Mazzawi estuvo en Madrid
para hablar de las perspectivas
y las estrategias de Aswat,
organización de lesbianas
palestinas que habita la
encrucijada entre el feminismo,
la lucha contra la ocupación
y contra la homofobia.
- QUEER EXPERIENCE. La organización Aswat organizó en marzo de 2007
la conferencia Home and Exile in Queer Experience.
Aswat empezó hace cinco años como
una lista informal de correo.
Esta humilde herramienta significó
el primer intento de organización
de lesbianas palestinas: les permitía
conocerse sin exponerse públicamente.
Formar Aswat (‘voces’ en
árabe) fue una experiencia singular:
“Contar con este espacio tan especial
es como tener un hogar para
nosotras, donde podemos ser palestinas
y también lesbianas y también
mujeres, ser todo lo que una
es, cien por cien”. La lista de correo
pronto dio paso a propuestas de encuentro,
y Aswat empezó a hacer
reuniones mensuales en las casas
de las participantes. Eran momentos
imprescindibles en los que se
apoyaban mutuamente y debatían.
Aunque Aswat surgió de un impulso
íntimo de sus participantes
no dudan en calificar como político
su proyecto: “Nuestra misión es
política desde el primer momento,
incluso si se trata de una necesidad
totalmente personal, porque
mi realidad es política. No tengo la
opción de decir ‘no quiero esta realidad’
porque incluso si fuera a vivir
en otra parte del mundo, hoy como
palestina no puedo no hablar de política;
la situación me lo impone. Y
concienciarme de la lucha palestina
y de mis derechos como una minoría
palestina me lleva a concienciarme
de mi experiencia como una
mujer y como una minoría sexual:
la conciencia de una lucha lleva
consigo todas las otras luchas que
componen la vida cotidiana. Como
palestinas, como mujeres, y como
lesbianas no podemos elegir el no
enfrentarnos a la situación política.
Si no somos libres como palestinas,
no nos ayuda tener derechos como
lesbianas. Y si soy libre como palestina
y no tengo derechos como lesbiana,
pues esto tampoco me ayuda,
porque no puedo ser parcial, no
puedo vivir sólo una parte. Tengo
que ser todo lo que soy. Entonces
por fuerza las mujeres de Aswat somos
conscientes de una situación
política que incluye el conflicto
Israel-Palestina, el papel de las mujeres
en las sociedades patriarcales,
y las consecuencias de pertenecer a
una minoría sexual”.
Corrió la voz, y a medida que se
iban sumando mujeres de otras zonas,
el colectivo tuvo que formalizarse
como organización y se afincó
en un local dentro del centro feminista
Kayaan en Haifa (Israel).
Aswat fomenta grupos de apoyo,
de debate y de investigación, colabora
con otros colectivos en diversas
acciones y realiza una gran labor
para producir y hacer circular
materiales en árabe sobre el lesbianismo
y el feminismo, información
que hasta ahora no existía: “reíamos
que nunca podríamos hablar
de nuestra sexualidad en árabe. No
teníamos palabras para expresarla”.
Juntas elaboran y crean lenguaje,
y por eso también están trabajando
para recuperar literatura
árabe antigua sobre la homosexualidad:
“A veces la gente piensa
que la homosexualidad no existe
en Oriente, que es algo que se importó
de Occidente. Pero existen
muchísimos poemas en la literatura
árabe sobre amores homosexuales.
La homofobia es una cosa moderna,
pero la homosexualidad
siempre ha existido”.
El tabú de la sexualidad
Esta sensibilidad respecto al lenguaje
y al entorno caracteriza sus
estrategias, destacando un compromiso
de trabajar para el cambio
dentro de su sociedad y no en su
contra: “En la última conferencia
que hicimos, el movimiento islámico
nos intentó atacar a través de los
medios de comunicación. Y hubo
todo un debate dentro de Aswat sobre
cómo responder a esta táctica.
Decidimos no reaccionar, sino seguir
con lo nuestro. Es nuestra realidad
y no nos vamos a enfrentar
con ella, sino a buscar formas inteligentes
de cambiarla”.
La triple lucha de Aswat les permite
alianzas, pero genera a veces
tensiones. “Mientras las mujeres están
en la lucha nacional, son bienvenidas,
les dan mucha libertad de
movimiento para salir, hablar, protestar,
etc. Pero en cuando empiezan
a hablar de asuntos de mujeres
la sociedad las ve como enemigas.
Y si hablamos de sexualidad, ya nos
metemos en un tabú importante.
Como en casi todas las sociedades
del mundo, la sexualidad de las mujeres
es un tabú del que no se debe
hablar, mucho menos si se trata de
una sexualidad diferente. Entonces
cuando las mujeres palestinas o
árabes empezamos a hablar de estas
cosas no somos bienvenidas”.
La valentía de Aswat consiste
precisamente en habitar esta tensión,
e insistir en que la liberación
tiene que ser de todas y todos o no
vale. “Hay muchos que hablan de
hacer una lucha ahora, y luego
abordar las otras. Pero yo vivo mi
vida ahora, existo ahora. No puedo
vivir en el futuro... y tengo que encontrar
y crear realidades que me
permitan vivir ahora, completa”.
Condena a la policía israelí
La fiesta Queerfada,
organizada hace tres
años por el movimiento
queer (lesbianas,
gays y transexuales
disidentes) israelí, se
saldó con un brutal
desalojo policial, detenciones
y heridos de
consideración, debido,
según algunos activistas,
a las connotaciones
pro palestinas del
nombre de la fiesta. La
policía afirmó que acudió
porque “el ruido
molestaba a los vecinos”.
Tres policías
acusaron a los asistentes
de agredirles con
botellas y apalear a
una agente. Recientemente
dos sentencias
judiciales no sólo
han exculpado a los
acusados, sino que
han condenado a los
policías por agredir a
los y a las asistentes a
la fiesta y mentir.
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