga), Cristina
Fernández (jurista) y Aura
Roig (antropóloga) son tres de las
seis investigadoras que han realizado
el trabajo La prisión en el entorno
familiar.

DIAGONAL: ¿Cuáles han sido los
objetivos de la investigación?

CRISTINA FERNÁNDEZ: En un primer
momento, dar a conocer una de
las repercusiones del encarcelamiento
que va más allá de los muros de la
prisión: aquélla que tiene que ver con
el entorno social y familiar de los presos
y presas. Hemos querido dar voz
a sus familiares para conocer las
problemáticas y necesidades que implica
el encarcelamiento de un pariente.
Con esto hemos tratado de
sistematizar este conjunto de problemáticas
para hacer un diagnóstico
de las necesidades ante las que se encuentra
este colectivo, a menudo estigmatizado
socialmente y olvidado
por la Administración.

D.: ¿Qué conclusiones habéis obtenido
de la investigación?

AURA ROIG: Básicamente, que las
familias de las personas encarceladas,
a pesar de no haber cometido
ningún delito y no haber sido juzgadas,
también están sometidas al régimen
penitenciario. Para ellas la cárcel
implica un extensísimo conjunto
de problemáticas de orden penitenciario,
económico, laboral, sanitario,
social y familiar de las que nacen un
sinfín de necesidades que el colectivo
de familiares de presos tiene que
afrontar sin ningún tipo de apoyo.
Muchas de las problemáticas son
consecuencia inevitable de la propia
pena privativa de libertad, pero muchas
otras son evitables sin necesidad
de cambios normativos. Haría
falta, simplemente, voluntad política.
Además cabe decir que se trata de
unos problemas con un alcance
amplísimo. Si en todo el Estado se
encuentran alrededor de 64.000
personas presas -unas 8.000 en
Cataluña- entre madres y padres,
compañeras y compañeros, hijas e
hijos, hermanas y hermanos, la cifra
de personas directamente afectadas
por el encarcelamiento es muy alta.
A pesar de esto parece como si estas
problemáticas no existieran ya que
son totalmente invisibles, tanto a nivel
académico como social y político.

D.: ¿Cuál es el papel de las mujeres
respecto a familiares presos?

RAQUEL ESCURRIOL: Lo que nos
hemos encontrado es que, tanto si la
persona encarcelada es mujer como
si es hombre, normalmente son las
mujeres las que asumen el cuidado y
acompañamiento. Nos encontramos
con el grave problema de que cuando
es la mujer la encarcelada, muchas
veces se da una desestructuración
familiar, ya que es ella la que
asumía el mantenimiento de esa estructura.
De esta forma, muchas presas
que tienen hijos viven la triste experiencia
de ver cómo éstos pueden
acabar en manos de instituciones, en
el peor de los casos, o con la familia
extensa, ya que pocas veces el hombre
asume la responsabilidad de la
crianza y mantenimiento de la estructura
familiar.

A. R.: El hecho de centrar nuestra investigación
a partir de un concepto
como el de familia también nos da
pistas de cómo la discriminación de
la mujer se hace efectiva en el seno
de la unidad familiar que mantiene
una estructura patriarcal. Así, el concepto
de familia es invisibilizador de
la división del trabajo según el sexo y
hace recaer en la mujer todo lo que
implica el mantenimiento y reproducción
de la vida de una manera totalmente
gratuita, invisibilizada y poco
valorada. A través de este estudio
hemos constatado la gran cantidad
de sobrecargas (laborales, económicas,
afectivas, de cuidados, etc.) que
tiene que asumir la mujer derivadas
del encarcelamiento de un familiar
sumadas a las que ya de por sí ‘le tocan’
por el hecho de ser mujer.

D.: ¿Cuál es el apoyo, si existe, al entorno
de la persona presa?

A. R.: La verdad es que apoyo para
los familiares de las personas presas
hay poco o nada. Si existe algún tipo
de recurso o ayuda, las personas entrevistadas,
al menos, no lo conocían.
Por otro lado, sí que existen colectivos
pro presos o afines al tema
que tratan de hacer lo que pueden,
pero claro, es imposible llegar a todo,
porque como ya hemos dicho no
se trata sólo de un par de problemas,
sino de un conjunto de problemáticas
que se insertan en la cotidianidad
de la vida de estas personas.
Además, tanto por parte de la sociedad
como de las instituciones hay
una gran estigmatización, las mismas
mujeres lo dicen: “Te castigan
por ser familiar de preso, te sientes
también presa”. Ellas sufren el rechazo
social y el olvido de un problema
generado por la propia sociedad.

D.: ¿De qué planteamientos teóricos
partís?

C.F: Esta investigación no se esconde
bajo retóricas de neutralidad. Se
trata de una investigación de denuncia,
orientada desde los planteamientos
de la Sociología del Control
Penal y de los Estudios de Género.
Se trata de una crítica al sistema de
justicia penal, por lo que debe quedar
claro que con este estudio, y sus
denuncias, no se trata de “optimizar”
el sistema penitenciario. Al contrario,
se trata de poner sobre la mesa
más elementos de su irracionalidad.
El problema, no nos engañemos, es
la propia cárcel.

R. E.: Para nuestra investigación ha
sido muy útil partir desde una perspectiva
feminista, ya que nos ha permitido
hacer visible la influencia que
tiene la discriminación de la mujer
ante el encarcelamiento de un familiar.
Para ello tratamos de detectar
cómo la estructura patriarcal afecta
a todas aquellas mujeres que llevan
a cabo el acompañamiento de la persona
presa. Debido a que a la mujer
se le ha otorgado la responsabilidad
moral de los cuidados, de la provisión
de afectos en general y concretamente
a la familia, y la obligación
del mantenimiento de la estructura
familiar, queríamos comprobar los
efectos de este peso histórico, social
y político en este ámbito concreto.
En este sentido, nuestra intención
era visibilizar que las personas que
principalmente asumen los cuidados,
los afectos, la manutención y el
acompañamiento de la persona presa
a lo largo de todo el período de
privación de libertad, son mayoritariamente
las mujeres. De hecho, las
entrevistadas han sido mujeres. Cabe
decir que las entrevistadas no han
sido consideradas como objetos a
analizar, sino como sujetos informantes,
substituyendo la lógica de
“investigar a” por la de “investigar
con”, aprovechando su particular e
irreemplazable experiencia.

Las entrevistas tenían la función
de ser un guión, pero que permitieran
la espontaneidad de las mujeres
para que fueran sus voces las
que nos condujeran por todo aquello
que les afecta en su vida cotidiana.
Tratamos de que ellas pudieran
hablar de los temas que les preocupaban
con naturalidad. Esto facilitó
que la mayoría se sintiera cómoda
para poder hablar desde la propia
experiencia en primera persona y
que se pudiera tratar tanto de temas
económicos como de temas
más íntimos como puede ser el ámbito
afectivo y sexual.


Ponerle
remedio

La investigación, que acota su
ámbito a Cataluña, se inició en
2004 en el marco del Observatori
del Sistema Penal i Drets Humans
de la Universitat de Barcelona.
Basada por un lado en el análisis
de fuentes documentales y por
otro en entrevistas (medio centenar)
a familiares y profesionales,
sus conclusiones acaban de publicarse
(se pueden solicitar a
observsp@ub.edu). Sus autoras afirman
que “todo lo referido al contacto
de los familiares con la cárcel es
sencillamente desastroso” y aclaran
que afrontar muchas de las problemáticas
“no precisa cambios normativos,
simplemente depende de
la voluntad política de resolverlas”.

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