ANÁLISIS // ES UN TÓPICO QUE SER LESBIANA O GAY ES PARTICULARMENTE DIFÍCIL EN LA CULTURA ISLÁMICA
La homofobia en los países árabes
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HAMAM, EL BAÑO TURCO. Cartel de la primera película del director turco de
culto gay Ferzan Ozpetek.

La homofobia es un rasgo
distintivo de los regímenes
políticos y de la sociedad
civil de los países

14/06/06 · 17:03
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HAMAM, EL BAÑO TURCO. Cartel de la primera película del director turco de
culto gay Ferzan Ozpetek.

La homofobia es un rasgo
distintivo de los regímenes
políticos y de la sociedad
civil de los países
árabes. Podríamos decir lo propio
de vastas extensiones de América
Latina y EE UU, de tradición cristiana,
o de las comunidades ultrarreligiosas
judías del “libérrimo”
Israel: la intolerancia sexual no
es una exclusiva de los paises árabes,
ni del Islam.

Por lo demás, la represión heterosexista
no es equivalente en
todos estos países. Frente a regímenes
abiertamente homofóbicos
como el saudí o el yemení
(que castigan las relaciones sexuales
entre hombres con la pena
de muerte) o países con una opinión
pública muy hostil a la homosexualidad,
como Palestina o
Siria; podemos encontrar realidades
como las que, en Túnez,
Jordania, Dubai o Líbano, se distinguen
por una cierta flexibilidad
ante la homosexualidad, especialmente
entre sectores urbanos
de clase media. Dicha flexibilidad
no ha implicado la derogación
de los ordenamientos legales
que hacen de la homosexualidad
(al menos, la masculina) un delito.
Pero nos muestran que no
existe una homogeneidad completa
en la cultura árabe y que la
interpretación de la tradición cultural
y moral depende más de factores
diversos (grado de desarrollo,
apertura política, influencia
externa, fortalecimiento de la sociedad
civil, etc.) que de unos presuntos
principios inmutables comunes
a toda la Nación Árabe.

Cuando en Occidente no entendemos
determinados aspectos de
las sociedades árabes, solemos
vincular lo extraño o lo censurable
a la religión. El Islam es, como
la práctica totalidad de las religiones,
una doctrina homofóbica;
también lo es el Cristianismo,
y abundan en nuestro propio país
ejemplos recientes de ello.

¿Es el Islam particularmente
homofóbico? La respuesta es negativa.
En determinados aspectos,
el Islam establece un gran
ámbito de libertad personal y una
apertura a la interpretación individual
de una misma norma religiosa.
Podría ser una de las religiones
donde más comprensión
se tuviera hacia la homosexualidad-
como de hecho ha ocurrido
en otras épocas, y en la Andalucía
medieval tenemos un evidente
ejemplo. La pregunta sería: ¿por
qué esa ‘permisividad’ no parece
estar dándose ahora?

En la mayoría de los países árabes,
la homosexualidad es una realidad
cotidiana y frecuente, aunque
sus parámetros culturales
son diferentes a los occidentales-
hombres y mujeres pueden tener
a diario relaciones sexuales
con personas del mismo sexo sin
por ello considerarse ‘gays’ o ‘lesbianas’.
Es la identidad y, sobre
todo, la visibilidad de la homosexualidad,
lo que está penado legal
y socialmente. Por ello es especialmente
difícil consolidar un
movimiento gay en los países árabes:
una asociación LGBT es de
por sí explícita y tiene una vocación
de intervenir en la esfera pública.
Ambas pretensiones chocan
con los tabúes de la tradición
árabe, más que la homosexualidad
misma.

Estos tabúes no sólo tienen raíces
religiosas. De hecho, las comunidades
cristianas y judías que
existen de forma numerosa en
Oriente Medio no son menos homofóbicas
que sus vecinas musulmanas.
La homofobia árabe está
más vinculada a aspectos políticos
y sociales que a los estrictamente
religiosos, pero se sirve de
éstos para justificarse. Las sociedades
árabes han sabido adaptar
de forma más o menos consensuada
los principios islámicos
cuando ha convenido hacerlo. El
Islam no sería un obstáculo infranqueable
para adoptar una ética
evolucionada ante la homosexualidad,
si esa voluntad existiera.
Pero no existe.

Los regímenes políticos totalitarios
son uno de los motivos más
evidentes, y es más creíbles que
la explicación religiosa. La carencia
de libertades, la ausencia de
una cultura de derechos humanos
y la debilidad de la sociedad civil,
son razones de peso. El que en los
países árabes no se haya llevado
a término una separación entre
poder político y religión, como en
la mayoría de los países occidentales,
es asimismo reseñable (y,
normalmente, el colonialismo occidental
ha sido uno de los grandes
agentes en obstaculizar ese
proceso); pero aunque esa separación
no se dé aún, podría ser
perfectamente factible relativizar
el tabú impuesto por la tradición
y relajar la ortodoxia musulmana
respecto a la homosexualidad y
otros muchos asuntos relativos a
la sexualidad humana. Pero ello
supondría a las dictaduras árabes
poner en duda uno de sus mecanismos
más eficaces para el control
social: la represión con excusa
religiosa.

En Arabia Saudí, el país árabe
que de forma más extrema ha impuesto
el fundamentalismo religioso
como doctrina política (wahabismo),
las clases altas beben
alcohol, tienen una intensa vida
sexual fuera del matrimonio (incluso
con personas del mismo sexo)
y desobedecen impunemente
los preceptos religiosos; esas mismas
‘faltas’ en el resto de las clases
sociales están castigadas con
cárcel, latigazos, lapidación o decapitación.

Este ejemplo nos puede ayudar
a clarificar la situación. Ser gay y
primo del príncipe saudí es un
chollo: ser gay y saudí proletario
es un infierno. Basta con considerar
la variable ‘clase social’ para
hacer más evidente los verdaderos
motivos de la homofobia en el
mundo árabe.

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